Más libertad, pero también más riesgo
El esquí de montaña exige más técnica, responsabilidad e información
"La montaña es muy cambiante, y tendemos a subestimar su peligro". Lo dicen Oscar Gogorza y Andoni Areizaga, montañeros vascos con muchas horas de experiencia y conocedores del terreno que transita entre el esquí más sencillo y la incursión en plena montaña. Un camino, éste último, que garantiza más libertad a quien lo practica, "pero que también exige más técnica y responsabilidad" porque comporta un riesgo mucho mayor de sufrir un accidente.
La extensión del esquí entre las capas medias de la sociedad "ha elevado el nivel de exigencia", según coinciden estos dos profesionales, y eso provoca que cada vez sean más los que se atreven con caminos que antes eran considerados casi imposibles por los expertos. "Las televisiones emiten documentales espectaculares, y muchos esquiadores quieren probarse a sí mismos. Pero hay gente que se mete sin saber", explica Areizaga.
Guías de montaña
"Una cosa es la pista y otra es la montaña. Son distintas. El esquí de montaña es un deporte de alta competición. Es más gratificante que la pista, porque eres libre para ir donde quieras. Pero esa libertad exige a cambio técnica y conocimiento. Se entra en un apartado diferente, el alpinismo", matiza Gogorza, que lamenta que no exista la costumbre de Francia, donde la contratación de guías de montaña se produce con mayor frecuencia.
"Hay que informarse y formarse", insisten ambos. Para lo primero, "existe numerosa información útil en Internet antes de salir, y que habla de las previsiones de viento y la intensidad de la nieve. Pero hay esquiadores con tiempo limitado, que llegan a un lugar ansiosos de probar en la montaña porque tienen que volver con prisa".
"Si ha habido una avalancha, se debe esperar al menos un par de días", dice Gogorza, guía profesional de montaña. Pero, ¿qué hacer cuando el problema se vislumbra en la travesía? En ese caso, hay una serie de protocolos básicos. Además de la lógica orientación, los expertos citan, ante todo, la premisa de la separación entre esquiadores.
"Una persona debe probar primero el camino, y una vez que ha verificado que la senda es segura, el resto puede seguirle, pero de manera escalonada, y siempre con mucha precaución. Nunca pueden ir juntos. Las equipaciones que porten -esquíes, bastones- deben desabrocharse del cuerpo, porque le pueden arrastrar con el alud. Y la boca debe estar cerrada, porque la nieve puede asfixiar las vías respiratorias".
A la hora de un posible rescate, y aunque su precio no suele ser inferior a los 300 euros, Areizaga, miembro de la Escuela Vasca de Alta Montaña, aconseja portar un ARVA (Aparato de Rescate de Víctimas de Avalanchas). Se trata de un emisor de ondas electromagnéticas que es capaz de localizar un cuerpo humano bajo la nieve. Además, la sonda, una varilla desplegable de 2,5 metros, también es muy útil.
Además de avalanchas, existen otros riesgos, como las tormentas, las placas de hielo o las rocas. En los últimos años, ha surgido una cultura nueva de exploración en la nieve, la del snowboard, una tabla que, en opinión de Areizaga, "es más peligrosa que los esquíes, porque corta la nieve como un cuchillo".
"La montaña tiene muchos peligros, pero se pueden evitar si se dispone de los conocimientos necesarios. La gente debe formarse, y para eso están los guías y los clubes de montaña. Te ayudan a abrir los ojos y a darte cuenta de que esos accidentes le pueden ocurrir a cualquiera", señalan.
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