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Columna
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Mi derecha

Manuel Rivas

Obama parece contar en Europa con más simpatías que en su propio país. Sin embargo, por su historial, es una creación muy "americana". ¿Qué pasaría si Obama se presentase hoy a unas hipotéticas presidenciales en Europa? ¿Y en España? Desde luego, no podría hablar de impuestos a las grandes fortunas y tendría que emplearse a fondo contra nuestros "latinos", contra la inmigración. Hay diferencias, claro, pero la derecha y la izquierda cuca van confluyendo últimamente en puntos clave del transversal Partido Conformista. Los impuestos son una tara. La inmigración, un lastre. Otro acertijo. ¿En qué se diferencian la "derecha americana" y la española? En principio, si hablamos de líderes políticos, la derecha española parece menos fanática en cuestiones de fe. Una personalidad como Dolores de Cospedal no sería aceptable por las bases de la derecha americana ni por grupos de presión conservadores como el elitista CNP (Consejo para la Política Nacional). La instantánea de la presidenta madrileña Esperanza Aguirre con gays y lesbianas la condenaría de inmediato al infierno. O al menos a una penitencia en el campamento de verano "Niños en Llamas", en el Lago del Diablo, en Dakota del Sur, uno de los simulacros de las Casas del Infierno que propagan los religiosos extremistas. Claro que Aguirre asistiría al acto sonriente: "¡Queda inaugurada esta Casa del Infierno y viva la Comunidad de Madrid!". Tal vez la diferencia está en que la derecha popular americana, la que encarna Palin, lee la Biblia y la sigue literalmente, mientras la muy católica derecha española se limita a no leerla en absoluto. Galileo sostenía que lo que enseña la Biblia es el modo de ir al Cielo, no el modo en que "funcionan los cielos". Entre Cospedal y Palin, uno se inclina por Zsa Zsa Gabor, que supo expresar como pocos el amor conservador por el hogar: "Soy una maravillosa ama de casa; cada vez que me divorcio, me quedo con la casa".

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