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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La rémora de Brown

El líder británico sueña con revertir la gran ventaja de los 'tories' superando la crisis económica

Gordon Brown quiere luchar contra las circunstancias y también contra su propia personalidad de político indeciso y apagado para seguir en el 10 de Downing Street. Una tarea titánica a la vista de las divisiones dentro del Partido Laborista y de los más de 20 puntos de ventaja que tienen los conservadores de David Cameron. Pero ayer, en la clausura del congreso de los labour en Manchester, el primer ministro británico recuperó por un momento el pulso y la retórica laboristas y consiguió convencer a las bases de su partido. Los argumentos son conocidos: construir una sociedad más justa mediante una mejora de la educación y la sanidad y contribuir a la reconstrucción del sistema financiero mundial a través de la transparencia, el saneamiento bancario y la coordinación de los Gobiernos.

Brown tiene en teoría todo perdido: las encuestas, el liderazgo, la economía, con el desempleo desbocado y la amenaza de una recesión a la vuelta de la esquina, frente a la frescura y juventud de Cameron. Y sin embargo, por paradójico que pueda parecer, la pésima coyuntura actual es un balón de oxígeno para este escocés poco dado a la comunicación, que llegó al poder hace ya 15 meses tras la retirada de Tony Blair. Es harto improbable que los dirigentes laboristas decidan sacarlo de la jefatura de Gobierno en plena crisis financiera. Nadie, incluido su sucesor en la sombra, David Miliband, secretario del Foreign Office -a quien no le ha salido el congreso como esperaba-, está mejor preparado para gestionar la crisis al haber sido durante 10 años el responsable de la cartera de Economía.

Pero una vez que escampe en la City y los parámetros económicos remonten, los laboristas deberán enfrentar el drama de tener no sólo que asumir que Brown es un rey menguante, sino que, además, el Nuevo Laborismo que encumbró a Blair a la gloria en 1997 tras 18 años de mandato tory se ha quedado hueco, desorientado y sin otro objetivo que desgarrarse en el combate por el liderazgo. Brown quizá realice en las próximas semanas algún maquillaje como el de un reajuste ministerial, pero es dudoso que baste para enderezar el rumbo. Las elecciones generales deben celebrarse como más tarde en marzo de 2010, aunque se da casi por cierto que se adelantarán a la primavera o junio próximos y que habrá un nuevo líder laborista. Sea éste el joven Miliband u otro, su tarea será evitar que la victoria tory no sea aplastante.

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