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Reportaje:

¿Ave carroñera o rapaz?

Los buitres comienzan a atacar animales vivos por su sobrepoblación

"Al final, tendremos que echar mano de la escopeta", comentaba hace un mes un ganadero alavés, indignado ante un ataque de los buitres a una de sus vacas recién parida. "Es evidente; estamos ante una sobrepoblación de este ave carroñera que la está desnaturalizando y la lleva a convertirse en rapaz", denunciaba poco después la Unión de Agricultores y Ganaderos de Álava (UAGA). En 2008, 40 reses han recibido el ataque mortal de los buitres en este territorio, aunque UAGA estima que ha sido el doble. El occidente de Vizcaya, el norte de Burgos y de Navarra comparten el problema. Sin embargo, la semana pasada, el diputado alavés de Medio Ambiente, Iñaki Mintegi, respondía con contundencia: "De momento, no vamos a tomar medidas. Tenemos la sospecha de que algunas denuncias son falsas, y sólo buscan la compensación económica".

Ave carroñera, cobarde por naturaleza, a punto de extinguirse a principios de los 80, ha cobrado en este siglo XXI un protagonismo inaudito. Los ganaderos consideran que se está convirtiendo en rapaz porque ataca a las reses más débiles de sus manadas. Hasta ecologistas y ornitólogos asumen con grandes reservas esta nueva práctica, que se ha observado en otras zonas de España.

"El buitre no ha cambiado de comportamiento, no ha pasado de carroñera a rapaz", se asegura desde la sección de Ornitología de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, que ha investigado el fenómeno. Tal y como se dará a conocer en una próxima publicación, el fenómeno es más complejo. Por un lado, en los últimos 30 años, con la aparición de comederos de buitres o muladares, donde se trasladan las reses muertas, se ha conseguido que un ave en extinción llegue a la sobrepoblación. Si en 1979, el censo de la Sociedad Española de Ornitología estimaba que en el País Vasco no llegaba a un centenar las parejas que residían en esta comunidad, en 1999 (fecha del último censo) la cifra asciende a cerca de 500.

Por otro lado, han cambiado las prácticas ganaderas. "Ahora se suelta el ganado en la sierra sin vigilancia, lo que puede llevar a que una vaca o una yegua, en un parto difícil, se pase horas y horas sin atención; o que una res herida se quede inmovilizada durante días hasta que sube el pastor al monte", explican desde Aranzadi. Y entonces llega el buitre avisado por los cuervos, que siempre están alerta ante la posibilidad de que haya un animal muerto. En el caso de los partos, los buitres siempre se han comido la placenta, pero si ven que la res está débil e inmovilizada no extraña que comiencen a picotearla y acaben matándola. "Lo que no aceptamos es que el buitre ataque a animales en movimiento", aseveran los ornitólogos de Aranzadi.

Los ganaderos consideran que se ha desnaturalizado esta especie por la intervención del hombre. "Primero, se crean los muladares, se ceba a los buitres que procrean en exceso; luego se cierran, por la epidemia de las vacas locas, y entonces el buitre, que goza de una población excesiva, cambia sus hábitos por necesidad vital", resume Olate Arrarte, del sindicato EHNE en Vizcaya. "Como primera medida, consideramos imprescindible reducir la población de carroñeras; luego habrá que gestionar los comederos y vigilar la alimentación que se vierte para mantener la especie controlada", señalan en UAGA.

"¿Quién conoce cuál es la población justa de esta especie?", responden los ornitólogos. Su propuesta pasa por la autorregulación de la especie y por el control de sus cabañas respectivas por parte de los ganaderos. Mintegi se muestra firme: "Nada de matar buitres; es un ave protegida". "Veremos a ganaderos defendiendo sus animales con el rifle", le responden desde UAGA. Lo que todos los consultados tienen claro es que es necesario un plan de gestión del buitre en el País Vasco, pero con la colaboración de Burgos, Cantabria y Navarra, porque la carroñera no entiende de fronteras.

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Otras especies animales también se están viendo afectadas por este fenómeno. Es el caso del jabalí, que ya llega hasta los pueblos atraído por los basureros cercanos. El abandono del campo y de los bosques también ha permitido que el corzo, en peligro de extinción, se haya recuperado.

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