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Reportaje:TOUR 2007

"Mamá, gané en el Tour"

El colombiano Soler no se creyó que había ganado en la mítica llegada de Briançon hasta que habló con su madre

La organización del Tour invitó al Barloword, equipo británico con capital surafricano, porque la salida de la ronda se daba en Londres. Ignoraba que la existencia de un tal Juan Mauricio Soler Hernández justificaría la decisión. Más largo que un día sin pan, tan grandote que no parece colombiano, Soler pasó primero por el Galibier y llegó solo a Briançon tras una exhibición brutal. No gana cualquiera en la que se autoproclama capital mundial del ciclismo, un paraje tremendamente bello, donde han ganado los mejores: Bartoli, Bobet, Bahamontes, Coppi, Jiménez, Bahamontes, Gimondi, Merckx. Muchos descubrieron ayer a Soler, pero el pelotón no. "En la Colombière nos pasó como un tren. Va que no veas", aseguraba Mikel Astarloza, del Euskaltel. Soler se fue como un avión subiendo el Galibier. Nadie le pudo echar mano, así que terminó por saludar a Nicolás Sarkozy en el podio. "Una gran victoria", dijo el presidente de la República al suramericano.

Le señalan como heredero de Lucho Herrera, que ganó dos veces el premio de la montaña
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Claudio Corti, su director deportivo, le abrazó agradecido y le pasó un teléfono: al otro lado, su madre, María del Carmen. Entonces, Soler, el escarabajo gigante, al fin dibujó una sonrisa en su cara: "Mamá, he ganado. ¡De verdad, he ganado! ¡Estoy en el Tour y he ganado la etapa, mamá!", se le escuchó gritar. Verbalizada la gesta, Mauricio, como le gusta que le llamen, empezó a darse cuenta que lo de ayer en Briançon, eso que le estaba pasando, no era un sueño.

Acababa de hacer historia justo donde hace siete años su paisano Botero levantó los brazos por delante de Savoldelli y Pantani. "No ataqué para ganar, pero tiré como un loco. No, no conocía el Galibier. Bueno, había mirado el mapa", dijo sincero antes de aclarar que la cara seria con la que atendía a los medios era cuestión de la sorpresa: "No esperaba esto, es como un sueño", dijo. Luego se emocionó al hablar de sus orígenes humildes, de sus padres, campesinos de altura que siendo niño no pudieron comprarle una bicicleta, del día que vio correr a Indurain en Duitama... "Tenía 12 años. Ganó Abraham Olano, pero desde entonces, Indurain fue mi ídolo y soñé con ser como él".

A los 16 años corrió su primera carrera: "Le saqué dos vueltas al segundo. La municipalidad me regaló la bicicleta para que pudiera correr como amateur. En Colombia todavía hay gente buena que ayuda a los que quieren ser deportistas", confesó. Aquella bici era tan mala que a los 17 años casi se mata: una cicatriz le atraviesa el perfil izquierdo, de arriba abajo: "Se me partió el eje delantero bajando un puerto y caí sobre las piedras. Desde entonces, mi mamá sufre mucho". Segundo en la clasificación del premio de la montaña, hay quienes le señalan como heredero de Lucho Herrera, que en 1985 y 1987 llegó a París con un jersey a topos. "No sé, ojalá", repetía en trance.

Juan Mauricio Soler, ayer bajando los Alpes.
Juan Mauricio Soler, ayer bajando los Alpes.REUTERS

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