De excursión por la autovía Mudéjar
Entre Sagunto y Huesca, la nueva A-23 da pie a paradas muy recomendables
En coche. Con descansos a lo largo del camino que nos descubren Dinópolis, en Teruel; Fuendetodos, pueblo natal de Goya; las lagunas de Gallocanta, parada y fonda de las aves; Daroca, Zaragoza o Huesca. Una ruta singular.
Los cuatrocientos kilómetros nuevos de autovía entre Sagunto y Huesca se denominan A-23 para España y E-07 para Europa, pero habrá que felicitar al funcionario que los ha bautizado autovía Mudéjar porque es el rótulo más poético y acertado de toda la Red de Carreteras del Estado. Su travesía es un paseo en el tiempo, desde los reinos árabes hasta las trincheras de la Guerra Civil.
En Teruel, las torres de San Martín y San Salvador imponen su verticalidad cromática sobre callejas y plazas por las que todavía planea el suicidio por amor de los Amantes, Diego de Marcilla e Isabel de Segura, nuestros Romeo y Julieta de andar por casa
Sobria y sin alharacas, la casa de Goya rezuma la atmósfera rural en la que creció. A su lado está el Museo del Grabado, con una de las ediciones de la serie 'Los desastres de la guerra'
De la siderurgia saguntina sólo queda en pie un alto horno, como vestigio de una arquitectura industrial ya sin vuelta. Frente a la nave que un día vio la transformación del mineral en hierro hay un par de bares de pescadores. Sopla el levante en la mañana de otoño, y el sol se estrella contra las ruinas del castillo cuyos pobladores prefirieron inmolarse antes que entregarse a las huestes de Aníbal. De aquí parte la autovía que conectará, cuando esté concluida, el Mediterráneo con el Atlántico en poco más de seis horas. Los exportadores sueñan con esta vía que colocará las clementinas en Burdeos, París y Londres en un tiempo récord.
SEGORBE
Pero el viajero no tiene tanta prisa y puede detenerse en Segorbe (salida 27) para beber en la fuente de los Cincuenta Caños el agua que fluye de la sierra de Espadán. La misma agua que bebió Abu Zayd, último rey musulmán de la taifa de Valencia. Segorbe es una simpática ciudad con restos de murallas, arcos y viaductos. Sus entradas de toros y caballos la segunda semana de septiembre son únicas en el mundo. Nada, ninguna barrera ni protección, separa los bichos del público. Los toros persiguen, fieles, a los jinetes, y casi nunca hay heridos. Impresionan.
En Segorbe comienzan dos rutas del imaginario colectivo: la mudéjar y la de los frentes de la guerra del 36. El ingenio musulmán convirtió el valle del Palancia en una rica huerta de canales. Naranjas, nísperos, cerezas y albaricoques crecieron en sus orillas. Cuando castellanos y aragoneses conquistaron estas tierras, ofrecieron a aquellos agricultores seguir cultivándolas a costa de un impuesto. Se les llamó moriscos, conservaron su religión e impusieron una tecnología arquitectónica de última hora: el ladrillo frente a la piedra sillar. A la sombra de la torre de las Campanas de Jérica (salida 42) resuena el golpe de una ficha de dominó sobre la mesa de mármol. Una motocicleta pespuntea la plaza. Llora un niño. En alguna cocina se gesta un arroz al horno. Sonidos, sensaciones, aromas como éstos debió de percibir también la figura más trasterrada de la República: el escritor Max Aub. El hombre que propuso a Picasso la realización del Guernica tiene en Segorbe su fundación. Por aquí vivió y sufrió la caída del régimen legítimo, antes del exilio.
Por aquí lo vivieron y sufrieron también las partidas de la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón.
CAMARENA DE LA SIERRA
Mientras se remontan las cuestas del Ragudo es imposible no pensar en aquellos maquis, en su osadía, en su sufrimiento, en su desintegración. Una placa los recuerda en la calle principal de Camarena de la Sierra (a 15 kilómetros de la salida 92). Llegaron en 1945, ocuparon los macizos de Javalambre, Gúdar y el Maestrazgo, y desaparecieron. Aquellos caminos por los que trajinaron emboscados se llaman hoy GR8, GR10, E7 y forman parte de la red de senderos de Europa.
Camarena de la Sierra se abre al fondo de un enorme desnivel, entre pinos, madroños, encinas, secaderos de jamones y accesos a las pistas de esquí de Javalambre (2.020 metros). La saturación de las de Valdelinares, en el lado derecho de la autovía, ha provocado una especulación urbanística notable. Es una vega de balnearios y aguas de montaña que mantiene su encanto pese a algunas construcciones de terrible diseño. En cambio, su lavadero porcheado, de aguas turquesa, es un prodigio.
TERUEL
El itinerario desde Camarena hasta Teruel (37 kilómetros) discurre, entre chopos que se acicalan para el otoño, por el tajo del río Riodeva y atraviesa pequeños pueblos con campanarios de adobe rojo. Algún niño muerde una pera en una esquina y al conductor se le hace su infancia agua.
A Teruel, la A-23 le ha dado una muy buena vía de entrada a sus muchos atractivos. Y eso que el viajero puede no sentirse tentado por sus torres, ya que el nuevo trazado circula unos kilómetros más al norte entre muelas y hoyas que no permiten suponer lo que nos espera detrás. Quizá el esqueleto de un tiranosaurio. Si uno viaja con niños, lo mejor es abandonar la autovía en la salida 105 (Teruel Sur), comer en el paraje de Fuente Cerrada y entrar en un parque jurásico llamado Dinópolis.
Teruel viene de Tirwal, un pequeño enclave musulmán al que llegó Alfonso II siguiendo a un toro bravo sobre el que se desplazaba una estrella. Los moriscos vencidos vendieron barata su mano de obra, pero aquellos primeros alarifes ya no eran canteros. Dominaban el ladrillo, el yeso, la escayola, la mampostería y el artesonado, y con estos materiales innovadores comenzaron a elevar ajedrezados, esquinillas y arabescos para engalanar torres, iglesias, sinagogas y palacios. Hoy, todo el mudéjar de Teruel es patrimonio de la humanidad. No fue una moda estética o arquitectónica, sino el sustrato de una civilización que permaneció en la Península durante siglos, aunque políticamente ya estuviera finiquitada. Hay un dato que conviene retener: todavía no han transcurrido tantos siglos desde la desaparición de los musulmanes en 1492 como los que marcaron su permanencia desde 711.
Teruel tiene una de las dos catedrales mudéjares de España. La otra es la de Tarazona. Este obrado de azulejos y ladrillos es un estilo transversal que impregna el románico, el gótico y el plateresco, dotando de un apellido singular a estos estilos. La techumbre de la nave central de la catedral de Santa María es la capilla sixtina del arte mudéjar. Las torres de San Martín y San Salvador imponen su verticalidad cromática sobre callejas y plazas por las que todavía planea el suicidio por amor de los Amantes, Diego de Marcilla e Isabel de Segura, nuestros Romeo y Julieta de andar por casa. En el centro de Teruel está el torico de la fundación de la ciudad. Representa el río Guadalaviar, el Turia de la desembocadura, y cuando los valencianos se mofan de su tamaño, los maños les recuerdan con sorna que "pequeñico, pequeñico, pero cuando echa la meada, os inunda" (por la riada de 1957).
ALBARRACÍN
La salida 124 conduce a Albarracín y los Montes Universales, un itinerario que requiere, desde luego, más de un día de duración y que nunca deja insatisfecho al que se interna en él. La 144, por Santa Eulalia del Campo, se adentra en una geografía de trigales y piedras de rodeno. De este material está construido el castillo de Peracense, una atalaya de Castilla sobre el reino de Aragón. Estamos en tierras de nobles e hidalgos, de aduanas y alfândegas. Alustante conserva un espectacular retablo en su altar y una imponente escalera de caracol en su campanario. Los enrejados de las casas hablan de un pasado regio y rico gracias a la trashumancia de las ovejas merinas. Inmigrantes portugueses y croatas impiden ahora la despoblación.
Menos suerte han corrido pueblos como Ojos Negros. Sus minas de hierro a cielo abierto no han resistido la reconversión industrial de los años ochenta. Las viviendas de los mineros, sus centros de ocio y reunión son ahora pasto del olvido, una especie de ciudad sin nombre, de espejismo societario que pide a gritos la rehabilitación. La vía férrea que se construyó hace un siglo para colocar el mineral en Sagunto arrancaba de aquí. Ahora, estos 228 kilómetros están libres de raíles, y los cicloturistas los utilizan como rutas verdes por las que deslizarse camino abajo. Reclaman a Renfe más facilidades para portar las bicis en los trenes.
DAROCA
En Monreal del Campo (salida 165) están los Ojos del Jiloca, un humedal que recoge aguas freáticas de toda la comarca y riega esta dulce vega. Aquellos maestros moriscos lo mismo desecaban lagunas que levantaban bulbos en los campanarios. Son llamativos los de Caminreal, Calamocha, Báguena y Burbáguena. La salida 180 conecta la autovía con la laguna de Gallocanta y con la villa de Daroca, un conjunto fortificado del siglo XIII que mantiene sus dos puertas, el palacio de los Luna, la judería y la calle principal, en la que castellanos y aragoneses sellaron la paz más de una vez. Daroca fue una ciudad autónoma, con fuero propio y voto en Cortes, unos privilegios que se acabaron a comienzos del siglo XVIII, cuando abrazó la causa del archiduque Carlos en contra de Felipe V. Ganó el Borbón, y sus tropas saquearon la ciudad. La romana Via Laminium atravesaba el burgo, y hoy conserva la seriedad del paso del tiempo, entre tascas para chatear tintos, tiendas delicadas para comprar un buen queso y pastelerías en las que degustar los moscatelitos. Daroca es una parada recomendada.
FUENDETODOS
También lo es Fuendetodos, a 24 kilómetros de la salida 283 en Cariñena. El pedregal se alfombra de vides para entrar en la casa de Goya. Sobria y sin alharacas, la casa del genio rezuma la atmósfera rural en la que creció. A su lado está el Museo del Grabado, con una de las ediciones de la serie Los desastres de la guerra, un buen aperitivo hasta Belchite, a 20 kilómetros, el mejor monumento erigido a la barbaridad de una guerra, la civil del 36. Pasear un atardecer por el Belchite en ruinas es sentir en la espalda todavía el estruendo de las granadas y de los gritos de dolor. Uno se gira y observa la fugacidad de un soldado, sin distinción de banderas, que se desangra inútilmente en la estepa que todo lo empapa. Belchite está baldeado por sangre estéril, y las ruinas del pueblo bombardeado son el testimonio más elocuente sobre el absurdo de la batalla. Unos buitres pertinaces insisten desde la altura en husmear los desechos.
ZARAGOZA
Con el corazón todavía encogido, el conductor retoma la autovía Mudéjar en su aproximación hacia Zaragoza. Logotipos romboides y octogonales indican en puentes y pasarelas en qué rincón de la nostalgia secular nos movemos. Zaragoza prepara la Exposición Universal sobre el Agua con su estación de alta velocidad todavía en obras, pero casi sin camas libres para 2008. Prometemos volver mientras cruzamos el Ebro de las discordias, con las agujas mudéjares de la basílica de La Seo al fondo. Es éste un lugar religioso que atraviesa el vaivén de los siglos. Los romanos ya pronunciaron aquí sus votos. Después ha sido mezquita, templo románico y catedral gótico-mudéjar. Aquí han jurado los fueros todos los reyes de Aragón. Aquí cayó asesinado mientras rezaba el primer inquisidor del reino, Pedro Arbués. De aquí desaparecieron en los primeros años sesenta 583 códices e incunables, en un robo atribuido a fascistas italianos próximos al régimen de Franco.
La Zaragoza del Alzamiento resistió el empuje de las columnas catalanas en la guerra del 36. Desde la sierra de Alcubierre, las milicias de la CNT y el POUM intentaron en vano tomar la ciudad. En una de estas unidades combatió y fue herido el escritor británico George Orwell. Hoy, estos pueblos de Los Monegros han recuperado las antiguas trincheras y las han rebautizado con el nombre del escritor, la ruta Orwell, visitable.
HUESCA
Huesca es municipio autónomo desde tiempos de Augusto. Conserva parte de la muralla árabe, pero aquí el mudéjar comienza a languidecer. Las agujas de los campanarios se achatan, y renacen la piedra y la pizarra. La iglesia de Nueno (salida 384) es el último ejemplo de ladrillo sobre sillar. La autovía también cambia, ahora vuelve a ser una carretera nacional, la 330, encañonada sobre el río Aragón en busca de Jaca y del camino de Santiago, que penetra por Somport. El primer pueblo que encuentran los peregrinos es Canfranc. Sé que resulta difícil de creer, pero en la plaza de Canfranc hay un pequeño parque sobre el que ondea siempre una bandera republicana. A veces, alguien la sustituye por la nacional -cuenta el propietario del bar Sisas-, pero a la mañana siguiente vuelve a aparecer la tricolor. Al fondo, los Pirineos.
GUÍA PRÁCTICA
Segorbe- Fundación Max Aub (964 71 38 66). Cronista Jaime Faus y Faus, s/n. Segorbe. La sala de exposiciones abre de lunes a viernes, de 9.00 a 15.00.- Tasca El Palén (964 71 07 40). Franco Ricart, 9. Unos 20 o 25 euros.- Hotel-restaurante María de Luna (www.hotelmariadeluna.es; 964 71 13 13). Habitación doble con desayuno, 57,78 euros. Menú de mediodía, 10.- Restaurante Ambigú (964 71 17 44). Andernos les Bains, 7. Unos 30 euros.- Oficina de turismo de Segorbe (964 71 32 54; www.segorbe.org).Teruel- Dinópolis (www.dinopolis.com; 902 44 80 00). Entre diciembre y febrero, el parque no abre algunas semanas, conviene consultar los días. Precio: adultos, 21 euros; niños, 16.- Parador de Teruel (978 60 18 00; www.parador.es). Carretera de Sagunto-Burgos, kilómetro 122,5. La doble, entre 95 y 115 euros.- Restaurante El Óvalo (978 61 82 35). Paseo del Óvalo, 2. Teruel. Unos 30 euros. Menú de mediodía, 12 euros.- Restaurante Los Aljibes (978 60 96 03). Yagüe de Salas, 1. Teruel. Bacalao gratinado. Unos 30 euros. Menú, 12.- Oficina de turismo de Teruel (978 62 41 05; www.teruel.net).Albarracín- Oficina de turismo de Albarracín (www.albarracin.org; 978 71 02 51).Daroca- Información sobre la comarca del Jiloca y el humedal en www.jiloca.es.- Datos sobre la laguna de Gallocanta en www.gallocanta.org y www.naturalezadearagon.com.- Posada El Almudí (976 80 06 06). Grajera, 7. Daroca. A pocos kilómetros, vinos ecológicos en San Martín del Río. Habitación doble con desayuno, 60 euros. Comer, unos 30 o 35 euros. Menú de mediodía, 12 euros.- Oficina de turismo de Daroca (976 80 01 29).Calamocha- Casa Mariano (978 73 16 07). Carnes y caza. Carretera de Sagunto-Burgos, kilómetro 190. Menú, 11 euros.Cariñena- Restaurante La Rebotica (976 62 05 56). San José, 3. Cariñena. Unos 30.- Museo del Vino (902 19 07 13; www.docarinena.com). Martes a viernes, de 10.00 a 14.00 y de 16.00 a 19.00. Sábados, de 11.00 a 14.00 y de 17.00 a 20.00. Domingos, de 11.00 a 14.00. Entrada, 1,50 euros.Fuendetodos- Casa natal de Goya, Museo de Grabados y sala de exposiciones (976 14 38 30). Fuendetodos. Abre de martes a domingo, de 11.00 a 14.00 y de 16.00 a 19.00. Entrada conjunta para los tres espacios, 3 euros.- Oficina de turismo de Fuendetodos (www.fuendetodos.org; 976 14 38 67).Más información- Oficina de turismo de Zaragoza (976 39 35 37; www.zaragozaturismo.es).- www.expozaragoza2008.es.- Comarca de Los Monegros (www.losmonegros.com).- Oficina de turismo de Huesca (974 29 21 70; www.huescaturismo.com).- www.redaragon.com.- Turismo de Aragón (902 47 70 00; www.turismodearagon.com).- Turismo de la Comunidad Valenciana (902 12 32 12; www.comunitatvalenciana.com).
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