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Columna
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La amnesia

Manuel Rivas

Como estaban en contra de la directiva sobre inmigración, los eurodiputados socialistas españoles votaron a favor. Me declaro impresionado. Mucho más que el otro día, cuando el embajador de España en el Vaticano nos pidió a todos los contribuyentes que pusiéramos una cruz fiscal a favor de la Iglesia, como si no tuviéramos bastante cruz con esta dirigencia religiosa. El embajador lo es de un Estado no confesional, pero él es de los que consideran que el ADN de ese Estado es el nacional-catolicismo. Previamente, y para ser más activos contra el cambio climático, se decidió la supresión del Ministerio de Medio Ambiente. "Ciertas evidencias circunstanciales son muy fuertes", decía con ironía David Thoreau. Y este librepensador ponía una como ejemplo: "Encontrar truchas en la leche". Quizás sea un espejismo, pero últimamente se ven demasiadas truchas en la leche gubernamental. Una gran mayoría de ciudadanos españoles nos alegramos por la victoria de Zapatero. Significó, entre otras cosas, un efectivo laxante para evacuar la teoría de la conspiración del 11-M, la más peligrosa majadería que hemos tenido que soportar desde el golpe del 23-F. Dicen que los políticos sólo se mueven ahora con el GPS de las encuestas. Pero los estados de opinión no se improvisan ni se destruyen, sino que se transforman. Lo ocurrido en el Europarlamento con la ya conocida como Directiva de la Vergüenza es muy inquietante. Amputa derechos civiles elementales e introduce espacios de excepción jurídica y policial. Y alimenta un discurso profundamente injusto. La "amnesia retrógrada" de un continente que se hizo con la emigración y se rehizo con la inmigración. Creo que éramos mejores europeístas al estilo Groucho. Cuando deseábamos pertenecer a un club que no nos admitía. Mi teoría es que el Gobierno sale muy perjudicado por la crisis de la oposición. En medicina le llaman el "mal de la simpatía". La emulación del enfermo.

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