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Reportaje:

Xiyu Wang contra Isaac Newton

El Circo Acrobático Chino presenta en Madrid su desafío a la gravedad, con acróbatas, bailarinas y contorsionistas

Pablo de Llano Neira

La gravedad es la fuerza teórica de atracción que experimentan entre sí los objetos con masa, dice la teoría de la gravitación universal. Siempre y cuando, debería añadir, uno de los cuerpos no sea de una chica de 20 años, 1,60 metros de altura y cincuenta kilos de peso adiestrada desde los cinco años, siete horas al día, en el arte de la acrobacia china.

La joven Xiyu Wang se sostiene en vertical sobre el cabo de una barra metálica, apoyándose en su mano izquierda. El centro de la tierra la atrae con una fuerza de 490,062 newtons, suficiente para que cualquier persona de su tamaño y peso caiga al suelo tras partirse en dos el antebrazo. Wang queda suspendida en el aire, abre y cierra las piernas geométricamente, los músculos tensos como un arco.

Chen Li eleva su cuerpo en el aire con la boca como punto de apoyo

Ella es parte del Circo Acrobático Nacional Chino, que actuará el domingo en el Teatro Nuevo Apolo, su segunda visita a Madrid. La función, Dream (sueño, en español), se repetirá los días 27, 28 y 29. Un ensayo ante la prensa ha desvelado un par de secretos de lo que allí se verá.

Wang protagoniza el primero de los 16 números del espectáculo. Diez bailarinas disfrazadas de flor de loto, con un ramillete de pétalos a la espalda y un tul de gasas verdes y rosas, rodean en corro y señalan a Xiyu Wang, que vuela boca abajo a dos metros de altura vestida de libélula, sostenida con una mano en la punta de la barra.

En un pestañeo cambia de mano el peso del cuerpo. Abre las piernas 180 grados y gira en redondo. Da varias vueltas de cara al público y sonríe como si estuviera cómodamente sentada en un mostrador de oficina.

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El director del grupo, Guang Sheng Fei, asegura que la chica no corre riesgo de descomponerse como un mecano: "Es un trabajo como otros; lo sabe hacer quien está preparado". Cortesía de la traductora. Sheng habla poco y en chino mandarín. Dirige a 40 artistas que llevan dos años de gira por el mundo. Un bloque meticulosamente sincronizado, con poco margen al fallo, o ninguno, según juicio del jefe: "Hoy no ha habido un sólo error".

Segundo número ofrecido a la prensa: Chen Li, 20 años, contorsionista. Actúa sobre una mesa redonda con faldones dibujados de flores. Cabe dudar de que esta mujer tenga costillas. La torsión de su tronco le permite doblarse al revés y meter la cabeza en sus piernas como en una cestita, cogerse la barbilla con el pie derecho, o, suspendida en el aire sobre una mano, hacer girar al compás tres alfombrillas de colores, una con la mano libre y las otras con ambas piernas, cruzadas contra natura.

Ejercicio final. Un hombre fija sobre la mesa un objeto curvado de unos 30 centímetros. Chen Li envuelve la punta con un trapo, lo apresa con la boca y crea un punto de fuerza con el que yergue todo su cuerpo en horizontal. En este preciso instante debería, al menos, luxarse el cuello y fallecer. Pero no. Mueve las extremidades fácilmente, quita las piernas de aquí y pone las manos allá, flotando en el aire como si hiciera gimnasia acuática. Si no sonríe es porque no puede. Esto es el Circo Acrobático Nacional Chino.

Circo Acrobático Nacional Chino. Teatro Nuevo Apolo. 23, 27, 28 y 29 de agosto. De 25 a 40 euros.

Xiyu Wang ejecuta el primer número de la función.
Xiyu Wang ejecuta el primer número de la función.ULY MARTÍN

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