Psicosis hotelera
Preciosos títulos de crédito. Hitchcockianos. Al estilo Saul Bass. Inquietante banda sonora. Hitchcockiana. Al estilo Bernard Herrmann, con un toque de modernidad sintetizadora. Habitación sin salida pone las cartas sobre la mesa desde el primer minuto. Sinceridad absoluta. No en vano, pasados unos minutos, se produce una inolvidable situación hitchcockiana. Un coche perdido en tierra de nadie, en una carretera comarcal sin nadie a la vista, ve un hotel con un letrero luminoso parpadeante: vacancy (disponible), precisamente el título original de la película. Psicosis en la memoria.
Puede que la situación esté requetevista, pero las buenas tesituras siguen funcionando si se presentan con clase, credibilidad y rabia. Y Habitación sin salida propone una situación maquiavélica con exquisitos encuadres y sin forzar el miedo a base de tramposos recursos. Sólo con la fuerza del suspense. Todo ello en un escenario casi único. En cierta medida, tanto en el tipo de puesta en escena como en las artimañas ejercidas por la oscura trama, Habitación sin salida recuerda a otra película de reminiscencias hitchcockianas, Breakdown (Jonathan Mostow, 1997), cinta que dio la oportunidad a su entonces desconocido director para dar el salto hacia ligas mayores (U-571, Terminator 3). Aún está por ver qué será del joven director húngaro Nimród Antal, que, si obviamos la innecesaria sobredosis de lucha física del último tercio, ha aprovechado muy bien su primera experiencia en el cine americano.
HABITACIÓN SIN SALIDA
Dirección: Nimród Antal.
Intérpretes: Luke Wilson, Kate
Beckinsale, Frank Whaley, Ethan Embry.
Género: thriller. EE UU, 2007.
Duración: 85 minutos.