El AVE supera los 400 kilómetros por hora en un viaje de pruebas

Pues parece que sí, que corre, que supera los 300 kilómetros por hora. Ayer un tren AVE Siemens 103 los alcanzó sin apenas esfuerzo en un viaje de prueba, cargado de periodistas: la ida, Barcelona-Tarragona, la hizo en 33 minutos; la vuelta, en 28. Y no sólo eso: este mismo tren ha superado los 400 kilómetros por hora en un viaje de pruebas entre Madrid y Tarragona. Alcanzó, exactamente, los 404 kilómetros. Mañana empezará a funcionar con usuarios que han pagado un billete. El primer tren es a las seis de la mañana, con salida simultánea desde Madrid y Barcelona. Luego, 16 más en cada sentido.

El tren es el más rápido de los cuatro AVE que hay en España (de Madrid a Sevilla, Málaga y Valladolid, además de Barcelona) porque en el 90% de su recorrido puede viajar a la velocidad máxima: 300 kilómetros por hora, explicó Manuel Sánchez Doblado, director de Desarrollo de Infraestructuras de Adif. El índice de fiabilidad que tiene es del 98,8%, añadió.

El último tramo de la línea Barcelona-Madrid, los 101 kilómetros que hay entre Tarragona y Barcelona, son una obra de ingeniería: 30 túneles, que suman una longitud de 19.760 metros, y 37 viaductos, con una longitud total de 9.767 metros. Cuatro de estos viaductos cruzan el río Llobregat, el último de ellos entre El Prat y Barcelona, señaló el responsable de la construcción de la línea, Antonio Fernández Gil.

Los 300 kilómetros por hora (100 más de los que consiguió la Administración del Partido Popular, con Francisco Álvarez Cascos al frente) son bastantes, pero no suficientes. El tren y la línea pueden aguantar bastante más. Los 350 de velocidad punta están a la vuelta de la esquina, teniendo en cuenta que en pruebas esa velocidad se ha superado ampliamente y sin problemas.

Es importante la vía y la señalización, pero lo es también el tren. Los S 103 que cubrirán el trayecto entre Barcelona y Madrid pueden superar la velocidad límite, aunque nunca lo hacen con pasaje, porque, repiten los responsables de Renfe, lo primero es la seguridad. Son trenes de tercera generación entre cuyas características destaca que carecen de locomotoras: ni delante ni detrás. Funcionan con la tracción distribuida en los bajos de los vagones con lo que, además, se gana espacio.

Hay, por supuesto, una cabina en la que viaja quien, por mor de la costumbre, se sigue llamando conductor. Pero sus posibilidades son inmensas: gracias a la información que se cruza entre el tren y el entorno, puede llevar el tren con las cortinillas bajadas e incluso ir a tomarse un café. El tren se pararía igualmente cuando tocara.

El tren, además, espera competir con el avión en un sentido muy diferente: el espacio. Abelardo Carrillo, director de Alta Velocidad de Renfe, mostraba ayer ufano las características de los asientos: 93 centímetros desde el respaldo del pasajero hasta la parte trasera del asiento de delante. Y la anchura es de 60 centímetros. Carrillo, provisto de un metro de madera, demostraba la capacidad del espacio reservado al viajero (es el mismo en preferente y club que en turista) y comparaba las medidas con las de un avión, tomadas la última vez que tuvo que utilizarlo: 50 centímetros de ancho y 60 centímetros de un asiento al de delante. "La tecnología que utilizo es tradicional, pero sirve para dejar claras las diferencias", dijo con una sonrisa.

Continúan los viajes de prueba del AVE en Cataluña