Con los ojos del águila
Aunque Cristina Lucas viene de Jaén, de Úbeda para ser exactos, lleva ya mucho tiempo en Madrid, desde que viniese a estudiar a la Facultad de Bellas Artes a principios de los noventa. "En esa época había una cierta tendencia performática con sitios como la Galería Cruce, ahora poco queda", comenta. Lucas está trabajando como siempre y, al mismo tiempo, como nunca. Curranta de toda la vida, desde hace cinco años su trabajo se ha internacionalizado: la Bienal de Singapur, el Palais de Tokio de París, la Bienal de Estambul, la reciente de São Paulo o la próxima Bienal de La Habana...
El encuentro con ella es en la plaza de Marqués de Vadillo, al otro lado del Manzanares, desde donde se divisa Madrid con la mínima distancia. "Siempre he vivido en Carabanchel, en la entrada tradicional de Madrid, en el paseo Imperial. Está suficientemente lejos del follón para que no sea demasiado intensa la vida a todas horas pero bastante cerca para escaparte en un momento", dice.
"Aquí nos se puede dar el salto, ¿por qué puñetas hay que irse?"
Sus ojos, de una curiosidad extrema, como la de los niños. Capaces de generar imágenes como Los amos, en la que se ven perros paseados por correas infinitas desde las terrazas de las colmenas de la M-30.
Mientras muestra su trabajo, ingente, político y con humor; soñador, buscador de diálogos y acusador de discursos, Lucas se emociona, acelera el verbo, se le levanta algo el labio superior y ríe mucho. Sus trabajos, como el que mostrará próximamente en La Habana, Soldados.com, enseñan con descaro su clave: una curiosidad que lleva a la perplejidad. En esa pieza, se asiste a una concienzuda investigación telefónica ilustrada con las imágenes de promoción del Ejército español. Lucas habla interminablemente con los funcionarios militares encargados de informar sobre el reclutamiento y las condiciones laborales del Ejército. El vídeo es tan desternillante como aterrador. "No te querían dar la información, tienen todavía esa cosa patriótica de estar defendiendo algo; y mira, no, macho, cuánto ganamos, qué pasa con los extranjeros, qué seguro de trabajo tienes en caso de accidente, de muerte, cómo son los sueldos Es una información pública", defiende.
Guiada por esa misma curiosidad, desarrolló una de sus piezas con mayor repercusión, Más luz (2004), que se estrenó en Casa de América. Un vídeo en el que se podían ver las conversaciones que la artista tuvo con diferentes curas en secreto de confesión: "Les decía que yo era artista y les preguntaba por qué la Iglesia y el arte se habían alejado tanto. Qué había pasado con lo de que a través de la belleza el hombre se acercaba a Dios Intenté ser seria y sacar a flote una conversación sobre arte y religión, pero imposible, la gente se partía de risa al verlo", recuerda. Sin embargo, con esa obra Lucas consiguió galería: "Juana de Aizpuru (Barquillo, 44) vino y me dijo que quería comprar la pieza y que trabajara con ella". La exposición se completaba con una foto en la que la artista tapa el sol con un dedo al aire.
Pregunta. ¿Qué es lo mejor que tiene Madrid en lo referido al arte?
Respuesta. No sé qué sucede que desde Dinamarca, París, Londres o Amsterdam es posible dar un salto y existir internacionalmente y desde Madrid no. Por qué puñetas hay que irse tan obligatoriamente. Creo que hay que salir, para volver. Nunca me ha gustado la figura del artista español emigrado, que no ha conseguido nada, que no quiere volver porque entiende que es un fracaso, que tendría que volver con el rabo entre las piernas y que prefiere vivir en Nueva York o Londres cutremente como si eso le diera un estatus mayor. Eso me da una pena Aunque sé que hay que tener un pie dentro y otro fuera.
P. ¿Dónde quiere hacerse la foto?
R. No sé, quizá en una azotea. Estoy obsesionada con las alturas, me acuerdo de Nietzsche: "Semejante al águila que desde las alturas fija su mirada largo tiempo en los abismos".
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