_
_
_
_
Reportaje:TOUR 2007

El Tour de la inocencia

La 'grande boucle' parte hoy de Londres en busca de su credibilidad y con tantos favoritos, toneladas, como habladurías

Carlos Arribas

Mediado el recorrido, frente a Harrods, en medio del atasco, el taxista que va a clavar al cliente 100 libras, 150 euros, por un trayecto de 25 kilómetros, dos horas, entre el aeropuerto de Heathrow y la sala de prensa del Tour no se puede aguantar más. Se vuelve, dirige la mirada a la bicicleta plegada que el pasajero ha colocado en un asiento y habla.

"¿Qué? ¿Corres mañana en la carrera?", pregunta. "Por supuesto", responde el cliente. "Supongo que vas a inscribirte allí. ¿Y vas a ganar?". "Hombre, eso no creo; no soy tan bueno", cierra quien, de repente, piensa que así debía de ser hace un siglo, cuando los participantes en las primeras grandes boucles llegaban a París la víspera de la carrera, se inscribían en la sede de L'Auto y se iban a dormir pronto para madrugar y correr al día siguiente. Comienzos del siglo XX, el territorio histórico, mítico, que, reescrito un siglo después con mirada nostálgica, tanto le gustaría recuperar al Tour, el espíritu épico de una competición que tan mal ha casado con el siglo XXI.

Más información
La vida en ocho kilómetros
Los participantes
Carta abierta a Mr. McQuaid
Fabian Cancellara, primer líder del Tour

Bienvenidos al territorio de la inocencia ciclista. Bienvenidos al Tour 2007. Bienvenidos a Londres, donde el ciclismo es un deporte tan minoritario que los taxistas no han oído hablar de Eufemiano Fuentes ni saben lo que es la EPO y la palabra dopaje les hace pensar en carreras de galgos amañadas. Donde el ciclismo, el Tour, aún equivale a serpiente multicolor -sin veneno en los colmillos-, a pintorescos pueblos de la Francia profunda, a un lugar imaginario en el que el drama adquiere caracteres trágicos -muerte de Simpson en el Ventoux- y no ridículos, de farsa. Bienvenidos al Tour de la inocencia. Viva Londres pese a sus atascos, pese a la dificultad que tienen los corredores para entrenarse en las carreteras saturadas.

En la sala de prensa, sin embargo, el único sonido ligeramente romántico es el de la Olivetti que, inspirado, martillea Gianni Mura. El resto es susurros. O sea, rumores, habladurías que forman un paisaje paranoico. Respuestas para todos. El inocente se regocija de que tal es la cantidad y variedad de favoritos que el Tour 2007 promete ser el más abierto e igualado que recordarse pueda. El veterano, el hombre de colmillo retorcido, le responde que en efecto, pero que si se puede hablar de tantos favoritos es porque todos los que ocupaban un escalón superior en la generación actual -Ullrich, Basso, Landis...- han caído en las redes de la lucha contra el dopaje. Y no olvide que este Tour va a salir sin que el anterior cuente con un ganador oficial, precisamente por el dopaje. Y no olvide que desde 1996 no ha habido trigo limpio en lo alto del podio: los siete de Armstrong, bajo sospecha; Riis, tachado; Pantani, muerto; Ullrich, ahí está, y Landis.

Ya, le acepta el ingenuo, pero eso no significa que el valor absoluto de los que van a brillar este mes de julio en Francia no sea nada desdeñable. Y le habla de Alexandre Vinokúrov, el kazajo que tanta rabia almacena por que el año pasado se le prohibiera participar, el ciclista que con su victoria en la Vuelta pasada demostró que sus durísimos, imprevisibles y constantes ataques valían para algo más que para derrochar fuerzas. Y también le cuenta la vida de Andreas Klöden, el alemán que ya ha subido un par de veces, en 2004 y 2006, al podio de los Campos Elíseos, el ciclista que tan mal se llevaba con Vinokúrov cuando ambos trabajaban de guardaespaldas de Ullrich en el T-Mobile y que, sin embargo, ha vuelto a compartir equipo con él. Sólo te contaré lo que pasó el jueves en la rueda de prensa de ambos, le contesta el mal pensado. Fue un fusilamiento en toda la regla. No hicieron más que preguntarles sobre unos supuestos controles sospechosos y sobre sus relaciones con Michele Ferrari, el preparador de Armstrong, el mito de la revolución científica en el entrenamiento de los ciclistas. Si hasta les dijeron que si uno de ellos ganaba el Tour sería considerado un ganador sospechoso.

Vale, vale. Pero también están Alejandro Valverde, que le ganó una etapa a Armstrong y aún no ha terminado el Tour, y Óscar Pereiro, que sigue en el limbo del Tour 06, y Carlos Sastre, y Alberto Contador, y Denis Menchov, el ruso que vive y trabaja en Pamplona, y Christophe Moreau, el francés de 36 años que de mayor quiere ser Virenque, y los que nunca bajan del décimo puesto, Leipheimer, Evans... La tempestad de nombres desarbola al escéptico, le obliga a parar, coger aire y, finalmente, a aceptar. Viva el espectáculo, pues. Seamos inocentes.

Alejandro Valverde <i>ausculta </i>a durante el reconocimiento médico de ayer a los ciclistas.
Alejandro Valverde ausculta a durante el reconocimiento médico de ayer a los ciclistas.EFE

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_