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HISTORIAS DEL 'CALCIO' | Fútbol | Internacional
Columna
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Señales en el cielo

Enric González

Hay que hacerse a la idea: el Inter va camino de ser campeón. Ayer se apuntó la 15ª victoria consecutiva en la Liga, algo que sólo habían conseguido antes, en 1961, el Real Madrid de Di Stéfano, Puskas y los cinco títulos en fila y, en 2006 (a caballo entre dos campeonatos), el Bayern de Múnich. El Inter mantiene los 11 puntos de ventaja sobre el segundo, el Roma, y, más importante que eso, ha adquirido tal prestancia que los rivales (y los árbitros, que suelen sonreír al que gana) se le deshacen entre las manos. Faltaba Adriano y ha vuelto: cinco goles en seis partidos. Los mimos de Mancini y las vacaciones en Brasil han realizado el milagro. Y el equipo es una máquina. El Inter, tradicionalmente célebre por su capacidad de arrancar una derrota en las mismas fauces de la victoria, no se parece en nada a sí mismo.

La ex Bienamada, a la que ya sólo aman los íntimos porque no hay quien aguante tal suficiencia, es calificada de "perfecta" por los comentaristas italianos. Traducción: se defiende bien y aprovecha con muy mala uva sus ocasiones de gol. El Inter no se parece a sí mismo, sino al Juventus del curso pasado, sólo que sin Luciano Moggi y sin (que se sepa) arreglos arbitrales.

Todo esto puede parecer banal. Siempre hay uno que gana. La cosa, sin embargo, es seria porque se trata del Inter.

El Internazionale de Milán obtuvo su último scudetto (no es elegante contar el título administrativo de 2006) en 1989, el año en que cayó el Muro y acabó una era. El anterior lo ganó en 1980, el año en que Silvio Berlusconi creó, de forma poco legal pero rentabilísima, la primera televisión privada italiana, dando inicio a lo que todos sabemos. Habrá que ver qué catástrofe ocurre en 2007 si, como parece, el scudetto se cose otra vez sobre el frontal de las camisetas negras y azules.

Quedaba una esperanza, la de la cancelación del campeonato. Esa esperanza se ha revelado vana. En 2006 se descubrió que Moggi llevaba temporadas manipulando el torneo en favor de su equipo, el Juventus, y de unos cuantos amiguetes (Milan, Fiorentina y Lazio, según los jueces deportivos), pero no pasó nada. Hubo sanciones y el calcio siguió adelante. En 2007 ha sido asesinado a golpes de lavabo un policía y los ultras han lanzado su enésimo desafío al mundo, creando una situación tan grave que se ha planteado la posibilidad de cerrar la competición y tirar la llave al pozo, pero no pasa nada. Aunque en más de la mitad de los estadios se juega sin público, el calcio sigue adelante.

Habrá, porque siempre los hay, descontentos y aguafiestas. Gente que, en vez de saludar el estreno de Ronaldo con el Milan (un equipo tan lento que, en comparación, el robusto Fenómeno parece una centella), se empeña en mirar donde no debe. A la curva del estadio Olímpico, por ejemplo, donde un sector de la fiel muchachada romanista se volvió de espaldas al césped mientras se guardaba un minuto de silencio en memoria del policía Filippo Raciti. Se volvieron de espaldas y silbaron. ¿Qué problema hay? Son chavales, gente joven con ganas de expresarse. El Olímpico, por otra parte, cumple las normas de seguridad. Como dice don Roberto S., papá del chavalín de 100 kilos al que se acusa del asesinato del inspector Raciti junto al estadio del Catania, "es la policía la que busca los problemas". Y, sí, los muchachos del Atalanta consiguieron lanzar ayer, en pleno partido a puerta cerrada, una bomba de humo sobre la curva. ¿Qué mal hacen a nadie si el estadio está vacío? Lo dicho: aquí no pasa nada.

Lo cual nos conduce a una conclusión optimista, que compensa el temor a que un scudetto del Inter traiga consigo desgracias tremebundas. En estos tiempos de calentamiento climático y amenazas nucleares, reconforta pensar que, aunque el mar se trague la humanidad, llegue el fin del mundo, estalle el planeta y nos convirtamos en polvo cósmico, el calcio seguirá adelante. No pasa nada.

Ante las gradas vacías, los futbolistas del Fiorentina y el Udinese guardan un minuto de silencio por el policía asesinado en Catania.
Ante las gradas vacías, los futbolistas del Fiorentina y el Udinese guardan un minuto de silencio por el policía asesinado en Catania.REUTERS

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