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Los laboristas israelíes se suman a las peticiones de dimisión de Olmert

Ehud Barak exigirá elecciones anticipadas si es elegido líder del partido

Todavía son socios de la coalición que gobierna Israel, pero los días de presencia laborista en un Gabinete encabezado por Ehud Olmert (Kadima) parecen contados. Nunca se puede aventurar con certeza qué depararán los tejemanejes bajo cuerda -en un sistema político en el que son tan frecuentes pactos contra natura-, pero el ex primer ministro Ehud Barak se ha sumado al coro de dirigentes que han exigido la dimisión de Olmert tras hacerse público, hace 10 días, un informe oficial sobre la guerra de Líbano devastador para el jefe del Ejecutivo.

Barak era la baza que se guardaba Olmert para conservar el cargo, al que accedió hace menos de 13 meses. Su plan: ofrecerle el Ministerio de Defensa a Ehud Barak si resulta vencedor en las elecciones primarias laboristas que se celebrarán el 28 de mayo. Pero Barak rompió la tarde del martes su calculado silencio. Y lo hizo para exigir la dimisión de Olmert, aunque con un lenguaje alambicado que deja las puertas abiertas a cualquier componenda. "El anterior jefe del Estado Mayor sacó sus conclusiones; el ministro de Defensa, Amir Peretz, también. Si el 28 de mayo soy elegido presidente del partido y el primer ministro no ha sacado sus conclusiones, intentaré crear un amplio consenso con los líderes de mi partido y de otras formaciones para fijar una fecha adecuada para las elecciones (...). Únicamente un liderazgo que tenga el respaldo inequívoco del pueblo israelí puede dirigir el país para salir de la actual crisis". Es evidente que Olmert no es ese líder.

El juego de palabras de Barak causó desagrado en sus propios correligionarios, que deseaban mayor contundencia y una posición más explícita contra todo lo que pueda representar un salvavidas para el primer ministro. Porque el candidato a presidir el laborismo no cierra la puerta a ingresar en el Ejecutivo con tal de que Olmert se pliegue a fijar el día de los comicios anticipados a medio plazo. Mucho antes, por supuesto, de los tres años que le restan de mandato.

Al jefe del Gobierno le crecen los enanos. Si su ministra de Exteriores, Tzipi Livni, ya demandó su renuncia -aunque al mismo tiempo decidiera permanecer en su puesto-, y el jefe de su grupo parlamentario, Avigdor Yitzhaki, y la diputada Marina Solodkin han exigido su renuncia, ayer fue el legislador de Kadima David Tal quien reclamó la retirada del líder de su partido.

El eventual abandono del Partido Laborista, que dispone de 19 escaños en el Parlamento, no supone indefectiblemente la convocatoria de elecciones anticipadas. La presidenta de la Cámara, Dalia Itzik, que abandonó las filas del laborismo para unirse a Kadima en noviembre de 2005, puede encargar la formación de Gobierno a otro miembro de su grupo, lo que sería suficiente para contentar al principal socio de la coalición. Así lo aseguran numerosos dirigentes. La cuestión es librarse de Olmert. Después, todo es posible.

Las probabilidades de que la actual Kneset continúe en sus labores son elevadas porque tanto Kadima como la izquierda ven las orejas al lobo si se convocara ahora a las urnas. Quienes se oponen a los comicios anticipados esgrimen un argumento: "Podríamos librarnos de Olmert, pero entonces tendríamos a Netanyahu", el líder del derechista Likud que se afianza cada día en las encuestas.

En previsión de que finalmente los laboristas abandonen el barco, Olmert no pierde el tiempo. Ya negocia con la Unidad para la Torá y el Judaísmo, un partido que representa a los ultraortodoxos ashkenazis y que cuenta con seis escaños en la Kneset.

Los partidos del Gobierno suman ahora 78 de los 120 escaños. Si Ehud Barak o Ami Ayalon, los favoritos en las primarias laboristas, optan por pasar a la oposición, la coalición se quedaría con 59 escaños, sin la mayoría absoluta imprescindible para gobernar.

Ehud Olmert.
Ehud Olmert.

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