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Columna
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El debate migratorio / y 2

Joaquín Estefanía

Refiriéndose a la inmigración, el Nobel de Economía Joseph Stiglitz decía la pasada semana en Madrid, en el seno de la Fundación Altman: "Dependemos completamente de ella". Y el Banco de España, en su reciente informe anual, destaca la significación de los flujos migratorios entre los factores que facilitan el crecimiento económico en nuestro país. Ergo si desde el punto de vista económico todo son parabienes sobre la presencia de inmigrantes, el esfuerzo debería ponerse de forma principal en la integración, una vez que están dentro de nuestro país. Pero las cosas no son tan sencillas...

En 2000 sólo había 920.000 inmigrantes en España, mientras que en el padrón recientemente publicado ese número asciende a 4,48 millones. Lo que significa que el crecimiento de personas procedentes del exterior no sólo ha sido exponencial sino compulsivo, mucho más rápido que en cualquier país de nuestro entorno. En ese incremento ha influido la posición geográfica entre Europa y África y la proximidad cultural de los países latinoamericanos pero, sobre todo y en opinión del Banco de España, "la robusta demanda de empleo que ha caracterizado la larga fase de expansión que ha experimentado la economía española en el último decenio". Es decir, que el célebre efecto llamada es el éxito de la economía española, y el efecto salida la dramática situación económica de los países de origen de los inmigrantes. No hay economicismo en este análisis, sino una descripción de la realidad.

Entre los efectos que vinculan a la inmigración con la economía, el Banco de España destaca los relacionados con la (escasa) productividad, pese a la complejidad y a la cautela con la que han de ser abordados: dado que los trabajadores de fuera desempeñan predominantemente ocupaciones en sectores donde la productividad es inferior a la media, la llegada de inmigrantes habría supuesto un efecto negativo sobre la productividad agregada. Según la aproximación elaborada por el informe en cuestión -que se basa en el discutible supuesto de que la remuneración de los inmigrantes no incorpora ningún elemento de discriminación salarial-, la inmigración habría tenido un impacto negativo de dos décimas sobre la tasa anual media de crecimiento de la productividad por ocupado del conjunto de la economía, que fue de tan sólo un 0,5% durante el periodo 2001-2005.

A estudiar los beneficios y costes de la inmigración también desarrolla parte de su contenido el informe de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), titulado Ensayo sobre los efectos económicos de la inmigración en España (Juan J. Dolado y Pablo Vázquez, editores). Entre otras, dicho estudio plantea dos conclusiones netas; la primera, que los ingresos derivados de la inmigración (impuesto sobre la renta, cotizaciones sociales de los inmigrantes, IVA e impuestos especiales, etcétera) exceden actualmente a los gastos (desempleo e inserción, pensiones, educación, sanidad...) en cerca de 2.000 millones de euros (0,02% del PIB), saldo positivo que alcanzará un máximo de 3.000 millones de euros a finales de esta década.

La segunda conclusión tiene que ver con las pensiones. Se aduce con frecuencia que la inmigración supone una solución al sistema de pensiones de reparto, que como consecuencia del progresivo envejecimiento de la población se encuentra en dificultades. Por ejemplo, el gasto en pensiones es del 8,7% del PIB en España y se estima que podría aumentar a casi el 20% en 2050, aun en el caso de que se produjese la convergencia total a las tasas de empleo en la UE. De acuerdo con las últimas cifras de la Seguridad Social que se manejan en este trabajo, existen 18,7 millones de cotizantes de los cuales casi dos millones son inmigrantes. El problema, dicen los autores, es que este tipo de argumentación olvida con frecuencia que si los inmigrantes permanecen en España y cobran sus pensiones, el problema se traslada al futuro. En otras palabras, el pan para hoy deviene en hambre para mañana.

¿No son estas razones añadidas para estudiar un pacto de Estado entre los partidos políticos en torno a la inmigración, evitando que se convierta en moneda electoral, como tantas veces ha ocurrido en el pasado?

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