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Un hombre mata a su esposa a puñaladas en Vallecas

El agresor se presentó en una comisaría con la ropa ensangrentada

No le dio tiempo ni a poner su nombre en el buzón. María Nieves M. G., de 35 años, llevaba apenas tres meses viviendo en el número 25 de la calle Corral de Almaguer. Un edificio solitario, de ladrillo visto, rodeado de solares en construcción en la nueva zona residencial del Ensanche de Vallecas. El piso le había tocado en un sorteo de vivienda protegida en alquiler del IVIMA. El primero C, en el portal C. Allí la encontró ayer la policía a primera hora de la tarde. En el suelo de la cocina, muerta, tendida boca abajo sobre un gran charco de sangre.

Fue su marido, Jaime G. F., de 36 años, el que alertó a la policía. Se presentó en la comisaría de Hortaleza, con la ropa ensangrentada, y contó que había matado a su mujer con un cuchillo, según relató un portavoz policial. Cuando el coche patrulla llegó a la dirección que había dado, se encontró allí una ambulancia del Summa. Un vecino se había cruzado con Jaime cuando salía del portal camino de la comisaría. El presunto asesino le entregó las llaves del primero C y le dijo lo mismo que repetiría después ante los agentes: "He matado a mi mujer". El vecino llamó al 112.

Todo comenzó por una discusión. Hasta que él cogió un cuchillo

El cuchillo estaba al lado del cadáver. Los sanitarios se limitaron a tomar el pulso a Nieves y comprobar que estaba muerta. Desangrada. Sus heridas no eran recientes, aseguró una portavoz del Summa 112. Jaime contó algo más en comisaría. Dijo que había empezado una discusión con su mujer a media mañana. Que "se fue acalorando" y "subiendo de tono", según relató un portavoz de la policía, hasta que cogió un cuchillo y la apuñaló. Tras la confesión, quedó detenido. No tiene antecedentes policiales, ni consta ninguna denuncia ni orden de alejamiento contra él por violencia machista.

Nieves había sido la presidenta de su comunidad de vecinos. Eso también le tocó por sorteo. Por eso, todos la conocían ayer, pese a llevar tan poco tiempo viviendo en el edificio. Sabían que tenía una hija pequeña, de unos cuatro años, y que no trabajaba fuera de casa. Sabían también que su marido, "el cojo", trabaja de noche y que se había ofrecido a todos los vecinos para instalarles los cierres de las persianas por su cuenta a buen precio. Antonio, del tercero, incluso sabía que Jaime trabaja de vigilante jurado nocturno en el hospital Infanta Leonor de Vallecas. Estuvo "dos veces" en su casa, contaba ayer, "una con la niña, Carla". Como Jaime no sabía qué hacer con tanto trasto después de la mudanza, le regaló un DVD que no ha conseguido que funcione, una caja llena de volúmenes de la enciclopedia Salvat y algo que cree que es una agenda electrónica. Él le invitó a una cerveza. Un buen vecino, aparentemente. "Nunca me hubiera imaginado esto", decía ayer.

La familia de Nieves fue llegando poco a poco al edificio. La madre, a la que tuvo que atender el Summa 112, estaba devastada. "Que le han quitado la vida. Si no ha hecho nada, madre mía. Ay, Señor, ay, qué asesino", lloraba.Una decena de familiares seguía frente el edificio a las nueve de la noche. El padre había sido el último en llegar. Ninguno estaba como para hablar. Enseguida se metieron en tres coches y se fueron. Justo después se marcharon las dos furgonetas, cada una con un equipo de apoyo psicológico de varias personas, que había mandado el 112 para atenderles. La agencia Efe informó, citando fuentes policiales, de que Jaime había llamado a los padres de su mujer para decirles que esta tarde tenían que recoger a la niña del colegio.

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Charo, la vecina de enfrente, ni siquiera sabía lo que había pasado a metro y medio de su puerta. "¿Cómo? ¿Que la ha matado?", repetía. Había llegado de trabajar y ni siquiera había encendido el televisor. Antonio, el del tercero, sí. Pero ni por esas acababa de dar crédito. Ayer, de repente, recordó una frase que le dijo Jaime aquella vez que lo invitó a tomar una cerveza. Le había enseñado una foto suya de joven, de cuando fue legionario. "Pues mira yo qué manos tengo para matar legionarios", dijo que soltó Jaime. No le dio mayor importancia. Cosas que se dicen. Fanfarronadas. Tonterías. Ayer se acordó de la frase y le cambió la cara.

Hacía casi un mes que Nieves ya no era presidenta de la comunidad. Los vecinos escribieron una carta al Ivima para pedir que la relevaran de su cargo. "No asumía sus responsabilidades, no venía a las reuniones y no nos enterábamos de nada", contaba ayer una pareja del cuarto. Era Jaime el que acudía en su lugar a las reuniones y decía que ella no podía ocuparse de las tareas de la presidencia. Contaba también que Nieves trabajaba en casa. A algún vecino le dijo que "por Internet"; a otro, que "por teléfono". Charo aseguraba que la pareja todavía no se había trasladado del todo a su nuevo piso del Ensanche de Vallecas, porque querían que la niña acabara el curso en el colegio de siempre.

La de ayer es la segunda víctima de la violencia machista en lo que va de año en la región. El 5 de febrero una mujer ecuatoriana de 25 años fue asesinada en Parla, presuntamente a manos de su amante, de 33 años y de la misma nacionalidad. Cuando la apuñaló, su hijo estaba delante.

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