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Tribuna:PEKÍN 2008 | Atletismo
Tribuna
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Un sofisticado ballet

En el mes de junio, hace 29 años, Javier Moracho conseguía en Ostrava (República Checa) la excelente marca de 13,63s, que en aquel entonces no fue considerada récord de España al realizarse con un viento a favor de 2,4. Dayron Robles, que actualmente tiene 21 años, aún no había nacido. Pero este año, también en junio y en Ostrava, Dayron le ha arrebatado a Liu Xiang, por una centésima, el récord mundial. Después del abandono del vallista de Shangai antes de competir en su serie este lunes, debido a su lesión en el tendón de Aquiles, Dayron ha corrido la final sin que ningún rival le hiciera sombra.

Santiago Antúnez, entrenador de Dayron, ve la prueba del 110 como un ballet. Su discípulo lo interpreta de forma inhabitual, pero brillantemente, con siete pasos desde el disparo de salida hasta la batida de la primera nota (valla). Aquí también hay conexiones con Javier Moracho y el que fue su entrenador, Jaime Enciso. Las condiciones de Moracho le permitían algo que muy pocos vallistas consiguen: siete en vez de los habituales ocho pasos. Los que hacen ocho deben controlar una ajustada amplitud y aún así reducir la del último (respecto a la del 7º) en unos 15 cm. Cuando llegan al 8º han perdido más de un metro respecto a la distancia que cubriría un corredor de 100 lisos, del mismo nivel, en su 8º paso. Pero para hacer siete en vez de ocho no basta con realizar la salida con la extremidad contraria, cambiando la disposición y ajuste de los tacos y después dar rienda suelta a la amplitud de los pasos hasta la primera valla. Si no se tienen unas condiciones excepcionales, que permitan una elevada capacidad de impulso y aceleración al inicio de la carrera, se llegará en siete, pero a costa de perder tiempo, en vez de ganarlo.

Después de la primera nota, falta interpretar nueve más, y eso marca unos cánones a esta carrera que la diferencian de los 100 lisos. En el 110, después de la primera valla sólo se puede ganar velocidad aumentando gradualmente la frecuencia de los pasos, no su amplitud. Si el atleta fuera aumentando la amplitud (como se hace en los 100) llegaría al apoyo de batida de la siguiente nota demasiado cerca y se la comería. Las diferentes variables cinemáticas de la carrera y del vuelo sobre las vallas, así como las de las fuerzas que se reciben del suelo en los apoyos y los momentos de fuerza sobre las articulaciones de las extremidades inferiores han sido estudiados desde hace años por reconocidos biomecánicos. Aunque se conocen muchos criterios de eficacia en el ajuste de estas variables, hay algunas características de la carrera, como el ejemplo comentado de los siete u ocho pasos, que quedan abiertas a la interpretación y genialidad de algunos atletas. Esto hace que muchos estudios comenten diferencias encontradas en los patrones de ciertas variables. Y algunos atletas como Moracho o Dayron logran, con éxito, una personal interpretación del ballet que las cualidades de otros no soportarían.

El Nido de Pájaro finalmente no albergó finalmente el tan esperado duelo entre los atletas de Shanghai y Guantánamo en las vallas altas. Dayron saliendo con el segundo peor tiempo de reacción se puso enseguida en cabeza, corriendo sin oposición sobre una pista mojada. Llegó a meta sin adelantar el tronco, paró el crono en 12.93s y no le arrebató a Liu Xiang su récord olímpico (12.91s). El duelo tan esperado entre el chino y el cubano cuando menos se retrasa hasta el Mundial de Berlín del próximo año.

Xavier Aguado Jódar es biomecánico de la Universidad de Castilla-La Mancha xaguado@uclm.es.

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