Los hoteleros protestan por la falta de servicios, iluminación y seguridad
El clima de crisis reta la capacidad de Barcelona para asumir nuevos hoteles
La fábula de la gallina de los huevos de oro. Es "el peligro" que los hoteleros de Barcelona detectan en la máquina de fabricar riqueza (el 14% del producto interior bruto -PIB- local) en la que se ha convertido el turismo para la ciudad. Cada año vienen más visitantes; en 2007, 7,24 millones. Pero, siempre según el Gremio de Hoteles de Barcelona, la ciudad no les mima lo bastante: no les ilumina edificios emblemáticos, no les garantiza seguridad en la calle y les ofrece infraestructuras limitadas, una red eléctrica con fallos y respuestas improvisadas al riesgo de sequía.
"Barcelona, de noche, parece una ciudad oscura, de posguerra", llegó a decir ayer su presidente, Jordi Clos. Se unía así al presidente del Gremio de Restauración, Gaietà Farràs, quien reclama una nueva política de iluminación de la ciudad para "ponerla en consonancia con un modelo de ciudad abierta y dinámica, y respetuosa con la sostenibilidad".
En 2007 la ocupación hotelera fue la mejor desde los Juegos Olímpicos
Los hoteleros dicen haber regresado "envidiosos" de la feria del turismo, Fitur, celebrada en Madrid. "Hasta ahora, ésta iba muy por detrás en nuevos conceptos turísticos, pensábamos que Barcelona tenía el patrimonio de la modernidad, de los establecimientos y locales singulares, de diseño, y esto ya no es así", añadió Clos, convencido de que la capital catalana ha sufrido "descrédito internacional" tras el apagón del verano pasado y crítico con la "falta de previsión con la sequía".
El Departamento de Innovación, Universidad y Empresa, del que depende Turismo, se remitió a la reciente encuesta a más de 3.600 turistas extranjeros, que valoraron Cataluña con un 8, pero que se mostraron críticos con la suciedad, el ruido y las infraestructuras. Preguntado al respecto, Farràs subrayó que Madrid, con más turistas nacionales, y Barcelona, con más extranjeros, "no son comparables", pero que el sector se mantiene en "alerta permanente".
Pese a todo, en tiempos de bonanza Barcelona ha logrado absorber las nuevas plazas hoteleras que inundan la ciudad. En 2007 había 1.527 habitaciones más que en 2006, el 6,8% más que el año anterior. Y sin embargo, la ciudad consiguió el mejor nivel de ocupación media desde los Juegos Olímpicos, del 77%, el 1,57% más.
Ahora, la desaceleración económica asoma y las previsiones de ocupación que maneja el gremio no son tan buenas y ponen a prueba su capacidad para asumir las 3.000 plazas de los 22 nuevos hoteles previstos para este año y el que viene. En el primer trimestre, la ocupación media caerá el 1,3%, pese a eventos de lleno casi total, como el congreso de telefonía móvil de este fin de semana y ferias como Bread & Butter y Alimentaria.
Precios polémicos
Los gremios de Restauración y de Hoteles de Barcelona coincidieron ayer en rechazar de plano que Barcelona se haya encarecido de forma significativa.
Restaurantes y bares han subido los precios "un máximo del 20% en tres años y Barcelona sigue teniendo la mejor relación calidad-precio de toda Europa", según Gaietà Farràs. Al igual que el hotelero Jordi Clos, rechazó los datos de los que se deduce que Barcelona ha escalado 25 puestos en un año en la lista de la ciudades más caras. Los incluye un informe de Human Consulting Resource avalado por la Cámara de Comercio y el Ayuntamiento. Clos negó que el precio medio de los hoteles de cinco estrellas sea de 390 dólares (266 euros), cifra que rebajó a 212 euros en 2007. El precio medio de un hotel en Barcelona es de 119 euros, 10 más que hace un año.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.