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Columna
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Freaks & Friends

La tienda de cómics de la calle de la Reina cerrará sus puertas en los próximos días

Hoy me he enterado de que se llaman Dani y Manzano. Lo he sabido por uno de esos foros en los que no participo jamás, y he entrado ahora rastreando razones para entender su despedida. Dani y Manzano son el agente doble de Freaks&Friends, la tienda de cómics de la calle de la Reina que cerrará definitivamente sus puertas en los próximos días.

Hace tres años, y con un nombre que se demostró perfectamente escogido, Freaks&Friends vino a sumarse a lo que podríamos llamar la milla de oro del cómic madrileño, si es que supiéramos lo que es una milla: Generación X en la calle de la Puebla, Madrid Cómics en Silva, Shen Cómics en Marqués de Santa Ana, Framauro y Crisis en Luna, Atlántica en La Estrella, Elektra en San Bernardo, Espacio Sins Entido en Válgame Dios y hasta Panta Rhei, la exquisita librería-galería en Hernán Cortés, donde cada vez es más amplia su oferta en cómics. Cada una de estas tiendas tiene su particular atractivo, y cada cual se sentirá en alguna como en casa (Poca y yo entramos como Pedro por la suya en Panta Rhei, a ver a Ingrid, a Lilo y a las perritas Frola y Groovy, y a pasar siempre un buen rato perdidas entre maravillosos libros e interesantes exposiciones). Pero Freaks&Friends es diferente, tiene algo también especial.

Aunque el número 7 está cerca de la transitada Hortaleza, ese tramo de la calle de la Reina sigue envuelto en una atmósfera solitaria, en una oscuridad de perpendicular estrecha a la que apenas toca el sol, en esa vocación de mero atajo en la que desfallecen eternamente los lados de algunas manzanas.

Precisamente evitando el atasco comercial de Hortaleza, me encontré hace tres años con Freaks&Friends y, por primera vez, se alumbró para mí ese trayecto gris: una nueva tienda de cómics al lado de casa es siempre buena noticia. Además, era una tienda pequeña, que exhalaba un aire de complicidad, cuya tenue iluminación me hacía evocar esos tiempos de la infancia en los que se leen tebeos en cualquier sitio y en cuyas paredes iban apareciendo dibujos originales dedicados, como fetiches familiares que uno cuelga en su cuarto.

Lo mejor, sin embargo, de Freaks&Friends fue descubrir a su alma doble, esos dos chicos que te recibían y te atendían con el afecto y la tranquilidad de un par de amigos, aunque sólo llegaras a saber cómo se llaman a través de un foro en Internet y cuando tienes que decirles adiós.

No me ha sorprendido que los foreros estén tristes, pues yo también lo estoy. Todos coinciden en señalar el buen trato de Dani y Manzano a sus clientes, la cercanía de su amabilidad y de su charla, su interés por informar y recomendar, su generosidad con los encargos y los descuentos: "Son los tíos más majos que me he encontrado tras un mostrador", he leído y suscribo. Un trato que es un tesoro en un mundo colonizado por las franquicias despersonalizadas y sus contratos basura. Entonces, ¿por qué se ven obligados a irse nuestros pequeños Freaks & Friends?

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Dicen los foreros que las distribuidoras son una mafia que favorece a las tiendas amigas o más poderosas, que las editoriales ejercen competencia desleal y que muchos clientes han abusado de la generosidad de Dani y Manzano. Especulan también con la dificultad de adaptarse a un mercado que ha crecido muy deprisa en los últimos años y hasta con la posibilidad de que en breve cierre alguna otra tienda de cómics.

El caso es que las pérdidas de Freaks&Friends se han vuelto insostenibles. Y el caso es que, al enterarme de su cierre y al comprar con gran descuento algún tebeo de la liquidación, he experimentado una extraña sensación de culpabilidad. No es una culpa personal, claro, sino, como si dijéramos, por transferencia: una culpa social cuya formulación sería la deuda que la rueda del sistema normalizado contrae con los freaks y con los friends. Puede que se trate de simple falta de suerte, que en toda aventura, empresarial o no, tiene que acompañar, pero puede también que hacer negocio no sea de este mundo, el de los freaks y el de los friends. Que lo tengan más difícil que los normales y los enemigos porque sus parámetros de relación con los demás (los clientes, la estructura, la competencia, el dinero) son otros: la vocación, la pasión genuina, la simpatía. Mejores, es lo descorazonador.

Así que la calle de la Reina volverá a ser más oscura, un mero atajo. Por ello, deseo mucha suerte en el 2008 a todos, pero principalmente a los freaks y a los friends. Y, en especial, a Dani y a Manzano, que iluminaron un trayecto gris.

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