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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Rosella Hightower, bailarina y coreógrafa

Dirigió el Ballet de la Ópera de París y el de Marsella

La gran bailarina y maestra estadounidense Rosella Hightower murió el martes en Cannes a los 88 años. Había nacido en enero de 1920 en Ardmore (Oklahoma), y era una de las primeras grandes estrellas del ballet americano de ascendencia india, junto a otras nativas como Marie y Majorie Tallchief o Moscelyne Larkin. Está presente en el ánimo de todos como "Maestra de Maestros". Virtuosa, legendaria en su bravura y su técnica a prueba de fuego, la historiografía del ballet tiene en Rosella una de sus diosas. Sus puntas de acero, su giro, su prestancia y su ataque son inolvidables haciendo valer aquello de que "el ballet hoy no es lo que era". Su vals de Las sílfides, su Reina de las Willis, su Don Quijote, su Cisne Negro o su Sílfide (montada por Harald Lander en 1953) han sido ejemplos de limpieza y rigor y, sobre todo, de encarnaciones personales de esos personajes del ballet clásico. Rosella fue una de las mejores bailarinas del siglo XX, de las más seguras, de las de más larga y polifacética carrera; bordó Coppelia, la musa Calíope de Apolo Musageta, el impromptu de Baile de graduados, Tema y variaciones o el Pájaro azul. De todo ese saber, sale la gran profesora. Del conjunto de tanta experiencia creativa sale cristalizado ese concepto sacro de la danza que fue capaz de transmitir cuando dejó las tablas y se estableció en Cannes, fundando en 1962 el Centre de Danse Classique.

Rosella Hightower fue una mujer generosa que desbordaba una humanística ejemplar en sus discípulos (entre ellos el español José Martínez). Fue la primera estadounidense en llegar a ser una étoile en escenarios europeos. Sus últimas galas en enero de 1962 en París con Erik Bruhn, Sonia Arova y Rudolf Nureyev fueron retratadas por Serge Lido y son ya mitológicas.

Había comenzado a estudiar en Kansas City con Dorothy Perkins, y muy joven llama la atención de Massine, que la recluta para los Ballets Russes de Montecarlo entre 1938 y 1941, en que pasa al American Ballet Theatre. Allí bailó su primera Giselle reemplazando a una indispuesta Alicia Markova y obtuvo su primer gran triunfo. Después de una agitada temporada en 1947 con el Original Ballet Russe, el marqués de Cuevas la lleva a su Nouveau Ballet de Monte-Carlo y en París es aclamada por su dinámica y virtuosismo. Entre sus grandes ballets de 1952 estuvieron Doña Inés de Castro (Ana Ricarda) y Piège de lumière (John Taras); Corrida (David Lichine), Rondo capriccioso (Bronislava Nijinska) y Variations (Maurice Béjart, 1969).

Entre 1969 y 1972 dirigió el Ballet de la Ópera de Marsella (donde montó su primera Bella para Margot Fonteyn y Nureyev) y seguidamente el Don Quijote; entre 1973 y 1974 dirige el Ballet de Nancy. En 1981 sustituye a Violette Verdy como directora del Ballet de la Ópera de París y permanece hasta 1983. En 1982 monta su exitosa segunda Bella con diseños de Bernard Daydé, que se estrenó en el Palacio de Congresos de París. En diciembre del mismo año produjo con Georges Hirsch un memorable Cascanueces. En 1985 dirige temporalmente el Ballet del Teatro alla Scala de Milán y monta El lago de los cisnes, con libreto y escenarios de Franco Zefirelli.

La Rosella coreógrafa tuvo una larga trayectoria que empieza con piezas creadas para Alicia Markova; ideó Pleasuredrome (1949, Metropolitan), Salomé (Cuevas, 1950) y Scaramouche (1951).

Vi a Rosella Hightower sobre el escenario por última vez en un emocionante dúo con Jean Babilée en el Festival de Aviñón de 1988 (L. et eux, la nuit, François Verret), vestida de color celeste, con su pelo corto blanco, y su movimiento todavía fuerte y potente. Su decisión escénica era la de una gran estrella. En 2000 recibió el Premio Una Vida por la Danza del Festival de Ballet de Miami y en 2002 el Premio Irene Lidova en Cannes.

Rosella Hightower y Rudolf Nureyev, en 1962.
Rosella Hightower y Rudolf Nureyev, en 1962.AFP

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