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Columna
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Fenómeno OSNI

Desde los primeros avistamientos de platillos volantes en los Estados Unidos de posguerra, el fenómeno se extendió por todo el planeta y pasa por sus épocas de esplendor cuando hay crisis gordas, qué casualidad. A Galicia llegaron más tarde, pero llegaron. Lo celebraron Os Resentidos con Están aquí, un disco de bienvenida a los gallegos espaciales con corazón de vaca y alma de aluminio y que comen empanada de electrones. Nuestros vecinos de ahí fuera se integran rápidamente, aunque siempre hay algún listo que se cuela de para conspirar, como en los dibujos animados de Men in black, de Miguel Anxo Prado. Si hay gallegos desde la Patagonia hasta Helsinki, lo lógico es que haya gallegos también en Alpha Centauri.

Habrá que retirar las pegatinas de Nunca Máis, no vayan a ofenderse nuestros visitantes

Pues bien, una vez asumido el fenómeno OVNI por todo el mundo creyente (salvo los expedientes X de los gobiernos occidentales) aún tenemos que estar preparados para más sorpresas. El otro día aparecía en un canal temático de documentales el anuncio de la emisión de un programa sobre el fenómeno OSNI, o sea, Objeto Sumergible No Identificado. Toma, Jeroma, pastillas de goma. No solamente los visitantes del espacio entorpecen las ya de por sí saturadas rutas aéreas, sino que además se dan un garbeo por el fondo de la ría. Su tecnología está muy avanzada y por eso disponen de naves anfibias que, tras entrar en la atmósfera terrestre, puedan esconderse bajo el agua que, al fin y al cabo, es lo más abundante en este planeta. Es absolutamente lógico y no habíamos caído en ello.

Además, se supone que el siglo XX no es el de sus primeras visitas. Ya estuvieron antes aquí ayudando a construir civilizaciones tal que la inca o la Atlántida y, como buenos turistas intergalácticos, quieren visitar las ruinas de todo aquello. Imprescindible, pues, sumergirse en el mar. Este tipo de platillos nadantes tiene en Galicia un buen campo de amerizaje. Es, de hecho, el país ideal porque vivimos tradicionalmente a caballo entre el campo y el mar. Y como el paisaje gallego es tan complicado para construir autopistas, trenes de alta velocidad y aeropuertos, lo suyo es amerizar tan ricamente en cualquier rincón virgen de nuestras costas. Por esta y no otra razón hay que preservar nuestro litoral de una especulación urbanística como la que sufre el Mediterráneo. Una Galicia OSNI será una Galicia próspera y bien avenida con los alienígenas más avanzados. Además, ya entendemos de qué va la historia.

En los fondos marinos gallegos hay de todo y precisamente es ahora cuando todo comienza a encajar. Los desastres del Prestige, el Urquiola, el Polycomander o el Mar Egeo no eran tan accidentales ni tan desastrosos. Se trataba, obviamente, de dejar combustible bajo el agua para que las naves pudieran repostar. De ahí que también sea lógico que las responsabilidades en todos estos casos aparezcan asombrosamente diluidas entre una maraña de armadores, compañías y políticos. No dijeron nada y se sacrificaron para crear esa red de gasolineras submarinas que tanta prosperidad nos va a traer. Fueron unos avanzados en relaciones diplomáticas y comerciales con el planeta Mongo y nosotros vociferando en manifestaciones. ¡Qué desagradecidos! ¡Cómo pudimos estar tan ciegos! Tampoco se trataba de esconder paquetes impermeables con cocaína sumergidos en bateas: era un nuevo tipo de narcotráfico interestelar. Los marcianos también tienen sus vicios y a lo mejor la farlopa no es ilegal en Raticulí y sí lo es la leche en polvo.

No sería de extrañar tampoco que la vikingada de Catoira estuviera organizada para dejar la ría llena de botellas de vino caídas de algún drakkar normando participante en el jolgorio. Urge, ante la evidencia, crear una Consellería Submarina de Asuntos Alienígenas. (A lo mejor, A Cidade da Cultura es un ensayo en tierra para construir las instalaciones del nuevo departamento.) Ya no habrá responsables políticos de incendios, naufragios o puertos exteriores: serán embajadores de Galicia en la Vía Láctea. Habrá que retirar las banderas y las pegatinas de Nunca Máis. No vaya a ser que se ofendan nuestros visitantes.

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julian@discosdefreno.com

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