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El arte de mariscar se convierte en una atracción turística

Los fondos recaudados en la ruta se destinan a sembrar el fondo marino

Hay un lugar donde el mar es trabajo y riqueza. Hay una ciudad donde el agua es fuente de vida. Vilagarcía de Arousa, perla de la ría de la que adoptó su apellido, decidió promocionar su turismo a través de la creación de paseos guiados por su geografía marina. Así, y ya en su segunda edición, la ruta Os lombos do Ulla pretende mostrar a los turistas una de las actividades pesqueras que llevan a cabo las 80 mujeres mariscadoras de la Cofradía Santiago Apóstol de Carril.

El paseo empieza en la playa de Bamio, justo donde el agua dulce del río Ulla y la salada que abraza la isla de Cortegada, parecen fusionarse en un perfecto engranaje. Los seis euros que cuesta participar en la ruta son destinados, por propia decisión de la agrupación de mariscadoras Os Lombos do Ulla, a la siembra de la almeja en la playa de Compostela. Desembocadura abajo, y con los visitantes embutidos en ropa de aguas y chalecos salvavidas, la guía, Susana Longo, comienza su explicación.

La idea de crear este tipo de rutas se llevó a cabo después de que la oleada de incendios arrasara el verano de 2006 los montes próximos, devastación que redujo el número de turistas en la zona. Así, y después de constatar el éxito adquirido en otras localidades, se decidió importar este tipo de atracción para los visitantes. Para ello, el Ayuntamiento de Vilagarcía ofreció a las mariscadoras un curso que les ayudase a presentar los recorridos. Sin embargo, Longo reconoce que, aunque no todas sus compañeras lo hicieron, el hecho de tener que explicar su trabajo diario no impide a ninguna ser guía.

Provistas de su rastro artesanal y un capazo acompañado de un neumático a modo de flotador que facilite el transporte del mismo, la jornada comienza en función de las mareas. "A veces tenemos que venir a las seis de la mañana", explica Longo. Durante cuatro horas, cada mariscadora recoge lo que, de forma natural, el mar va creando. Y es que, al contrario de lo que ocurre en los viveros de la playa de Compostela, los berberechos y las almejas que nacen en los lombos del Ulla lo hacen de forma natural. Sin necesidad de siembra. "Antes, cuando aquí los viveros y el marisqueo era libre, venían [las mariscadoras] a los lombos a sacar la cría, porque cuanto más quitas, más produce".

Con todo, ellas no pueden decidir la cantidad a extraer, sino que han de respetar los topes de captura que le vienen aprobados desde la Xunta en el Plan de Explotación. La organización puede modificarlos, pero siempre por debajo de lo acordado. Así evitan que la lonja se sature y que el precio de sus productos caiga en exceso. Y es que, según explica Longo, ningún sector se salva de la crisis.

Después de la recogida de sus productos, las mariscadoras suben sus capturas en un camión donde dan cuenta de la cantidad y el tamaño de las especies recogidas. "Si llevas de más, lo tienes que tirar de nuevo al mar, por eso normalmente ya lo llevas contado", dice la guía. Una vez pasado el control, el marisco es transportado hasta la lonja de Carril donde, desde hace unos años, un panel electrónico ha conseguido sustituir en la subasta a la voz del subastador; y un mando a distancia, los gritos de los compradores. Celebrada diariamente a las 17.30 horas, Longo considera que este horario afecta al precio de venta ya que, como el resto de las cofradías las hacen antes, los comerciantes "vienen aquí al baratillo". "Los compradores suelen ser los de las depuradoras. Ellos depuran el marisco y lo distribuyen por el mercado", explica. Además, y para asegurar que los productos que sustraen reune las condiciones óptimas para su consumo, tienen una bióloga a su disposición que analiza los productos y les marca los paros biológicos. Así, "mariscamos por zonas para ir dejando descansar otras", indica.

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Pese a lo duro que pueda parecer esta labor, algo de lo que parecen darse cuenta los turistas, la guía asegura que, aunque no ganan una millonada, le "encanta" su trabajo. "No lo cambio ni por el de una oficina. Aquí te pasan las horas volando".

Durante las casi dos horas de caminata rodeados por un grato paisaje, los turistas tienen oportunidad de probar las almejas recien recogidas. Además, al llegar a tierra, la asociación les regala un recetario de moluscos para que sepan "diferenciar las especies". El paseo acaba, por lo tanto, justo donde empezó: en la playa de Bamio. Lugar de paso de la ruta marítima-fluvial por la que, según cuenta la leyenda, trasladaron el cuerpo del Apóstol hasta Padrón, puerto fluvial de la Iria Flavia romana. Una ruta que en los meses de junio y julio disfrutaron 40 personas. Cifra que la agrupación Os Lombos do Ulla espera que mejore el próximo mes.

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