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Reportaje:

La crisis hipotecaria pone en jaque a EE UU

Ben Bernanke presidirá mañana la que posiblemente sea su reunión más complicada al frente la Reserva Federal (Fed). El sector inmobiliario no termina de tocar fondo y los problemas en el mercado hipotecario amenazan con salpicar al resto de la economía, lo que crea mucha ansiedad entre los inversores. El choque entre Wall Street y la Fed es evidente, mientras la debilidad del dólar complica aún más la ecuación.

El BCE atribuye la bancarrota de las entidades de crédito de alto riesgo a una "normalización" del mercado financiero
Wall Street presiona para que la Reserva Federal baje mañana los tipos de interés, en el 5,25% desde junio de 2006
Los expertos achacan a la caída de la vivienda el fuerte recorte de los beneficios de las empresas estadounidenses
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Quiebra el décimo banco hipotecario de EE UU

Tanto la Reserva Federal, como el FMI o el Banco Central Europeo mantuvieron esta pasada semana que las sucesivas quiebras de varias entidades estadounidenses especializadas en la concesión de hipotecas de alto riesgo (también llamadas subprima) no tendrá un efecto global en los mercados financieros ni en el crecimiento de Estados Unidos: la previsión es que sobrepase el 2,5% en la segunda mitad del año, tras dos trimestres de atonía. Pero los analistas de Wall Street sí aprecian ya los primeros síntomas.

Los expertos de UBS y Goldman Sachs consideran que el repunte inesperado del paro en julio conocido el pasado jueves -la tasa, aún muy reducida, escaló al 4,6%-, sería el primer indicio de que el mercado laboral ha entrado en un ciclo a la baja. El crecimiento anual del PIB ha sido significativamente débil en los dos primeros trimestres (por debajo del 2%). Y la recesión en el mercado inmobiliario deja un reguero de malas noticias en el lado empresarial.

El sector de la vivienda fue clave en el crecimiento económico estadounidense entre 2001 y 2006. Según el Centro de Estudios de la Vivienda de la Universidad de Harvard, el sector supone más del 25% del PIB. Y en ese periodo generó un tercio del empleo creado y casi la mitad del gasto en consumo. Pero en el último año y medio, las ventas de viviendas nuevas (un recorte anual del 6,6% en julio) y los precios (el 1,4% menos) no han dejado de caer, y presentan los peores datos de los últimos 16 años.

Peores resultados

Merrill Lynch calcula que el frenazo inmobiliario es la causa de dos terceras partes de la reducción de los beneficios de las empresas en el segundo trimestre: había estimado que el crecimiento promedio rozaría el 20% y se quedó en el 6%. Y eso que las grandes multinacionales, como Coca-Cola, Caterpillar y General Electric, apoyan ahora gran parte de sus ganancias en el exterior, gracias a las ventajas que otorga la debilidad del dólar.

Los gestores de varias empresas coinciden en cargar el mochuelo de su descenso de resultados de forma directa a la crisis inmobiliaria. Burlington, la segunda ferroviaria del país, achacó la reducción de sus beneficios al descenso de envíos de materiales y de madera para la construcción de viviendas. DuPont, la tercera química, dijo que la caída de la demanda de hornos, baños y encimeras era en parte responsable de sus menores resultados. Pero, además del contagio a la economía real, lo que más preocupa a Wall Street es que las bancarrotas por las hipotecas de alto riesgo prendan la mecha de una crisis financiera global. Durante los cinco años de auge inmobiliario, entidades de crédito (muchas de ellas de nuevo cuño) se especializaron en la concesión de hipotecas a clientes con escasa solvencia por el total del precio de la vivienda o por un elevado porcentaje, exigiendo escasa o nula información sobre su historial bancario.

Para diversificar riesgos, estas entidades emitían títulos en el mercado financiero con las hipotecas de alto riesgo como respaldo, que eran adquiridos por fondos y bancos de inversión. El fenómeno tocó techo en 2005, cuando el volumen de hipotecas de alto riesgo rozó los 600.000 millones de euros, casi un 10% del mercado hipotecario estadounidense. Pero esas mismas entidades han sido también las primeras en sufrir el cambio de las condiciones en la vivienda.

Con las ejecuciones por impago de hipotecas aumentando un 58% en el primer semestre -casi todas de alto riesgo, sector que tiene una morosidad del 15%-, la devaluación del valor de las viviendas y las dificultades crecientes para vender casas, las entidades empezaron a caer. En el último año, casi medio centenar de hipotecarias de alto riesgo se declararon en bancarrota. Y el fenómeno no cesa, como demuestra la decisión anunciada este viernes por American Home Mortage, el décimo banco hipotecario de EE UU, de despedir al 90% de su plantilla.

Algunos grandes grupos y fondos de inversión, que compraron los títulos basados en hipotecas de alto riesgo, se han visto ya salpicados por la crisis. Y la banca alemana, una de las principales fuentes de financiación internacional, ya ha declarado los primeros casos de contagio: el tercer banco alemán, Commerzbank, ha avisado de un recorte de beneficios y la Federación de Bancos Alemanes ha aprobado una línea de créditos para sacar de dificultades al IKB.

Decisión del Banco Central

El Dow Jones, el índice de valores industriales en el parqué neoyorquino, cayó el viernes un 2,1% después de que el banco de inversiones Bear Stearns reconociera que el mercado de crédito vive la peor situación en más de dos décadas. Wall Street presiona para que la Reserva Federal baje los tipos de interés cuanto antes, ante el temor de que la crisis hipotecaria agrave más el parón inmobiliario y ponga el freno al resto de la economía.

La Fed, sin embargo, no parece muy dispuesta a salir al rescate de Wall Street y espera a tener evidencias más consistentes de que la crisis afecta al conjunto de la economía. Los analistas no creen que la autoridad monetaria rebaje mañana el precio del dinero, que lleva estable en el 5,25% desde junio de 2006. Pero sí esperan que flexibilice el lenguaje de su comunicado para reconocer que percibe riesgo a la baja en el crecimiento. La debilidad del dólar juega en contra de la bajada del precio del dinero, ya que un recorte deprimiría aún más el valor de intercambio con el euro.

Al otro lado del charco, la autoridad monetaria comparte el análisis de la Fed y limita el alcance de la crisis. Los tiempos del crédito fácil, que incentivaron aventuras tan arriesgadas como las de las hipotecas subprima, parecen acabados. Pero en su enrevesado lenguaje, el presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, instó el pasado jueves a los inversores "a mantener la sangre fría" ante lo que cree "una sana normalización de la apreciación de riesgos" en los mercados financieros.

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