Zapatero busca aliarse con Obama
El jefe del Gobierno español se reúne hoy por primera vez con el nuevo presidente de EE UU - Pretende ser un socio preferente sin renunciar a la lealtad europea
José Luis Rodríguez Zapatero nunca será invitado a su rancho por Obama como hizo Bush con Aznar en febrero de 2003. Y ello porque Obama no tiene rancho, porque Zapatero no es su amigo, y porque la amistad entre Bush y Aznar se cimentó sobre el desencuentro del entonces presidente de EE UU con los dos principales líderes europeos de la época, el francés Jacques Chirac y el alemán Gerhard Schröder, por la invasión de Irak. Y Zapatero no está dispuesto a romper con Sarkozy y Merkel para acercarse al nuevo inquilino de la Casa Blanca.
Así se puso de manifiesto durante la cumbre del G-20 el pasado jueves en Londres. Zapatero acudió a la cita con los deberes hechos. El paquete español de estímulo fiscal equivale al 3,5% del PIB, por encima de sus socios comunitarios. Tenía argumentos para alinearse con Obama y exigir más esfuerzo a los demás. Prefirió defender, como Francia y Alemania, que se compruebe el efecto de las medidas adoptadas antes de tomar más. No podía olvidar que, si se ha colado en el G-20, es gracias a las gestiones de Sarkozy y el beneplácito de la UE.
El estadounidense hará un gesto de apoyo a la Alianza de Civilizaciones
La principal baza de Zapatero ante Washington es, precisamente, la presidencia europea que España ejercerá en el primer semestre de 2010. Está previsto que se celebre una cumbre EE UU-UE, en la que Zapatero ejercerá de anfitrión, incluso si la entrada en vigor del Tratado de Lisboa (una vez superado el referéndum irlandés) minimiza el papel del presidente de turno de la Unión. Y, además, debe negociarse la Nueva Agenda Trasatlántica, que redefinirá las relaciones de la UE con EE UU y sustituirá a la vigente, aprobada también bajo presidencia española en 1995.
La entrevista que hoy mantendrán Obama y Zapatero en Praga, al término de la cumbre entre EE UU y los Veintisiete no debería ser un acontecimiento excepcional. Durante su actual gira, el nuevo presidente de EE UU tiene previsto reunirse con una docena de mandatarios. Lo excepcional es que Bush y Zapatero no se entrevistasen nunca y que el gobernante español sólo pisase la Casa Blanca en noviembre pasado, como invitado a la cena que el ya presidente saliente ofreció a los mandatarios del G-20.
La reacción del Departamento de Estado, que se mostró "profundamente decepcionado" por el repliegue de las tropas españolas de Kosovo hizo temer que se reabrieran las heridas causadas por la retirada de Irak. Pero ahora las dos partes dan por superado el incidente, tras la entrevista que el fontanero mayor de Moncloa, Bernardino León, mantuvo con el consejero de Seguridad Nacional, James Jones y, el esfuerzo de Zapatero para recorrer más de 20.000 kilómetros y entrevistarse en Chile con el vicepresidente de EE UU, Joe Biden, el pasado fin de semana.
Tras su primer saludo con Obama (el miércoles, en la recepción que Isabel II ofreció a los líderes del G-20 en el Palacio de Buckingham), Zapatero se mostró convencido de que el entendimiento entre ambos será fácil. Frente a la antipatía mutua que se profesaba con Bush, Zapatero no oculta su admiración por el nuevo presidente ni su sintonía ideológica, hasta el punto de que ha calificado su programa de "socialdemócrata". En lo que constituye un buen presagio para Zapatero, fuentes de la Casa Blanca dijeron ayer que es probable que Obama salude el viernes por la noche en Estambul a los asistentes al Foro de la Alianza de Civilizaciones; entre ellos, el presidente español. Se trata de un gesto, aunque limitado, de respaldo a la iniciativa que Zapatero lanzó en septiembre de 2004 y siempre se topó con la indiferencia displicente de la Administración Bush. Tras haber comunicado al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, que acudiría al foro; y no incluirlo en la agenda oficial de su viaje, este saludo constituye una solución de compromiso por parte de Obama, sometido a la presión de los sectores más conservadores para que no acudiera.
En los poco más de dos meses que lleva su nuevo inquilino en la Casa Blanca, España ha multiplicado gestos para recuperar el tiempo perdido. Los Reyes estuvieron en febrero en Florida y los Príncipes en marzo en Nueva York, dentro de una campaña para promocionar los productos made in Spain y facilitar el acceso de las empresas españolas a los casi 800.000 millones de dólares del plan de reactivación de Obama.
Ahora sólo hace falta que se fije fecha para la primera visita de Zapatero a Washington, que debería tener lugar antes del verano, en el mejor de los casos, y en septiembre, coincidiendo con la Asamblea General de la ONU y la nueva cita del G-20, como mal menor. Pero toda relación es un qui pro quo y Zapatero tenía ya, antes de verse con Obama, dos peticiones sobre la mesa: el aumento del compromiso español con la estabilización de Afganistán y la acogida de internos de la prisión de Guantánamo.
La respuesta inicial de Zapatero fue traspasar la pelota a la UE. El presidente español abogó por dar una "respuesta europea" tanto a las demandas en Afganistán (mediante el envío de la Gendarmería Europea, de la que forma parte la Guardia Civil), como a la acogida de los presos del penal ilegal levantado por el ex presidente George W. Bush en suelo cubano.
Al final, sin embargo, los compromisos los asume cada país de forma soberana. Por eso, Zapatero anunció ayer en Estrasburgo el envío de un batallón disminuido (450 soldados) para garantizar la seguridad de las elecciones afganas. Y no debe esperar mucho antes de responder cómo ayudará España al cierre de Guantánamo.
Cita de media hora en Praga
A las 14.55 de hoy, en el centro de Congresos de Praga, y con una duración aproximada de media hora. Ésa es la previsión para la primera entrevista entre Zapatero y Obama. La cita se ha adelantado una hora, por lo que es probable que se vean imágenes en los informativos de mediodía. En cambio, no habrá rueda de prensa conjunta como las que hubo con el británico Brown, el francés Sarkozy o la alemana Merkel, por lo que no se podrán conocer de primera mano las impresiones de Obama. Para escuchar a Zapatero, habrá que esperar a Turquía, donde comparecerá a última hora con el primer ministro Tayyip Erdongan, ya que volará a Estambul justo después de la entrevista. Antes, durante el almuerzo de los mandatarios de la Unión con el presidente de EE UU, Zapatero se encargará de explicarle la política exterior de la UE en la amplia zona que va del Mediterráneo a Pakistán, pasando por Oriente Próximo e Irán. Demasiados asuntos para una intervención de apenas cuatro minutos, como las de Brown, sobre la crisis económica, o el primer ministro sueco, Fredrik Reinfeldt sobre cambio climático. Suecia y España sucederán a la República Checa al frente de la UE y por eso les ha correspondido hablar en nombre de los 27.
Un capítulo obligatorio serán las relaciones con América Latina. Hace tiempo que Madrid aboga por coordinar con Washington su política en la región, pero este planteamiento era inviable con Bush. La revisión de la política de EE UU hacia Cuba abre una la vía de diálogo, aunque la Casa Blanca ha descartado levantar el embargo hasta que haya signos de democratización.
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