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Entrevista:ALMUERZO CON... ABRAHAM HAIM

"Dicen que soy mejor emisario que los embajadores"

Al final del almuerzo típicamente árabe titubea. Demasiados cambios de idioma. "El español es mi último amor lingüístico", comenta el historiador Abraham Haim mientras charla sobre diplomacia o sobre el menú con pasión de novato. Se despacha en árabe con los dueños del restaurante Libanés de Abu Gosh, pueblo palestino próximo a Jerusalén, en suelo israelí. Conversa en hebreo cuando le telefonea el ex presidente Isaac Navon; en inglés cuando se tercia. "Y me manejo en turco y en farsi", asegura Haim (Jerusalén, 1941) a la sombra del árbol bajo cuyas ramas Moshe Dayán pactó en 1948 con los líderes de Abu Gosh que los vecinos no serían expulsados. "Siempre fueron leales", afirma este hispanista israelí, desconocido para el gran público, pero que asegura no sin cierto rubor: "A veces me dicen que soy mejor embajador que los embajadores. Pocos en Israel tienen los vínculos que yo tengo con España sin un cargo oficial".

El hispanista israelí ha guiado por Jerusalén a los reyes y a políticos españoles

El sefardí Haim -antepasados de Sarajevo y Estambul- ejerció de guía de los Reyes en su visita a la ciudad vieja de Jerusalén en 1993. Y no hay líder español (Felipe González, José María Aznar, Manuel Fraga, Jordi Pujol...) que no le haya concedido hora. Entre bocado a la brocheta de cordero o al pan con humus, y tras un sorbo de limonada -"no sirven alcohol, son musulmanes", sonríe Haim-, el profesor recuerda, puntualizando fechas, su primera visita como turista a España. "Era junio de 1973. Se celebraba el Corpus en Toledo. No entendía nada". Hoy comprende. Y calla mucho más de lo que cuenta sobre las espinosas relaciones entre ambos países. "Dos son los Estados europeos con relaciones excepcionales con Israel: Alemania, por el Holocausto, y España por la expulsión. Ha habido muchas expulsiones de judíos, pero cuando en Israel se utiliza ese término no hace falta precisar que se alude a España. Eso pesa".

Son 31 años viajando a España, que le concedió la Encomienda de la Orden del Mérito Civil. Alumno becado y después profesor en los Cursos de Verano de la Universidad de Salamanca, incansable promotor del Instituto Cervantes de Tel Aviv, Haim enfatiza que los israelíes adoran el flamenco, visitar España, y su literatura mucho más que lo procedente de Italia o Francia. El amor se mezcla con la desconfianza. "Hay conflictos entre ambos países", dice con franqueza, "por el respaldo de los políticos españoles a la causa palestina, por la posición de su prensa". ¿Y Obama? ¿Es también propalestino? Haim frena y piensa.

"Es un presidente valiente, pero como israelí e historiador me parece que no conoce bien la mentalidad y el carácter de los pueblos de la región. Abusa del optimismo y la esperanza. Quiere reconciliarse con el mundo árabe y musulmán, pero no será fácil. El movimiento nacional árabe nace como reacción a la presencia extranjera en la región", explica Haim. Está en plena forma. Se zampa una crema de postre y suelta: "Obama y la UE tienen buena voluntad, pero la solución no puede dictarse... De facto, Jerusalén está dividido, pero no se puede crear un nuevo Berlín. La opinión pública israelí no lo permitirá".

Atisba una salida, fiel reflejo de su escepticismo: "En la política, de vez en cuando, también hay milagros".

Restaurante Libanés. Abu Gosh

- Humus.

- Falafel.

- Tres Kebab.

- Una Brocheta de cordero.

- Limonada.

- Crema Bavaria.

- Café.

Total: 200 shekels (37 euros).

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