La costa donde vive Nemo
Mucho surf y buceo en la Gran Barrera de Coral, en Australia, donde esperan cientos de especies tropicales como el célebre pez payaso de la película
Aterrizamos en el aeropuerto de Ballina para subir por la costa hasta Cairns. Y recorremos cientos de kilómetros sobre la autopista 1, que precisamente de eso, de autopista, no tiene nada, ya que es de un solo carril.
El objetivo es cubrir gran parte del Estado de Queensland, el segundo de los seis que conforman el país. Antes de adentrarnos en la zona, hacemos una parada en Byron Bay (Nueva Gales del Sur), el extremo más oriental de Australia. Estar en uno de los centros históricos del surf y no disfrutar sus playas sería imperdonable. A pesar de ser invierno, el tiempo es magnífico y la temperatura del agua no baja de los 24 grados. Tras consultar la previsión del tiempo y alquilar un par de longboards (las tablas para principiantes) nos vamos a la playa. A las nueve de la mañana es hora punta. No menos de 40 cuerpos enfundados en neopreno reman para disfrutar de las sensaciones de cabalgar una ola. El día es soleado, y el ambiente, relajado, pero las conversaciones de los locales giran sobre el mismo tema: el ataque de un tiburón a un surfista el día anterior. Por eso estaba la televisión. Quizá sea el momento de irse a la orilla y poner rumbo al norte.
El surf es uno de los deportes nacionales de Australia. Cualquier día al amanecer te puedes cruzar con decenas de furgonetas buscando la mejor playa para hacer surf. Gente de todas las edades, de 15 a 65 años, pueblan las playas cada mañana deseando divertirse y hacer ejercicio. Lo volvemos a comprobar en Coolangata, el comienzo de Queensland; Surfers Paradise, que con ese nombre no necesita demasiada explicación, y Noosa Heads, el último lugar con olas lo suficientemente atractivas como para hacer surf. A partir de ahí hay que cambiar la tabla por las aletas. No hubo tiempo de visitar Brisbane, la capital del Estado. Otra vez será; qué son 28 horas de viaje.
Aprovechamos nuestro paso por Hervey Bay para hacer una visita a Fraser Island, la isla de arena más grande del mundo, con sus 123 kilómetros de longitud y 25 de ancho. Este enclave ofrece varias postales espectaculares: desde Las Catedrales, unos acantilados de arena rojiza que ocupan casi 20 kilómetros, pasando por el Lake Allom, donde pueden verse tortugas de agua dulce, y un sitio especial: el lago Mackenzie, cuya agua dulce y arena blanca lo convierten en el principal atractivo de la isla. Bañarse en él e incluso beber su agua es toda una experiencia. Sobre todo cuando tras dar no más de 30 brazadas te encuentras con que el fondo pasa de tener dos metros a más de 35, lo que hace mutar su color de un azul zafiro a un negro zaíno.
La línea de salida
Vuelta a la carretera. Los contrastes de paisajes y las horas sin cruzarte prácticamente con ningún coche generan sensaciones potentes y placenteras. Estamos ya en Bundaberg, línea de salida de la Gran Barrera de Arrecifes de Coral, patrimonio de la humanidad desde 1981 e integrada por 2.300 islas y 3.000 arrecifes que se extienden a lo largo de más de 2.000 kilómetros hasta Cape York, en los que se concentra toda la belleza inimaginable bajo el agua.
Tras un empacho de 700 kilómetros hacemos una parada en otro de los cientos de rincones paradisíacos de este país: las Whitsunday Islands. En Airlie Beach, una ciudad con el glamour de unas chanclas, cogemos el que será nuestro barco durante tres días. Navegamos por la zona y aprovechamos varios momentos para hacer snorkeling (buceo con gafas, tubo y aletas). El primero, junto a Whiteheaven Beach, una de las mejores playas del mundo, con sus nueve kilómetros de arena blanca. El resto de ellos transcurren, entre otros, en Langford Reef y Heart Reef, donde podemos ver y disfrutar de un gran número de especies de arrecifes y peces, uno de ellos, el archiconocido y publicitado pez payaso de la película Buscando a Nemo.
Dejamos lo mejor para el final. El momento de bucear en la mejor zona de arrecifes, la que está a unos cincuenta kilómetros de la costa. Para ello nos dirigimos a Cairns, aunque hay quien prefiere Towsville o Port Douglas, que son igualmente recomendables. La ciudad está pensada para ofrecer a los buceadores profesionales y neófitos todas las posibilidades. Nos dirigimos al CDC Cairns Dive Centre (recomendado por algunos buceadores en varios foros de Internet) para contratar nuestro "bautizo". La jornada comienza a las ocho de la mañana en el puerto de la ciudad. Tras dos horas en un barco con turistas venidos de todo el mundo alcanzamos la zona donde nos vamos a sumergir: Moore y Thetford Reefs. Una hora de formación en cubierta y a zambullirse. Nuestro instructor, australiano de nacimiento, aunque su madre es de Bután, nos ayuda con todo el protocolo de vestirse y ponerse la botella (nunca bombona). Un salto al agua y entramos en una nueva dimensión. Como Doug nos ha dicho antes, el buceo permite ser plenamente consciente de las tres dimensiones en las que vivimos. No sólo eso, también del privilegio de aprender en uno de los mejores sitios del mundo, algo así como empezar a conducir en Monza.
Cientos de peces y arrecifes están al alcance de la mano. Corales blandos y duros, mantas, meros patateros y de coral, morenas, peces cabra... Todo un mundo antes desconocido y ahora por fin visible. Con los oídos ligeramente comprimidos y el corazón a 150 pulsaciones tocamos el fondo marino. ¿Cómo explicar lo que se siente? Algo así como que te traigan el regalo que querías el día de Reyes. Y sin mandar ninguna carta.
Guía
Cómo ir
» Nobel Tours (www.nobeltours.com) ofrece paquetes para recorrer Australia con noches de alojamiento en Cairns y visitas a la Gran Barrera. Desde 3.525 euros (12 noches) más tasas y suplementos. También hay un paquete fly&drive (18 noches) desde 2.845.
» Ambassador Tours (www.ambassadortours.es) ofrece un circuito de 21 días (tres noches en Cairns) desde 5.976 euros. Salidas en 2009.
Información
» Parque Marino de la Gran Barrera de Coral (www.gbrmpa.gov.au).
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