Estos Juegos ya son míticos
Bolt, con sus victorias y récords mundiales en los 100 y, ayer, en los 200 metros, y Phelps, con sus ocho oros, convierten a Pekín en una de las mejores citas olímpicas de la historia
Hace meses sólo era un nombre subrayado en las tertulias de los especialistas. Hoy cumplirá 22 años convertido en una celebridad mundial. Es lo que supone ser el hombre más rápido del universo en 100 y 200 metros, aunque Bolt no sea de este planeta, sino de Jamaica. Como Don Quarrie, hasta ayer el gran tótem de la isla junto a Bob Marley. Desde que lo lograra Quarrie en 1976, ningún atleta había simultaneado los dos récords mundiales. Pero su ilustre compatriota no los consiguió en unos Juegos Olímpicos; Bolt, sí. Otro dato que acentúa aún más si cabe su gesta en el Nido de Pekín: desde Carl Lewis en Los Ángeles 84 nadie había repetido título olímpico en ambas distancias; Bolt, sí, pero con dos registros mundiales (9,69s y 19,30s), lo que no consiguió el estadounidense.
Por si fuera poco, la de ayer no fue una plusmarca cualquiera. Se trataba de batir un tiempo que se había convertido en uno de los grandes himalayas del atletismo. Desde que el 1 de agosto de 1996 Michael Johnson corriera en 19,32s nadie había podido detener antes el crono. Como los genios se adivinan entre sí, el propio Johnson sospechaba, como publicó ayer en EL PAÍS, que el récord se batiría pronto.
La dimensión alcanzada por Bolt le permite discutir gramo por gramo con Michael Phelps por el reinado de unos Juegos que ambos han situado ya entre los más relevantes jamás celebrados, unos Juegos de un valor deportivo incalculable. Por tierra y mar, en Pekín se han graduado dos iconos olímpicos de por vida, dos héroes en las dos disciplinas por excelencia, el atletismo y la natación. Si Phelps ha liderado una progresión jamás conocida en la natación, donde los récords se suceden de forma fascinante y vertiginosa -25 sellados en el Cubo de Pekín-, a Bolt, si no hay sobresaltos inesperados, le corresponde ventilar un deporte que había perdido toda su credibilidad por las numerosas tramas de dopaje destapadas en los últimos tiempos.
Antes de la tormenta desatada por Bolt, España se apuntó su décima medalla, quizá la más esperada junto a la de Rafa Nadal. Gemma Mengual y Andrea Fuentes se colgaron la plata en el dúo de la natación sincronizada, donde las rusas no están a tiro. Al margen de éstas, no hay país que rivalice con España en este ballet acuático que hace tiempo que se mantiene con éxito en la gran pasarela que dirige Anna Tarrés. A Mengual y sus compañeras aún les falta la prueba por equipos, donde tienen el favoritismo para el podio.
En cuanto a los deportes colectivos, la jornada resultó positiva para los españoles: el hockey hierba luchará hoy en semifinales con Australia y el baloncesto y el balonmano, mañana ante Lituania e Islandia, respectivamente. El grupo de Juan Carlos Pastor, con el eterno David Barrufet como gran protagonista, despachó con solvencia a Corea del Sur (29-24). Lo mismo que hizo el equipo de Aíto, éste con Pau Gasol al frente, ante Croacia, a la que sometió en defensa desde el principio (72-59). Sólo el waterpolo, en plena renovación generacional, se despidió de una semifinal al caer ante una potencia como Serbia (5-9). En balonmano, Francia y Croacia debatirán en la otra semifinal, mientras que en baloncesto Argentina, vigente campeón, se cruzará con la NBA, a la que ya venció en Atenas.
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