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Reportaje:

Acto de fe

De la tolerancia cero a volver a empezar: el ciclismo se retrata en la presentación de la Vuelta 2007

Carlos Arribas

Hubo una palabra que no se pronunció ayer durante el acto de presentación del recorrido de la Vuelta Ciclista a España de 2007: dopaje.

Las ironías del pedal: hace un año, año-Heras, el acto fue el del lanzamiento de la tolerancia cero, de los discursos represivos, del dedo acusador. Ayer, aún vigente el año-Operación Puerto, el acto fue el de la sacarina, del pastel endulzado. Como si el mundillo ciclista se sintiera de repente afectado por un ramalazo de sentimiento de culpa insuperable, uno a uno, todos los oradores que pasaron por el estrado, todos imbuidos de un sólido espíritu navideño, hicieron lo posible para levantar el ánimo a los ciclistas, para recordar que sin ellos, sin su esfuerzo, su sacrificio, su dolor, su sangre, el ciclismo, el deporte de la leyenda y la épica, no sería nada.

"Nadie va a acabar con este deporte, por mucho que digan los agoreros", afirma Lissavetzky

"Nadie va a acabar con el ciclismo, por mucho que digan los agoreros", aseguró Jaime Lissavetzky, el secretario de Estado para el Deporte, quien propuso para 2007 "la gran sentada", una reunión de todos los estamentos del ciclismo, para reflexionar, debatir y decidir: "Para mejorar hay que escuchar a todos. Todos podemos tener nuestra parte de razón, pero a veces el ruido exterior ha sido tan grande que no nos ha dejado oírnos".

Hace un año, en etapa de lanzamiento de la Ley Antidopaje, Lissavetzky lanzó valientemente la noción de tolerancia cero y este verano sufrió una encerrona por parte de algunos corredores implicados en la Operación Puerto, que le achacaban la culpa de todos sus males y le acusaban de proteger otros deportes.

Por eso, quizás, Ignacio Ayuso, el presidente de la Vuelta, al presentarlo, dijo: "Pese a quien pese, Lissavetzky será siempre bien recibido en la Vuelta". Por eso, quizás, Lissavetzky tuvo en su discurso el detalle de recordar el contencioso que enfrenta a las tres grandes -Vuelta, Giro y Tour- con la Unión Ciclista Internacional y su ProTour y de ponerse del lado de los organizadores. "Queremos que la Vuelta siga entre las tres grandes y que siga durando tres semanas", dijo el secretario de Estado.

Y, tal como estaba el ambiente, con los ciclistas -estaban por allí Valverde, Pereiro, Igor Antón, Gómez Marchante, Rubiera...- aplaudiendo a rabiar a todos los oradores, con los problemas relegados a asuntos que se pueden resolver con buena voluntad, la Vuelta, cuyo recorrido se desveló, no podía sino ser un postre aún más dulce y agradable. Fuera de la intención de los organizadores los recorridos exagerados, terribles, de los últimos años, las sobredosis de montaña. La Vuelta de 2007 será, en palabras de su director general, Víctor Cordero, quien preconizó "modernización y credibilidad" para el ciclismo, "corta y suave", aunque plena de neutralizaciones.

Esquemáticamente, las tres semanas de la Vuelta de 2007, del 1 al 23 de septiembre, de Vigo a Madrid, se dividen en dos: una primera parte de dureza concentrada en el norte -tres llegadas en alto en 10 días, con regreso, en la cuarta etapa, a los Lagos de Covadonga, y una contrarreloj de 50 kilómetros- y una segunda más llevadera en el sur.

Y, ya dando por sentada la ruptura con el ProTour, Cordero terminó anunciando que ya no será obligatorio para los grandes equipos participar, pero que los 18 actuales del ProTour están invitados.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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