Un año de Hamás en el poder
Los logros del movimiento islamista al frente del Gobierno han sido prácticamente nulos para los palestinos de Gaza y Cisjordania
Días después de las elecciones legislativas palestinas del 25 de enero de 2006, el diputado de Hamás Mohamed Shihab aseguraba a este diario: "Hemos lanzado un misil que acaba de dejar tierra, queda muchísimo tiempo para que alcance su destino". Se le preguntó si el día del triunfo en las urnas correspondía con el del lanzamiento del proyectil. "No", respondió el parlamentario, "disparamos cuando Hamás fue fundada en 1987".
A pesar de la dramática situación económica, los dirigentes se muestran confiados
La organización se rige por un ritmo muy particular, pero con una estrategia clara
El símil revela que esta organización se rige por un ritmo muy particular, sin prisa, pero con una estrategia clara. Aseguran que de ninguna manera van a apearse de sus postulados, es decir, que nunca reconocerán la legitimidad del Estado de Israel, ni renunciarán a la violencia. En eso no han defraudado a su parroquia. Asunto bien diferente son sus logros al frente del Ejecutivo: prácticamente nulos.
La victoria de Hamás, un giro histórico de 180 grados después de medio siglo de hegemonía política de Al Fatah, acarreó inmediatamente efectos devastadores para los cuatro millones de palestinos que habitan Cisjordania y Gaza. El Gobierno israelí congeló ilegalmente los fondos que recauda en nombre de la Autoridad Nacional Palestina (ANP); en abril, la UE y EE UU cancelaron las ayudas financieras -alrededor de 1.000 millones de euros anuales- y los 160.000 funcionarios y sus familias comenzaron a pasarlas canutas.
El 25 de junio milicianos palestinos se infiltraban a través de un túnel en una base militar israelí adyacente a Gaza. Capturaron a Gilad Shalit y el desastre se abatió sobre Gaza. En los días posteriores, la aviación israelí arrasó las infraestructuras civiles y las fuerzas de seguridad detuvieron en Cisjordania a una treintena de diputados y ministros de Hamás. La gran mayoría sigue en prisión. En julio, el Ejército israelí mató a cientos de milicianos y civiles en Gaza y unos 660 palestinos han perdido la vida en 2006 en los territorios ocupados.
Sattar Kassem, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad An Najah de Nablus, es un azote de islamistas y de los laicos de Al Fatah. "Los logros de Hamás son cercanos a cero. Triunfó en los comicios y la sociedad pensó que emprendería una lucha contra los corruptos de la anterior ANP, pero casi nada se ha hecho. Es un Gobierno sin programa".
Jalil Nofal, que dirige en nombre de Hamás las negociaciones para formar un Gobierno de unidad nacional, no tiene reparos en coincidir con Kassem, si bien enfatiza que el presidente Mahmud Abbas "ha hecho todo lo que está en sus manos para anular la capacidad de maniobra del Gobierno de Ismail Haniya". "Hemos cometido errores", afirmaba el miércoles Nofal en su domicilio de Gaza. "No supimos ver que todas las facciones palestinas nos aislarían. Esperábamos que EE UU, la UE e Israel organizarían un bloqueo, pero no supimos ver que Egipto y Jordania también se sumarían".
A pesar de la dramática situación económica que padecen los palestinos, sobre todo en Gaza, los dirigentes de Hamás se muestran confiados. El dinero comienza a llegar paulatinamente.
Es un alivio para los dirigentes islamistas, que admiten que su apoyo popular ha menguado, aunque no temen a las urnas. Están convencidos de que Al Fatah ha perdido más respaldo en las calles. Y, sobre todo, no dejan de mirar a un futuro que ellos no vivirán, siempre pendientes de ese misil ficticio que lanzaron en 1987. "La causa palestina estaba liquidada. Al Fatah e Israel deseaban que fuera un asunto bilateral. Nuestra victoria ha desnudado la hipocresía de los países occidentales y ha puesto de manifiesto que Abbas y su gente comparten los proyectos de Washington. Hemos colocado de nuevo nuestra causa en el centro de atención del mundo árabe e islámico". Tal vez sea su único logro.
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