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Reportaje:

Casa 'okupada' para creadores invisibles

Intelectuales y artistas promueven en Málaga un centro de actividad cultural alejado de los circuitos comerciales

Fernando J. Pérez

Mientras las estrellas del cine español entraban al Teatro Cervantes durante el pasado Festival de Málaga, del 10 al 17 de marzo, a 300 metros de la alfombra roja, en la calle Nosquera, una de las más degradadas del centro de la capital malagueña, daba sus primeros pasos La Casa Invisible, un centro social okupado que pretende ofrecer "una alternativa de gestión ciudadana al modelo de programación cultural mercantilizada". Los promotores del proyecto pretenden convertir este edificio en desuso, propiedad del Ayuntamiento, en un "espacio público de creación", según el investigador de la Universidad de Málaga Francisco Cabello.

La Casa Invisible no cuadra con la imagen preconcebida que se tiene de los inmuebles okupados. Aquí no hay desconchones, ni las ratas campan a sus anchas, ni la basura desborda por los patios. En realidad, el edificio, en el que el consistorio había planteado crear un "vivero de empresas culturales", se encuentra en bastante buen estado. La iniciativa arrancó con el Festival de Cultura Libre de Málaga, propuesta alternativa al Festival de Málaga de cine español. En la programación participaron figuras reconocidas como Javier Corcuera, director del documental La Espalda del Mundo, Pepe Rovira, premiado en el Festival de Cine de San Sebastián, además de decenas de creadores desconocidos locales, los creadores invisibles para los que está realmente concebida la casa de calle Nosquera 9-11. Durante los siete días que ha durado el certamen alternativo, han pasado por La Casa Invisible unas 1.500 personas, según los organizadores, que asegurán que su iniciativa "tiene vocación de continuidad".

El proyecto, inspirado en experiencias similares que funcionan desde hace años en otras ciudades, como la Tacheles Kunsthaus de Berlín o el Hangar de Barcelona, cuenta con el apoyo de intelectuales como el premio Nobel de Literatura Darío Fo, el cineasta Fernando León de Aranoa o Kiko Veneno, que han firmado el manifiesto de adhesión a La Casa Invisible.

La idea de contar con un espacio permanente de expresión creativa ciudadana surgió el año pasado. La plataforma Creadores Invisibles ocupó durante un día el antiguo Cine Andalucía para protestar por su conversión en hotel. En esa ocasión participaron actores como Óscar Jaenada o Antonio Dechent. Según Cabello, con La Casa Invisible se busca "denunciar la precariedad del sector cultural en Málaga más allá de los eventos fugaces que no dejan huella en la ciudad". La Casa Invisible pretende servir como espacio tanto para la exhibición, como para la producción y la divulgación de ideas alternativas. Esta semana hay programado un debate sobre el futuro urbanístico de los Baños del Carmen, un seminario sobre derechos sociales y una conferencia sobre los filósofos Gilles Deleuze y Félix Guatari.

El profesor de Geografía Humana de la Universidad de Málaga Alfredo Rubio, uno de los promotores del proyecto, destaca que en La Casa Invisible, se da una "fusión de generaciones que ponen sobre la mesa la necesidad de este tipo de espacios frente a la cultura mercantilizada". Rubio reivindica que "la energía social tenga carta de naturaleza" y critica la "dantesca acumulación de museos sin planificación alguna en el centro de Málaga". Frente al modelo cultural dominado por los circuitos mercantiles "para puros espectadores", Rubio contrapone un "cambio de modelo en el que la gente disponga de espacios de auto-expresión".

Los promotores de La Casa Invisible reclaman ahora negociar con el Ayuntamiento de Málaga "para que se garantice la continuidad del proyecto y su gestión social y colectiva". Temen que tras las elecciones, el alcalde, Francisco de la Torre, retome su "vivero de empresas".

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Sobre la firma

Fernando J. Pérez
Es redactor y editor en la sección de España, con especialización en tribunales. Desde 2006 trabaja en EL PAÍS, primero en la delegación de Málaga y, desde 2013, en la redacción central. Es licenciado en Traducción y en Comunicación Audiovisual, y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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