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El termómetro | ELECCIONES 2008 | Campaña electoral
Columna
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Siemprevivas y damajuanas

Así juntas, a la vez, oí hablar de ellas en una canción de Manolo García sobre ese Cádiz chico. Y en verdad, después de mucho ir a Cádiz y alrededores, creo que siemprevivas y damajuanas explican bastante bien el misterio de esa tierra. Las elecciones no son Cádiz, pero tienen sus siemprevivas y sus damajuanas. A ver, si nos olvidamos por un momento de los que van a ganar y de los que van a perder (PSOE, PP, IU, PNV, CiU, ERC o BNG, póngalos usted en el orden que quiera y en el lugar que crea que les corresponde), hay un sector extraterrestre que merece un análisis político y sociológico.

Está Aralar, que es el damnificado cada vez que los periodistas o demás ciudadanos hablamos de la izquierda abertzale en referencia a Batasuna, EHAK o ANV. Aralar es la expresión gráfica de lo que se quiere que pase. Está Eusko Alkartasuna, ya conocida, como un valor testimonial muy por encima de su analítica real. Por seguir con Manolo García, ya que hemos empezado así, se diría que EA es "hija del vaivén". Casi un fruto de las circunstancias, de la realidad ocasional de un país cambiante. Son las damajuanas de la campaña, algo así como el recipiente de minorías, básico como una botella que permite cualquier adorno mientras no se rompa la botella. No decidirán el Gobierno de España; sólo entrenarán para acciones futuras y aparecerán en los análisis más sesudos y cejijuntos de las elecciones.

Y luego está Rosa Díez, algo así como la siempreviva de la campaña, con su nuevo partido y sus antiguas recetas. Rosa Díez las maduró mientras era europarlamentaria socialista y hoy en día no se sabe si es un grano para el PSOE o para el PP. Dicen los expertos que las siemprevivas, rojas y muy simétricas, resultan apropiadas para cubrir el suelo. Y aseguran que son muy resistentes y ofrecen bellas flores rojas a mediados de verano pero necesitan mucho sol y terrenos arenosos (de ahí lo de Cádiz). La siempreviva Rosa Díez no es sino el enésimo intento de crear otro partido socialista desde la acera de enfrente del nacionalismo. Algo así como el siglo XIX en pleno siglo XXI. La travesía política de Rosa Díez dará (cuando acabe) para una novela. Terreno arenoso no le va a faltar, pero no de playa, sino de pico y pala. España es un país hedonista en todo, menos en la política, donde le puede el sentimiento trágico de la vida.

Si será así, que basta repasar la lista de candidaturas al Senado por Vizcaya (por poner un ejemplo) para contabilizar hasta cinco listas absolutamente totalitarias. Nunca he sabido ni me ha interesado averiguar para que se presentan, si son los friquis de la campaña y les pone por aquello de los espacios publicitarios gratuitos. Pero sí me preocupa la abundancia de siglas de la ultraderecha. Supongo que son los mismos, pero acongoja advertir que la quinta parte de la papeleta está ocupada por abolicionistas de la democracia. Estos no pertenecen ni a las siemprevivas ni a las damajuanas. Nunca serán más que los crisantemos de una época enterrada en un cementerio cerrado al público por aviso de derribo.

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