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Reportaje:

El visado para Ana Frank que nunca llegó

La familia de la adolescente judía intentó infructuosamente escapar de la ocupación nazi

Conseguir un visado para escapar del horror de guerras, persecuciones o simplemente para huir de la miseria, es una pesadilla común entre los desheredados del siglo XXI, pero también lo fue para personajes históricos como la familia de Ana Frank, autora de Los diarios de Ana Frank. El libro que aquella adolescente judía escribió entre 1942 y 1944 mientras permaneció escondida junto a su familia en un edificio de Amsterdam para evitar la represión nazi, se convirtió al finalizar la II Guerra Mundial, en uno de los documentos fundamentales sobre el Holocausto.

Pero lo que los diarios no contaban, quizás porque la propia niña nunca fue consciente de ello, fue el calvario burocrático por el que atravesó su padre, Otto Frank, para conseguir un visado de entrada a Estados Unidos que nunca llegó y que quizá hubiera evitado que tanto la joven Ana como su hermana Margot y su madre Edith fallecieran en campos de concentración en 1945.

El padre de Ana se topó con un calvario burocrático para huir hacia Estados Unidos

Esta semana el Instituto YIVO de Nueva York, especializado en temas judíos, ha publicado cerca de setenta documentos que permanecieron olvidados en un archivo durante tres décadas y que muestran la lucha infructuosa de Otto Frank para emigrar a Estados Unidos tras la ocupación nazi de Holanda en 1940.

La burocracia que aún hoy provoca el rechazo de millones de solicitudes de quienes por razones diversas buscan abandonar sus países también aplastó a la familia Frank, que pese a sus conexiones políticas o económicas, no consiguió el preciado sello que les hubiera garantizado la libertad. Entre los documentos encontrados hay una carta de Otto Frank fechada en abril de 1941 a su amigo Nathan Strauss, ex compañero de universidad, amigo de Eleanor Roosevelt y director de la Housing Authority estadounidense, pidiéndole un depósito de 5.000 dólares para obtener los visados. "No te lo pediría si no fuera porque las condiciones actuales me obligan a intentarlo todo antes de que sea demasiado tarde para evitar lo peor", escribe Frank.

Pero según demuestran los archivos, un torrente de obstáculos burocráticos iba cayendo sobre la petición de los Frank y el propio Strauss contestaba en julio de 1941: "A menos que puedas llegar a una ciudad con un cónsul americano, no hay manera de traeros a Estados Unidos". Según Richard Breitmen, profesor de historia de la American University, Estados Unidos endureció las leyes de inmigración en 1940. "Los aspirantes necesitaban una buena razón para emigrar. ¿Por qué? Seguridad nacional, miedo al extranjero y según algunos, anti-semitismo", asegura en la revista Time.

A finales de 1941, Otto Frank intentó también conseguir un visado cubano con el que viajar a España o Portugal y allí solicitar los visados para Estados Unidos, ya que en territorio nazi no quedaban diplomáticos estadounidenses. Su intentó se frustró con el estallido oficial de la guerra entre Estados Unidos y Alemania. En junio de 1942, los Frank se veían obligados a esconderse, un encierro que duró dos años y que concluyó con el arresto y deportación de toda la familia tras un chivatazo aún sin aclarar.

Fotografía de Otto Frank, con sus hijas Ana (centro) y Margot, en la exposición presentada en Nueva York.
Fotografía de Otto Frank, con sus hijas Ana (centro) y Margot, en la exposición presentada en Nueva York.AP

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