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Reportaje:

Un vecino del barrio llamado Feijóo

El presidente de la Xunta ha visitado varias veces la taberna Os Manolos sin escolta, participó en la Morrada con Piqué y se ha ganado a los de Casas Novas

El único lugar al que puede ir Feijóo sin escolta es a la tasca Os Manolos, un garito también conocido como bar Santiago, a menos de cien metros de la puerta de su casa, la residencia oficial del presidente de la Xunta en Montepío. De momento, el nuevo inquilino del barrio santiagués de Casas Novas se ha presentado por sorpresa en Os Manolos tres veces, siempre "vestido de paisano", siempre acompañado "de amigos y de alguna mujer". En la taberna, los habituales de la tarde, que han sido testigos de todas estas apariciones presidenciales, titubean y luego afirman: "Sí, vino con su moza... También anda con otra de pelo rizo, rubia, más fuerte... Pero ésta no es su novia". Los clientes de Os Manolos, hoy por la tarde todos hombres, en total unos quince, se refieren, por este orden, a Chinny Gámir y a Mar Sánchez, la inseparable jefa de prensa de Feijóo, que empezó con Romay y hoy es directora general de Comunicación de la Xunta. "El otro día estaba él aquí, con nosotros, tomándose un refresco o un café, ya no recuerdo, y vinieron a buscarlo ellas para irse a Ponteareas: 'Presidente, que tenemos que estar a las once en las alfombras y se nos hace tarde", recuerda que dijeron José Beiroa, otro incondicional de Os Manolos.

"Se comprometió a venir a ver con nosotros un partido del Madrid"
Ahora tendrá que abonar la cuota parroquial de 80 euros para fiestas

"El presidente es un tipo muy campechano, habla con todos, en castellano o en gallego (que se ve que le gusta mucho hablar en gallego), va saludando uno a uno y lleva muy bien la coña", sigue alabando Beiroa, un hombretón ancho como un armario. En el bar bromean con el abrazo del oso que le dio a Feijóo al conocerlo. "Él es un tipo que hace deporte, sale a hacer footing con otro por ahí, pero éste casi lo mata", cuentan riendo. "Y otra vecina, en la Morrada que celebramos hace dos sábados, se confundió y lo llamó señor Touriño", dicen. En la barra de Os Manolos vuelven a reír cuando alguien repite para todos, entonando, la respuesta que le dio Feijóo a la señora: "Mujer, si quiere llámeme Fraga, pero Touriñooo".

Y ya que salen a colación los anteriores ocupantes de la mansión de enfrente, en Os Manolos parece buen momento para las comparaciones. "Pues la verdad es que con éste estamos encantados", asegura con el asentimiento general de su clientela Manolo, propietario del negocio, mientras sirve una cunca de blanco en la barra. "Y además, los de seguridad nos dejan aparcar delante el coche un rato si tenemos prisa", explica un cliente. "Con Touriño venían como canes a echarnos de ahí", salta otro desde una mesa del fondo. "Y Fraga, bueno. Con Fraga sí que no había problemas de aparcamiento, pero es que esto aún no estaba urbanizado del todo". "Lo que está claro es que Touriño era un estirado, ya lo sabíamos todos antes de que se mudase al barrio. No quería conocernos y seguro que en cuatro años ni miró una vez para estas casas. Menos mal que dejó de venir, porque el puente sólo es para cinco toneladas, y con el coche blindado y con toda la escolta que se gastaba lo iba a hundir".

"Fraga tampoco vino nunca a la taberna. Pero bueno, era un señor mayor. Y una vez que le pedimos que fuese a la misa cuando el día de la patrona, a Virxe do Socorro, sí que cumplió". A ver si ahora cumple su heredero. El día de la Morrada, la cuarta que organizan Os Amigos da Troula en la explanada de enfrente de Montepío, Feijóo se presentó con Josep Piqué, que estaba de visita privada con su mujer, Gloria Lomana, también periodista como Gámir.

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Los políticos comieron morro y estuvieron un buen rato recibiendo achuchones y dejándose fotografiar con los móviles al son de la charanga Os Celtas. En un momento dado, Feijóo preguntó cuánto tenía que poner, como vecino que es, para las fiestas del año. Le respondieron que, de momento, nada, pero que había programada una sardiñada para después de las cacharelas de San Xoán y que en septiembre el barrio celebra la fiesta grande. El presidente se comprometió entonces con la Asociación de Veciños de Casas Novas a pagar la cuota parroquial de 80 euros para el Socorro.

Aunque todavía no ha saldado su deuda, con este gesto Feijóo se ganó hasta a los más reticentes. "Luego cada uno votará lo que le parezca, pero a todos nos parece un tipo muy majo", confiesan en el bar. Cuando ganó las elecciones colgaron una pancarta de bienvenida, y es tal la sintonía, que a algunos ya les tienta pedirle que les deje usar la piscina cubierta con vistas a la Catedral. "Se comprometió a venir a ver con nosotros un partido del Madrid", dicen. Claro que, antes, por si acaso, el líder popular preguntó si había muchos clientes del Barça.

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