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Reportaje:

Especializarse o cerrar

Las tiendas de música aguantan la crisis gracias al vinilo y a un público formado

Es de todos sabido: la industria discográfica se encuentra en crisis. Las noticias refieren el descenso de ventas, despidos en las multinacionales del disco y cierres de tiendas del ramo, último eslabón tradicional en la cadena que vincula artista y público. Sin embargo, de la misma manera que muchas tiendas cierran, otras se mantienen abiertas, gozan de buena salud y observan con prudencia y prevención aunque sin derrotismo el futuro que aguarda, incierto en cualquier caso. Antes eran las últimas de la fila, hoy en día son las primeras.

Un ejemplo diáfano lo constituye CD Drome, un pequeño establecimiento especializada en el pop y rock alternativo situado en la calle de Valldoncella. Uno de sus propietarios, Oriol Valls, explicita la evolución del mercado tomando como ejemplo el grupo Portishead: "Cuando editaron su penúltimo disco en 1998 nosotros ni éramos considerados punto de venta por las discográficas porque nuestra cifras les parecían ridículas y nuestro público insignificante. Cuando en 2008 Portishead editaron su último trabajo, fuimos considerados uno de los referentes por esa misma industria del disco, que no ha tenido más remedio que aceptar nuestro papel, porque nuestra especialización nos pone en contacto con el público natural de ese tipo de música, la que sigue vendiendo soporte".El mismo cuento se podría aplicar a Revólver, situada en la calle de Tallers y centrada en rock de corte alternativo, "sin que ello nos lleve a hacer ascos a otros estilos", asegura Jesús Moreno, su alma mater. "Nuestro público sabe que sólo aquí puede encontrar ciertas referencias, sabe que se va a sentir bien cuidado, que sus gustos jamás serán considerados excéntricos y que estamos aquí para ponerle en contacto con sus músicos predilectos". Como tienda especializada, Revólver trabaja mucho la importación, igual que CD Drome, y ambas, junto al resto de las tiendas de su perfil, comparten otros aspectos. Uno de ellos es que tienen en tienda muchas referencias y poca cantidad de ejemplares por cada una de ellas, porque, como señala Oriol Valls, "la multiplicidad de fuentes de información diversifica el interés del público y sus compras". En otras palabras: hoy se venden menos unidades de cada disco pero al mismo tiempo se vende música de más artistas.

"El público que mantiene el negocio es el que años atrás fue despreciado"

Otro aspecto que han percibido los vendedores de discos es que "antes había más inmediatez en la compra, y cuando salía un disco el fan estaba en la tienda al día siguiente. Ahora se lo descargan, se lo escuchan y si les gusta se lo acaban comprando", indica Jesús Moreno.

En pocas palabras, hay un tipo de público que, pese a todo, sigue comprando música. Por ello Miquel Noguera, de la Martulina Divina de Vic, apela al optimismo al asegurar: "Si pese a ser el país con más descargas salvajes de Europa, tener la industria más débil y la menor presencia de música en los medios aún vendemos soporte, eso quiere decir que hay esperanza". Para Miquel, esta esperanza tiene incluso nombre: "Me hace especialmente feliz que en una tienda como la mía hayamos ayudado a hacer de Manel un grupo popular. Gracias al boca oído hemos vendido 180 unidades de su disco de debut, lo que resulta una cantidad poco menos que asombrosa que denota que el comprador de música sigue existiendo". Dada su ubicación en Vic y pese a que vive también de las localidades cercanas, la Martolina no puede permitirse el lujo de una especialización exhaustiva, "ya que tenemos todo tipo de público en busca de atención", pero cuando se le pregunta cual es su modelo, Miquel no duda: Disco 100.

Disco 100 es una tienda que como dice, Jesús Mayor, propietario y fundador de la misma hace ya 30 años, "está especializada en todo". La afirmación disipa el hipotético farol con sólo mirar el escaparate: de Amaia Montero a Art Tatum y de Beethoven a Patsy Cline. "No bromeo, pídenos lo que quieras, tenemos en la tienda 108.000 referencias de todo tipo de música", dice Mayor mientras manosea los 23 compactos diferentes que tiene de Stan Kenton.

Jesús Mayor, cuyo establecimiento no vende a través de la red y comienza a informatizarse ahora, pone el dedo en la llaga al denotar los dos cambios fundamentales que ha acarreado la crisis del disco: "Por un lado ha reflotado el vinilo, el buen soporte, un vinilo de 180 gramos o más. Su ascenso resulta imparable y continuado. Por otro lado, hay que significar que quien ha dejado de comprar discos es el que compraba lo que las discográficas llamaban objetivo, la música más popular, la del éxito inmediato y renovable. Ese público sólo compra por navidades, es el que descarga más música y el que ha perdido los centros comerciales y grandes superficies que ahora disminuyen la exposición de disco". Este punto de vista, compartido por los responsables de Cd Drome, la Martulina y Revólver, explicaría por qué estos establecimientos siguen vivos. Ellos, al igual que su público, eran los últimos. Hoy son los primeros. Y casi los únicos. Como dice Oriol Valls, "el público que mantiene el negocio es el que fue despreciado años atrás".

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