_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Tobogán

Manuel Vicent

A lo largo de la vida se producen varios momentos cruciales. Después de leer muchos libros de aventuras y de hazañas bélicas durante la niñez un joven puede imaginarse protagonista todavía de aquellos relatos, pero llega un día en que el azar le pone frente a un desafío real y en lugar de arrostrar la adversidad con entereza, este héroe alimentado de cómics escurre el bulto, baja la cabeza y se somete. Actores de Hollywood que en la pantalla se jugaron el pellejo por salvar a un amigo, luego a la hora de la verdad lo delataron en la caza de brujas del senador McCarthy. También sucede al revés. Resulta que aquel niño apocado y gordinflón del colegio, objeto de toda clase de burlas porque rehuía las peleas en el patio, ahora le planta cara públicamente a un poderoso y se juega el tipo en defensa de un inocente. Descubrirse valiente o cobarde, leal o traidor suele ser una sorpresa que uno se lleva con los años. En el jardín de infancia había un columpio y un tobogán. Mientras unos niños se balanceaban, otros subían por unos peldaños, se colocaban en la plataforma y luego se deslizaban hasta caer con mejor o peor estilo sentados en tierra. De allí los levantaba mamá con una amplia sonrisa. El columpio y el tobogán son dos formas de estar en el mundo que no cambian con la edad. Pese a su equilibrio inestable el balanceo del columpio busca siempre el centro de gravedad. Hay que impulsarlo con las piernas y los brazos para evitar su inercia a quedar parado. Columpiarse es un ejercicio que le mantiene a uno siempre joven, porque permite equivocarse y meter la pata, ser libre y escéptico, valorar las ideas contrarias en el lado donde se hallen sin dejar de permanecer fiel a uno mismo. En cambio es muy patético ver a antiguos progresistas y rojos de todas las gamas, ahora con tripa y papada, hechos una ruina, ascender con jadeos por los peldaños del tobogán de la política, asegurarse en lo alto y deslizarse después hacia abajo, descomponiendo la figura, hasta caer sentados a los pies de la derecha, que los recibe en la moqueta con los brazos abiertos entre grandes aplausos. Descubrirse conservador o incluso reaccionario al final de la vida, después de tantos sueños, también es otra sorpresa que uno se lleva.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_