Un espía paquistaní
Lo original sería decir qué países no ha pisado este periodista, que ahora publica El club de los faltos de cariño (Seix Barral). A Leguineche, corresponsal de guerra durante 40 años, todos los viajes se le entremezclan.
Cuente una anécdota que le venga a la memoria.
Pues fue en la India, en plena guerra con Pakistán. Yo dormía en una estación perdida en la frontera, cerca de donde estaba armándose la marimorena. Tenía 20 años. A las cinco de la madrugada vi sobre mis ojos varias linternas, y de ahí fui a parar a la cárcel. Las noticias dijeron que habían cazado a un importante espía paquistaní.
¡Pues sí que atinaron!
A la cárcel fue un montón de gente gritando: "¡Viva la India! ¡Mueran los espías paquistaníes!".
Menudo susto.
Yo estaba relativamente tranquilo porque ya me había pasado de todo. El comisario cogió mi pasaporte al revés, no entendía. Yo le expliqué que era periodista, y fuera seguían gritando, era atronador. Hasta que me dejaron en libertad.
No se atrevería a salir, con la masa esperándole fuera.
Fue curioso. Vinieron las autoridades del pueblo a ver qué jeta tenía. Y al salir me dieron té y pastas. Pero yo tenía y tengo pinta de espía múltiple. Allá donde voy me consideran un espía del otro lado.
¿A qué lugar volvería sin pensarlo?
A Goa, en la India, y a Birmania. Como verá, mis tendencias son más bien asiáticas.
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