Una pareja de poetas
Se reúnen los poemas de Altolaguirre y Concha Méndez
Cuando hace tres años Málaga se volcó en celebrar el centenario del poeta e impresor Manuel Altolaguirre (1905-1959), algo quedó pendiente. Las distintas facetas de este inquieto poeta, impresor, traductor, crítico, biógrafo, dramaturgo, guionista y director de cine y uno de los integrantes más jóvenes del grupo poético del 27 fueron revividas mediante exposiciones y congresos dedicados a su vida y obra. A éstos le siguió entonces la publicación de Manuel Altolaguirre. Epistolario (1925-1959), formado por la correspondencia -más de 500 cartas- que el autor mantuvo con figuras de la intelectualidad y la poesía de principios del siglo XX.
A esta interesante obra le sucede ahora la colección Poesía completa de Manuel Altolaguirre y el libro Poesía completa de Concha Méndez, su primera esposa. Esta edición crítica de la obra poética de Altolaguirre, publicada por Renacimiento, está dirigida por Almudena del Olmo y Francisco J. Díaz de Castro y ha contado con el apoyo de el Centro Cultural Generación del 27 de la Diputación de Málaga, la Diputación de Córdoba y la Consejería de Cultura. En ella, distintos editores han preparado los 11 volúmenes que constituyen el total de la obra poética de Altolaguirre y a ellos se ha añadido un volumen suplementario en el que se recogen cronológicamente los poemas que, por razones diversas, quedaron excluidos de esos libros.
Los volúmenes son: Las islas invitadas y otros poemas (1926), Ejemplo (1927), Soledades juntas (1928), La lenta libertad (1936), Las islas invitadas (1936), Nube temporal (1939), La lenta libertad (1942), Poemas en las islas invitadas (1944), Nuevos poemas de las islas invitadas (1946), Fin de un amor (1949) y Poemas en América (1945). Cada uno de los libros va precedido de un estudio preliminar.
Por otro lado, la Poesía Completa de Concha Méndez, que constituye el número 16 de la colección Estudios del 27, reúne la obra y refleja la historia de un ser inquieto e infatigable en su lucha no sólo por crear su propia identidad, sino también por encararse a los contratiempos de la vida y mantener vivo su impulso poético. La voz configurada en su poesía inicial vibra con pasión por todo lo nuevo y por vivir. La tonalidad de su expresión poética iba evolucionando desde sus primeros gritos de júbilo hacia el llanto y el silencio a medida que las vicisitudes de la vida le fueron presentando dificultades y tragedias personales.
Durante la presentación de estas obras en la Residencia de Estudiantes de Madrid a finales del pasado mes de mayo, Paloma Altolaguirre, hija de ambos poetas, agradeció su trabajo a las instituciones implicadas y a los editores, y resaltó que esta edición de la obra completa de su padre constituye "una verdadera delicia para los ojos, porque en ella se ha invertido mucho gusto y mucho amor". Altolaguirre destacó que estas publicaciones permiten enfrentar la principal dificultad con la que se encuentran los lectores: consultar las ediciones originales. "Ahora, con estos libros, tendrán los poemarios tal y como fueron concebidos por Altolaguirre", dijo.
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