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La guerra de Irak
Columna
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Democracia en acción

Posiblemente no la conoce, sobre todo porque fue pronunciada por un presidente demócrata, Harry S. Truman, un hombre de origen humilde, convertido, por fallecimiento de su jefe, Franklin D. Roosevelt, en presidente de Estados Unidos en un momento crucial de la historia del mundo. Truman, natural de un Estado como Misuri, hasta entonces irrelevante en la aportación de dirigentes políticos a las élites gobernantes en Washington, sintió como nadie la soledad del cargo, en unos momentos clave de las relaciones internacionales: el final de la Segunda Guerra Mundial y la subsiguiente amenaza del expansionismo comunista soviético.

De tal envergadura eran las decisiones que tenía que adoptar -desde la utilización por primera vez del arma atómica al lanzamiento del Plan Marshall para la reconstrucción de Europa y el establecimiento de la más exitosa y perdurable alianza militar de todos los tiempos, la OTAN-, y tan falto de asistencias políticas se encontraba, que, según cuenta en sus memorias, le dijo una noche a su mujer: "Si quieres un amigo en Washington, cómprate un perro".

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Mutatis mutandis, así se ha debido sentir George W. Bush con los dos temas estrella que han marcado la agenda política de Washington en las últimas 48 horas, la comparecencia de Robert Gates ante el Senado en busca de su confirmación como secretario de Defensa y la esperada publicación del informe elaborado por el Grupo de Estudio sobre Irak, una comisión bipartidista nombrada por el Congreso para evaluar la situación en el país árabe, copresidida por el republicano ex secretario de Estado James Baker y el influyente ex congresista demócrata Lee Hamilton. Porque, con todos los errores que amigos y enemigos quieran atribuir a Estados Unidos, cuando llega la hora de la verdad, el sistema demuestra que funciona y la transparencia democrática brilla con todo su esplendor. Los dos acontecimientos son un nuevo ejemplo de la democracia americana en acción.

Traslademos la escena a un país europeo, por ejemplo, España. Imaginemos, que es mucho imaginar, que un ministro designado por el jefe del Ejecutivo tiene que someterse al examen del Legislativo antes de poder tomar posesión de su cargo. Pregunta de un legislador de la oposición: "Sr. ministro designado, ¿cree Vd. que la Alianza de Civilizaciones servirá para convencer a Osama Bin Laden de que desista en su objetivo de destruir a Occidente?". Dejo al juicio del lector la respuesta, pero intuyo que el aspirante a ministro trataría de encadenar una serie de argumentos para defender la teoría de su jefe y patrocinador. En Washington, no. A la pregunta concreta del senador Carl Levin, el demócrata que presidirá a partir de enero el comité de servicios armados del Senado, de si -como pretende Bush-, Estados Unidos está ganando la guerra de Irak, Gates contestó con dos palabras, "No, sir". A la segunda pregunta del senador John McCain, uno de los aspirantes con más posibilidades de conseguir la nominación presidencial republicana, de cómo describiría la actual situación en Irak, Gates, uno de los 10 miembros del Grupo de Estudio sobre Irak, contestó con otro monosílabo: "Inaceptable". Justo lo contrario de la doctrina defendida hasta ahora por la Casa Blanca.

Y lo mismo se puede aplicar a las conclusiones del informe elaborado por el Irak Study Group. Las conclusiones, 79, se pueden resumir en tres, ninguna de las cuales excesivamente gratas para la Casa Blanca: reducción gradual de las tropas de combate para principios de 2008 e incremento de la labor de entrenamiento de las fuerzas iraquíes, frente a la negativa de Bush de poner fecha al redespliegue de tropas; exigencia al Gobierno de Bagdad de trabajar por una verdadera reconciliación nacional sin sectarismos; y convocatoria de una conferencia regional con participación de Irán y Siria -una cuestión para Bush equivalente a mencionar la soga en casa del ahorcado-, para discutir la estabilidad en Irak y el resto de los problemas de la zona.

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El informe constituye un intento de restablecer una mínima unidad de acción y conseguir un consenso entre republicanos y demócratas para hacer frente a la situación más grave a la que se enfrenta Estados Unidos desde Vietnam. Así lo han afirmado dos respetados miembros del grupo, Sandra Day Connor, la primera mujer en acceder al Tribunal Supremo federal, y el ex director del Gabinete de Bill Clinton, Leon Panetta. Se trata, para ellos, de la última oportunidad para adoptar una estrategia conjunta con relación a Irak y, así, intentar unir al país. La pelota está ahora en el tejado de Bush. Y, hasta ahora, el tejano no es famoso, precisamente, por su flexibilidad.

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