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Reportaje:El futuro de las infraestructuras

"Después del Carmel se tiene algo de miedo"

Blanca Cia

Son las 10.30 horas y Toni Coin e Isabel Laguna, residentes de un bloque de viviendas de la calle de Indústria esquina con la de Honduras, aguardan la visita de dos técnicos de la empresa Eurocónsul, a la que GISA -la empresa pública catalana responsable de las obras del metro de la línea 9- ha encargado parte de las inspecciones de la zona de la Sagrera. Tienen que visitar 150 pisos. Días antes habían acordado la cita previamente. En el portal del bloque se puede ver los pisos ya controlados y los que todavía tienen que pasar la revisión.

La inspección del interior de las viviendas parte de un plano alzado que los técnicos levantan en la visita y un examen de cada pieza. "Miramos si hay hay grietas o indicios de algún problema de estructura", comenta una de las técnicas mientras sale de una habitación y se mete en el baño del piso.

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El bloque es relativamente nuevo y, aparentemente, no se ve nada anormal. "Bueno, siempre hay ligeras grietas, pero que muchas veces se producen si hay obras en la misma finca", añade.

"Pintamos hace tres años" contesta Isabel a una de las preguntas de la inspectora. En el balcón, la propietaria del piso que se asoma a la calle de Honduras cuenta que no tiene miedo por el túnel, pero que lo vive con cierta preocupación: "Sobre todo porque en el primer trazado que nos enseñaron no pasaba bajo el nuestro, sino bajo ése", dice, indicando la finca que está justo enfrente, al otro lado de la calle de Indústria.

Los responsables del proyecto decidieron desplazar el túnel de la línea 9 para evitar que transcurriera muy cerca del también proyectado de la línea 4. Ahora los separan un centenar de metros. "Se hizo ese cambio y otro, perforar el túnel a 30 metros de profundidad porque el terreno es mejor", explica Jordi Jubany, director de geología y obras subterráneas del Departamento de Política Territorial.

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Isabel no sabe de túneles e insiste en que estaba más tranquila antes. "Sabemos que la obra es necesaria para nosotros y para la ciudad, pero claro, después del Carmel, la verdad es que se tiene algo de miedo". Es de las que ha seguido las peripecias del trazado de la línea 9 a su paso por la Sagrera: "La asociación de vecinos siempre ha estado controlando y ha convocado reuniones para informar", apunta mientras enseña las alegaciones que se presentaron al trazado.

Desde el balcón, Isabel se queja de que las administraciones piden a los ciudadanos comprensión ante las obras que generan impacto en la calle y, en cambio, no son capaces de garantizar el funcionamiento de los servicios: "Que me lo digan a mí, que me colocaron un generador debajo de casa durante más de dos semanas por el apagón de julio y no podíamos abrir el balcón ni salir a la terraza".

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Sobre la firma

Blanca Cia
Redactora de la edición de EL PAÍS de Cataluña, en la que ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en diferentes secciones, entre ellas información judicial, local, cultural y política. Licenciada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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