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El lugar para el cambio de modelo

El motor innovador de la Universitat se abre paso contra viento y marea

Ignacio Zafra

Al lado de Valencia hay un complejo de 70.000 metros cuadrados que atesora algunos de los valores que la economía local podría tener y no tiene. Dentro trabajan algo más de 1.000 personas, el 80% licenciados y doctores. La primera compañía en instalarse aquí, Biopolis, dirigida por un premio nacional de Transferencia Tecnológica, cuenta entre sus más recientes logros con la sustitución del clásico y martirizado ratón de laboratorio por un gusano microbiano transparente (el caenorhabditis elegans), con una notable similitud genética con los humanos, al que someten a experimentos para alargar la vida (mediante el uso de compuestos antioxidantes), enfrentar el Alzheimer, y otros.

El parque científico recibe la primera empresa madura que ya gana dinero

El complejo se llama Parque Científico de la Universitat de València y ayer cubrió una fase de crecimiento con la apertura de la parte empresarial. Cuando esté acabado medirá 200.000 metros cuadrados, y de momento ha costado 50 millones de euros. "Últimamente se habla mucho de la necesidad de cambiar de modelo económico. Este sería el lugar para ese cambio de modelo", dijo Francisco Tomás, el rector de la universidad.

Las características de los parques científicos son conocidas: son espacios pensados para el encuentro de los mundos universitarios y empresariales: investigación avanzada y negocio. En Estados Unidos, varios países europeos y otras ciudades españolas funcionan desde hace años. El camino de los valencianos ha sido de todo menos fácil. No hace falta ir al planeado por la Universidad de Alicante (que Eduardo Zaplana se llevó por delante a conciencia en su primera legislatura) para constatar retrasos, falta de financiación, y un entorno económico que, salvo excepciones, ha sentido poco interés por la universidad y por la innovación.

¿Pruebas? La Universitat de València empezó a acudir a los concursos de Bruselas, del Gobierno y de la Generalitat en el año 2000. Nueve años después, pese a los innegables avances (es el más adelantado junto al de la Politécnica de Valencia) el parque no está ni a la mitad de su desarrollo. Y lo único que se sabe de la joya que lo debía coronar, el Instituto de Física Médica (el Ifimed), cuyo presupuesto, en torno a 120 millones de euros, supera el del resto del parque, es que el proyecto no ha sido cancelado por sus patrocinadores, los Gobiernos central y valenciano.

El parque alberga siete institutos de investigación (Robótica, Biodiversidad, Materiales, Molecular, Física Corpuscular y Tecnología de Alimentos) con personal científico de primer nivel. Su vivero aloja 22 empresas que están dando los primeros pasos. Nueve de ellas son spin off (surgidas de líneas de investigación). La mayoría se inserta en las grandes categorías de biotecnología y tecnologías de la información y la comunicación (las TIC), pero hay una que proviene del mundo de la lingüística y otra de la psicología sin dejar de ser innovadoras. El parque ofrece servicios avanzados (los mismos que usan los institutos), un acceso a Internet casi único en España (10 gigas), y tarifas munificentes: no busca beneficios sino alcanzar el equilibrio presupuestario.

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La tercera pata es la zona empresarial, inaugurada ayer. Biopolis, dirigida por Daniel Ramón, ha sido la primera en dejar el vivero y asentarse en ella. Y ya gana dinero. El año pasado facturó tres millones de euros.

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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