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Entrevista:FERNANDO REDONDO | Centrocampista histórico del Madrid y héroe de Old Trafford | Liga de Campeones

"Sólo pensábamos en cómo hacer daño"

Diego Torres

Después de asistir a un autopase de tacón que dio la vuelta al mundo por su belleza insólita, el técnico derrotado del Manchester, Sir Alex Ferguson, le hizo una reverencia al jugador que acababa de dejarlo fuera de la Copa de Europa en su propio campo: "¿Qué tiene este hombre en el pie? ¿Un imán?". Se refería a Fernando Redondo (Buenos Aires, 1969). El caudillo del último Madrid que ganó la Liga de Campeones pasando por Inglaterra. El hombre que dejó para la historia un partido que simboliza una época gloriosa. La clase de eliminatoria que alimenta la leyenda del Madrid en Europa y, sobre todo, en las Islas Británicas, a donde regresa hoy para enfrentar al Liverpool.

Pregunta. ¿Por qué cree que los hinchas evocan aquél partido como un hito para el club?

"Nunca estudiábamos cómo recuperar la pelota. Habría sido de acobardados"
"Fuimos a Manchester sin todas las de ganar. Más o menos como ahora a Liverpool"
"Ese taconazo no se lo vi a nadie. De chico sueñas crear tu 'gambeta', tu marca"
"De infantil me ponían de enganche por la izquierda. Era como jugar con un ojo tapado"
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Respuesta. A mí a veces la gente me habla de "aquella semifinal contra el Manchester", o de "aquella final contra el Manchester". Y sólo fueron unos cuartos. Nadie se acuerda de la final contra el Valencia, ni de las semifinales con el Bayern.

P. ¿Y usted?

R. Yo también lo tengo mucho más presente. Tal vez porque no fuimos a Old Trafford con todas las de ganar. En el Bernabéu habíamos empatado a cero. El Manchester era el campeón de Europa y hacía más de un año que no perdía en su campo.

P. ¿Qué es lo primero que le viene a la cabeza?

R. El público. Después del partido toda la gente se puso de pie y nos despidió con una ovación. Ese reconocimiento en una instancia como esa, de una hinchada eliminada, es algo que dignifica el fútbol. Nunca vi algo igual.

P. Usted es recordado por su partido en Old Trafford, pero poca gente evoca su papel fundamental en final de la séptima.

R. Los dos equipos jugamos a no cometer errores. Heynckes puso a Karembeu a marcar a Zidane. Yo mismo hice labores más tácticas. Zidane no debía recibir con espacios. No todos los partidos se juegan y se ganan de la misma manera. Los equipos maduros son aquellos que resuelven distintas situaciones de distinta forma. Por más que se prevean ciertas cosas, la acción del partido siempre te obliga a cambiar.

P. ¿Cómo fue la charla táctica en Old Trafford?

R. Del Bosque, antes del partido, nos dijo que el Manchester saldría a imponer su condición de local y que debíamos impedirlo quitándoles la pelota. El mensaje fue que hiciéramos nuestro fútbol desde el primer minuto. Nosotros creíamos en nosotros mismos. Es lo que tiene el Madrid. El convencimiento de que se puede invertir cualquier situación. Algo que hace que los rivales te respeten y que te permite tomar la iniciativa. Ahora, en Anfield, el Liverpool lo va a tener en cuenta. La diferencia de goles no es relevante. Soy optimista.

P. ¿De dónde surge su complicidad con Del Bosque?

R. Él fue volante central y entendía la posición. Me hizo sentir bien desde el principio. Me dio las libertades necesarias para hacer nuestro juego. Creía en el jugador. No todos los técnicos conceden importancia al futbolista. Él lo hacía y sabía transmitirlo.

P. Cuando dice que en Old Trafford los jugadores creían en sí mismos: ¿a qué argumentos futbolísticos se refiere?

R. Primero, a la mentalidad ganadora. No arrugar nunca en ningún campo. Segundo, a Raúl, que en cualquier momento te definía un partido.

P. La media del Manchester se formó con Beckham, Keane, Scholes y Giggs. Un cuarteto legendario. El centro del campo del Madrid eran tres hombres: usted, con Savio a la izquierda y McManaman a la derecha. ¿No se plantearon antes del partido cómo recuperar el balón si lo perdían?

R. Nunca pensábamos en cómo haríamos para recuperar la pelota. Habría sido la mentalidad de un equipo acobardado. Nosotros pensábamos en cómo abrir el campo para aprovechar todos los espacios, cómo tener equilibrio y cómo atacar. Pensábamos en cómo hacerles daño.

P. ¿Cómo consiguieron tener volumen de juego en el medio, equilibrando la superioridad numérica del Manchester?

R. En esa etapa tenía un nexo muy importante con Raúl. Él se tiraba entre líneas y funcionaba como un enganche. Así rompíamos la línea de presión de los centrocampistas rivales. Raúl recibía a la espalda del medio centro, se giraba y encaraba con espacios. Macca y Savio hicieron una gran Champions. Y Roberto Carlos, tanto si le dabas la pelota al pie como al vacío, llegaba siempre, sabía terminar, y también participaba en ese diálogo que supone toda elaboración.

P. ¿No les preocupó tener un portero de sólo 18 años?

R. Nunca sentimos que Casillas fuese inmaduro. Tenía aplomo. Tenía la pasta de los jugadores distintos.

P. ¿Dónde se inicia la jugada del tercer gol?

R. En el área nuestra. Roberto Carlos toca para Savio, Savio tira una pared conmigo, y yo paso la línea del medio campo. Levanto la cabeza y veo que arrancan Morientes y Raúl, pero marcados y sin pase claro. Berg, un central, me está cerrando la banda. Amago, me abro, y él me sigue arrimándome contra la raya. Intento irme con el cuerpo, controlando el balón, pero Berg no afloja. Entonces pienso en esta opción.

P. ¿El taconazo era algo que había entrenado previamente?

R. Sí, pero nunca lo había hecho en un partido de Primera. Sólo en las inferiores de Argentinos.

P. ¿Se lo vio hacer a alguien?

R. No. Cuando eres chico sueñas con innovar. Con inventar tu gambeta. La cosa pasó por ahí. Esa era una de mis gambetas. Como una marca. Lo que nunca piensas es que como profesional te pueda salir. Y menos en un partido como aquél. Tienes que decidirlo en un momento y lo haces sin pensar. El talento de un futbolista, más allá de la capacidad técnica, consiste en la capacidad resolutoria. La diferencia entre un gran jugador y un crack es que uno siempre elige la mejor opción y otro no.

P. Entonces: Berg lo encima y usted, que iba por la banda hacia el córner, se gira mirando hacia fuera, dándole la espalda a la portería, y con la zurda suelta el taconazo. El balón pasa a la espalda de Berg y sigue hacia la línea de fondo. ¿Dónde está la mayor dificultad de la jugada?

R. Básicamente, en conseguir que el taconazo envíe la pelota con la fuerza justa para que no se vaya por la raya del fondo antes de que llegues tú.

P. ¿Y Berg por qué no sigue por donde iba?

R. Pierde de vista un segundo la pelota y se desorienta. Ahí me voy por afuera y me quedo solo. Sin marcadores cerca. Ni de frente, ni por detrás. Eso me da tiempo de levantar la cabeza y esperar a que llegue Raúl. Para mí, el principal mérito de la jugada está en levantar la cabeza y esperar.

P. ¿Qué pensó cuando fue gol?

R. Siempre disfruté más con una gambeta, un caño, o una pared, que con hacer un gol. Y este fue un gol en concordia con mi manera de sentir el fútbol.

P. Cuando usted empezó en Argentinos, a principios de los ochenta, los medios centros no eran tan exuberantes. ¿De dónde le viene la vena creativa?

R. De chico jugaba de enganche por izquierda. Aunque mi posición natural está en el medio campo. En el fútbol hay especialistas y hay jugadores que lo hacen bien en distintos puestos. Para mí, jugar a la izquierda era como jugar con un ojo tapado.

P. ¿Qué centrocampistas le gustan?

R. Gago puede desarrollarse mucho a partir de su toque. También me gustan Iniesta y Xavi.

Roy Keane persigue a Redondo en Old Trafford.
Roy Keane persigue a Redondo en Old Trafford.REUTERS

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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