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Reportaje:El futuro de las infraestructuras de Cataluña

El último puente del AVE antes de Barcelona

Viernes 21 de septiembre de 2007. El otoño asoma la cabeza y termina una de las obras emblemáticas de la línea del AVE entre Madrid y Barcelona: el último puente sobre el Llobregat. A mediodía empezó a moverse la enorme mole de 7.000 toneladas. El movimiento, desde la ribera de El Prat hasta la de Barcelona, se prolongó durante unas ocho horas. Al caer la noche, había un nuevo puente sobre el Llobregat.

Tiene 212 metros de longitud y 10,5 metros de ancho y sustituye al que había antes de tipo metálico. La obra se ha prolongado durante seis meses menos tres días y han participado en ella unos 70 operarios. Ahora queda el anclaje, el cosido con nervios de acero y, sobre todo, las pruebas de carga. La primera, con camiones cargados; la segunda, ya con material ferroviario.

La construcción de las últimas dovelas, de 22 metros cada una, se ha hecho en un tiempo récord: a una por semana, cuando lo normal son unos 12 días
La estructura que cruza el Llobregat mide 212 metros de longitud, está formada por cuatro elementos conectados y pesa 7.000 toneladas
Salvado el Llobregat, la plataforma del AVE no cuenta ya con más obstáculos entre la localidad de El Prat y la estación de Sants, en Barcelona

El puente tiene cuatro columnas y dos estribos (la estructura construida en tierra que sirve de apoyo inicial y final) y entre cada una de ellas se mantienen dos dovelas de unos 22 metros, agrupadas de dos en dos, hasta formar bloques de 44 metros. Al lado tiene otro gemelo que ya está siendo utilizado por los trenes de ancho convencional.

El último movimiento consiste en el lanzado del puente. Éste se va construyendo en tierra, pero luego sufre un desplazamiento progresivo. Se apoya sobre carriles y se mueve gracias a potentes gatos hidráulicos. La construcción de una dovela supone un trabajo de entre 10 y 12 días, pero en las últimas se ha conseguido una marca: una dovela por semana.

Ocho horas para 22 metros

La empresa constructora ha sido Corsán Corvián, cuyos trabajadores, junto a los técnicos de Adif, contemplaron el viernes cómo se movía la mole hasta llevar la nariz (una parte de metal más ligera que luego se elimina) hasta la ribera situada ya en Barcelona.

Los elementos metálicos de la nariz se desplazaban el viernes lentamente (para recorrer los últimos 22 metros se necesitaron hasta ocho horas) sobre los ejes a modo de vías; un operario colocaba elementos que facilitaran el desplazamiento de la mole.

El puente conecta con el túnel que lleva hasta la estación de El Prat, por una parte, y con los tramos de la línea que van de Sants a L'Hospitalet, por otra. En la zona de El Prat, se produce una suave pendiente que para un tren de estas características es casi pronunciada: tiene un desnivel del 3%, el máximo permitido para los servicios ferroviarios de alta velocidad. En terrenos no urbanos, la pendiente máxima es del 2,5%. La culminación del puente da más ánimos a los técnicos, ya convencidos de que el AVE entrará en Barcelona el 21 de diciembre.

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