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Reportaje:

Se alquila vientre en India

Decenas de extranjeros con problemas de fertilidad recurren a mujeres del país asiático - Las autoridades se plantean regular esta "industria en auge"

"Fuimos a India a un programa de madres de alquiler. Tenemos un precioso bebé nacido en Mumbay", cuenta por correo electrónico una pareja de españoles que no quiere dar más información. Como ellos, personas con problemas de fertilidad de todo el mundo, principalmente de países ricos, pagaron a una mujer en India para que el hijo que tanto deseaban tener se desarrollara en su útero. Una tendencia cada vez más común: se insemina un embrión de los padres o de donantes en una madre de alquiler india.

"Busco un vientre de alquiler porque perdí la matriz por un mioma", explica Carmen, una valenciana que ha estado en tres clínicas distintas de reproducción en dos ciudades indias. Sabe que en otros lugares como Rusia y Ucrania también se puede hacer, pero no le dan confianza. Escogió India porque le pareció que hay buenos profesionales y es lo más barato. Aún así, ha tenido que pedir un préstamo al banco para pagar los 10.000 euros que le costará todo (cada tratamiento cuesta 4.500) y el viaje. En India un proceso como el que siguió esta española puede costar unos 8.000 euros frente a los más de 38.000 que puede costar en países como Estados Unidos.

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Carmen (nombre supuesto) llevó a cabo el procedimiento de fertilización in vitro. Los embriones se implantaron en una madre de alquiler, pero al volver a España le avisaron de que no había tenido éxito. Aún así quiere volver a India. "Es mi única opción. En España adoptar es muy difícil por el dinero, las listas de espera y sus complicaciones", dice.

En España, como en casi toda Europa, las madres de alquiler están prohibidas. La ley de reproducción asistida, en línea con la política de donación de material biológico, que especifica que debe ser anónimo y no retribuido, no las permite. Francia, en cambio, planea legalizarlas para 2009 en parejas heterosexuales y cuando la mujer no pueda llevar a cabo una gestación completa, siempre y cuando al menos un miembro de la pareja sea el progenitor genético. En otros países como EE UU sí son legales y se pueden contratar incluso por Internet. Hay un riesgo: la mujer en cuya matriz de desarrolló el bebé tiene hasta el último momento -al dar a luz- para arrepentirse y quedarse con él.

En India no existe una ley, pero el Gobierno trabaja en una propuesta del Consejo para la Investigación Médica para regular el proceso y que "todo quede claro entre los padres biológicos y la prestadora de la matriz". Los padres pagarían a la mujer una cuota acordada más los servicios médicos y un seguro. A cambio, ella se comprometería a entregar el niño. Aunque esta normativa podría tardar más de un año en entrar en vigor, la ministra para el Desarrollo de la Mujer y el Menor, Renuka Chowdhury, ha asegurado que sería la mejor forma de tratar los aspectos legales de lo que considera una "industria en auge". Un negocio que mueve unos 445.000 millones de dólares al año, según la prensa local. Aunque no hay datos precisos, los expertos creen que en 2007 nacieron en India al menos 200 niños de vientres de alquiler. Una tendencia que crece como la espuma, el año anterior apenas un par de decenas de niños nacieron así.

Cada vez más parejas españolas acuden a India para contratar a madres de alquiler. Además del bajo precio, este país tiene buenos profesionales y pocas leyes -o más relajadas- de reproducción. En este país no se regula el número de óvulos a fecundar y se pueden implantar hasta seis, el doble que en otros lugares. Así, las clínicas aseguran que más de 40% de los casos tienen éxito.

El Consejo para la Investigación Médica tiene actualmente unas "guías" en las que se basan los padres que quieren alquilar y las clínicas, que median para redactar un contrato con las condiciones. En el acta de nacimiento se ponen los nombres de los padres biológicos. En un caso registrado en la Embajada de España en Nueva Delhi hace algunos meses, un padre soltero tramitó el pasaporte de dos niñas nacidas de una madre de alquiler, con el embrión producto del óvulo de una tercera persona y su propio semen. Al ser el padre biológico y aparecer su nombre en el registro de nacimiento, logró obtener el pasaporte español de las niñas.

"Los extranjeros relativamente ricos escogen a indias pobres porque pueden explotarlas económicamente. Es un tipo de colonización biológica", dice Kamayani Bali Mahabal, coordinadora legal para el sureste asiático del centro para recursos e investigación de la mujer (ARROW). Otra crítica es que la mayoría del dinero se queda en la clínica.

"Me gusta pensar que las dos partes nos beneficiaríamos. Yo teniendo un hijo y la madre con un dinero que de otra forma no podría tener. Si se quedara embarazada, le daría más dinero de lo que pide", cuenta Carmen. La mayoría de estas madres son pobres, de las castas más bajas de India.

Esto se ve en la clínica de la doctora Nayana Patel, famosa por conseguir vientres de alquiler para extranjeros. Actualmente más de 30 madres alquiladas viven en una especie de granja en Anand, la capital lechera de India. Pasan allí todo el embarazo y no se les deja salir. Es casi imposible verlas, a pesar de que se dice que el proceso es abierto. La doctora Patel dejó de hablar con los medios tras el revuelo que suscitó la muerte de una de sus madres de alquiler, según un periodista local. Su marido, también médico en la clínica, dice que él no sabe mucho. Está ocupado poniendo en una máquina de contar fajos de billetes de 100 dólares. Sólo una embrióloga del centro, Harsha Bhadarka, atina a contestar: "Las tenemos aquí para darles todos los cuidados y las alimentamos como ellas en casa no se lo pueden permitir", cuenta. Además, ser madre sustituta es un estigma para las mujeres en sus aldeas.

Para las mujeres que alquilan su vientre el principal motivo es económico. Recibirán unos 7.000 dólares (4.500 euros), según los médicos. "Necesito el dinero para mantener a mi hijo de tres años y asegurar su futuro", cuenta Radha, que no quiere dar su verdadero nombre. Dice que cuando su marido la abandonó, se quedó sin nada y sin posibilidades de encontrar un trabajo para alimentar a su pequeño. La historia se repite: Rina compró una casa, Lakshmi un taxi de motocicleta para su esposo y Rekha no quiere depender de su marido alcohólico. Algunas dicen que les alegra saber que han ayudado a otra familia, casi siempre en otra parte del mundo.

Algunas de las 30 mujeres indias que alquilan su vientre a parejas extranjeras, en la clínica de Nayana Patel, en Anand.
Algunas de las 30 mujeres indias que alquilan su vientre a parejas extranjeras, en la clínica de Nayana Patel, en Anand.A. G. R.

"Da igual si mi hijo no se me parece"

"Los vientres de alquiler deberían ser el último recurso contra la infertilidad. La mayoría de los casos se podrían resolver con ciclos de fertilización in vitro. El porcentaje de mujeres que no tiene útero o que está completamente irreparable es mínimo", asegura la doctora Anjali Malpani. Junto a su esposo, Malpani dirige una de las cinco mejores clínicas indias de reproducción asistida.

Además, en el proceso de alquiler se corre siempre el riesgo de incurrir en el mercado negro, ya que son los propios hospitales los que actúan de mediadores entre los padres y las madres de alquiler.

En la clínica de los Malpani, una de las favoritas para los extranjeros, la fertilización in vitro es el proceso más pedido. La novedad es que cada vez implantan más embriones de dos indios o producto del semen o de óvulo indio en madres extranjeras. En los últimos años, las parejas que acuden a su centro han dado a luz a bebés interraciales. "Pedí al doctor que me eligiera una india donante de óvulo guapa y de piel clara para que no hiciera tanto contraste, porque mi marido y yo somos blancos", cuenta por teléfono Paulette Cordoni, una estadounidense de ascendencia alemana. Vincenzo, su hijo de 21 meses, se parece al padre.

"Yo quería un hijo, no me importaba que no se me pareciera", dice Ekaterina, una madre soltera rusa de piel blanca y ojos claros. La semana pasada dio a luz a Iván, un bebé producto de un óvulo indio y semen danés. "Es el niño más guapo del mundo: muy alto y con sangre caucásica, pero con el toque indio: un poco bronceado y con nariz prominente", dice por teléfono aún desde un hospital en Hong Kong. Ekaterina eligió la India porque allí, al poderle implantar más óvulos, sus posibilidades de concebir eran mayores.

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