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EN SEGUNDO PLANO | Juicio por el mayor atentado en España | 11-M

Escenas reveladoras

Antonio Jiménez Barca

El fin de semana uno de los acusados, Javier González Díaz, se enteró de que la fiscalía, en vez de los cuatro años de cárcel que solicitaba hasta ahora, pedirá para él en sus conclusiones definitivas la absolución. Esto es, González Díaz, apodado El Dinamita, acusado de suministrar explosivos, casi con toda seguridad saldrá en libertad.

Ayer se le notaba el buen humor. Y en el receso, González Díaz, en libertad condicional, estuvo charlando en el vestíbulo durante media hora... con un policía.

Las conclusiones definitivas de la fiscalía son un termómetro más o menos fiable para saber cómo les va yendo a los imputados en el juicio.

También los tres jóvenes asturianos acusados de transportar dinamita a Madrid han visto cómo en vez de ocho años de prisión, ahora piden sólo cuatro. Tal vez por eso ayer parecían sonreír algo más, hablar algo más animadamente entre ellos.

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Como el policía y El Dinamita.

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Fue una de las escenas reveladoras de ayer.

Otra fue la del Rabei Osman, El Egipcio, escuchando atentamente la transcripción de las cintas que le inculpan. En ellas aconseja a un joven acólito que tranquilice sus ánimos de inmolarse, que ya le llegará el día. Mientras se leía en la sala esa parte de la conversación de Osman, Fouad el Morabit, otro de los encarcelados, apoyaba sus pies descalzos, recubiertos con unos calcetines marrones, en las piernas de El Egipcio. Era un gesto de confianza.

El Morabit, acusado de pertenecer a la banda terrorista, es un pulcro ex estudiante de ingeniería con cara de inteligente que pasa todas las sesiones mirando y rellenando papeles. Fue uno de los amigos de Osman en España. Y, a juzgar por la actitud, sigue siéndolo.

La tercera de las escenas fue más dura y es recurrente, y cada día se sucede en este juicio, donde el horror se amontona de forma que es difícil reconocerlo a veces. Ayer, una madre, su hijo y su hija acudieron a la sesión y se pusieron cerca de los encausados y escucharon todo con una serenidad impresionante.

Una de las bombas de los trenes se llevó el 11-M al marido y al padre. Pero por los gestos contenidos y la ausencia de dramatismo de esta familia nadie lo hubiera adivinado jamás.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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