San Bernardos
Los niños de Supernanny crecieron y ahora Cuatro ha estrenado SOS Adolescentes, un spin off de aquella aventura terapéutica redentora de niños traviesos aplicado al campo minado de la edad del pavo y con distintos protagonistas. El mal bicho de la familia elegida para el primer capítulo se llama Ainhoa, un volcán negativo, deslenguado y agresivo, miembro de una familia que, siguiendo las leyes del formato, aceptó resolver su guerra interna con la intervención de la fuerza pacificadora de Ana Isabel Saz-Marín, psicóloga experta en este tipo de diplomacia. Televisivamente, el modelo es idéntico al de Supernanny. La impotencia de los padres, sin embargo, se ha sofisticado, ya que ésa no es la primera guerra que libran. El hogar es el marco de discusiones gratuitas y estúpidas, de enfados caprichosos y las relaciones entre unos y otros se deterioran ante las cámaras. Es tan vulgar y común que hasta parece real.
Pero cuando aparece la psicóloga la narración adquiere una dimensión fantástica: la de una superheroína que, cual ministro Moratinos, llega para vencer a los dragones de la incomunicación, luchando contra demonios familiares con una espada que intenta recuperar la autoestima. De repente, la misma Ainhoa que antes tiranizaba a sus prójimos se ablanda y verbaliza su voluntad de redimirse. ¿Lo conseguirá? En caso de que fracase y decida recuperar su identidad borde, agresiva, estridente y negativa, que no se preocupe: podrá ganarse la vida y una pasta ejerciendo de concursante de Gran Hermano o de colaboradora de, pongamos, A tu lado (Tele 5). Allí lo que se valora es precisamente lo que combate SOS Adolescentes, y cuanto más malvado es el colaborador, más éxito tiene. Un ejemplo: el otro día, Aída Nízar, que ha convertido la egolatría en una forma de vida, hizo una importante aportación a la lengua española. Estaba criticando a alguien y en lugar de decir "A todo cerdo le llega su san Martín" dijo algo mucho más interesante: "A cada uno le llegará su san Bernardo".
