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Cosa de dos
Columna
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Debate

Estuve viendo a José María Aznar en el programa de Ana Rosa Quintana. Qué mal empieza esto, ¿no? Pues sigue peor, porque me picó la curiosidad y repasé el último libro de Aznar, ese que está promocionando y en el que, según el propio autor, se ofrecen las recetas para salir de la crisis. No debería confesar que pierdo el tiempo de esta manera, y menos ahora, cuando mi empresa ha anunciado un recorte de salarios, pero a ciertas edades ya no se cambia.

Me permito reventar el libro, con la convicción de que quien quiera comprarlo lo comprará de todos modos: abunda en las obviedades de siempre y en ninguna parte ofrece ninguna fórmula interesante para remontar la crisis. Además, ningunea de mala manera al ex ministro de Economía Rodrigo Rato. Puestos a revelar el final, resulta que el bueno de la historia es Aznar, y el malo, Zapatero.

Me parece muy bien que los ex presidentes escriban libros. No me parece tan bien que tengan que promocionarlos en programas como el de Ana Rosa (con todos mis respetos para el programa, que, lo admito, procuro no ver), porque con ello reconocen que no les interesa suscitar ningún debate, en este caso concreto sobre algo tan importante como la reforma de la economía española, sino simplemente vender ejemplares. Lo cual también tiene su lógica: la editorial habrá pagado un anticipo importante, y querrá recuperarlo vía ventas. Si para mejorar los resultados comerciales hay que enviar a Aznar a Muchachada nui, se le envía, segurísimo.

Lo triste, decía, es la renuncia a fomentar un debate serio. Ya que Zapatero no puede pronunciarse, porque su fragilidad parlamentaria le obliga a cambiar de opinión en cuestión de horas (lean en este mismo periódico sobre su última pirueta, con salto mortal y desaparición de la subida de impuestos a las rentas altas), ex presidentes y supuestos estadistas como Felipe González y José María Aznar deberían propiciar una reflexión sosegada. O eso, o dejamos que reflexione en solitario el Banco de España, una institución que, por imperativo legal, debe simular que la economía es una ciencia ajena a las ideologías. O sea, un peligro.

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