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Los cierres de la frontera marroquí complican el suministro de Melilla

El bloqueo se efectúa en protesta por los "abusos policiales"

La vida cotidiana de Melilla está resultando fuertemente perturbada desde hace casi un mes por los frecuentes cierres de la frontera con Marruecos provocados por pequeños grupos de manifestantes marroquíes.

El tráfico de vehículos por los puestos fronterizos de Beni Enzar y Farhana estuvo, por ejemplo, cortado ayer desde las seis de la madrugada hasta las dos de la tarde, impidiendo la entrada en la ciudad de las verduras, pescado y materiales de construcción que se importan a diario.

Los cortes son provocados por no más de una veintena de ciudadanos marroquíes miembros de diversas asociaciones de la sociedad civil. Su presencia incita a la policía marroquí a suspender la circulación de vehículos, aunque el paso de peatones se mantiene.

Los 20.000 porteadores marroquíes que introducen de contrabando en su país mercancías de Melilla continuaron ayer trabajando con normalidad. No así los exportadores legales que operan con Melilla, que no lograron colocar sus productos en los mercados de la ciudad. A diferencia de Ceuta, Melilla posee una aduana comercial con Marruecos a través de la cual se efectúan intercambios legales.

Los manifestantes "exigen que se cree una comisión de investigación en Madrid -"no nos fiamos de una que sea puesta en pie en Melilla", dicen- sobre los abusos cometidos por policías nacionales en la frontera", asegura a este periódico Chakib el Khayari, de la Asociación Rifeña de Derechos Humanos, que en varias ocasiones participó en la concentración fronteriza. La reivindicación no tiene ninguna connotación nacionalista.

Veto a las embarazadas

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Concretamente, se quejan de que la policía pide a veces un visado para cruzar a Melilla a los habitantes de la provincia de Nador, que están exentos de realizar ese trámite; de que no permite que viajen más de dos personas en los coches marroquíes; de que deniega el acceso de manera arbitraria y escribe la palabra "anulado" en el pasaporte de las personas rechazadas; de que no autoriza la entrada de mujeres embarazadas por temor a que den a luz en España, etcétera.

Las manifestaciones empezaron el 26 de junio, se interrumpieron la semana pasada -a causa de la visita a Nador del rey Mohamed VI- y se reanudaron ayer. Melilla, que está situada a 14 kilómetros de Nador, registra cada año 16 millones de entradas y salidas, de las que 14,5 millones corresponden a marroquíes.

Las autoridades del país vecino mantienen una actitud ambigua ante esta protesta. Por un lado, rehúsan utilizar la fuerza para disolver los piquetes, y ayer la policía marroquí se puso incluso a exigir a los españoles que querían entrar en Marruecos visado o permiso de residencia, algo a todas luces ilegal. "Varios melillenses fueron rechazados en la frontera", según asegura un testigo.

Por otro lado, el gobernador de Nador, Abdelwahid Leftit, mantuvo ayer una reunión con los organizadores de la protesta en la que les pidió que decretaran una tregua. Éstos prometieron estudiar su solicitud.

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