El consumo de cocaína dispara el número de infartos en menores de 40 años
Los cardiólogos aseguran que este tipo de colapsos requieren tratamientos distintos
Los médicos de urgencias en los hospitales gallegos se están encontrando desde hace un par de años con cuadros de infartos graves en personas que todavía no han cumplido los cuarenta. En 2005 los centros sanitarios de las ciudades recibieron más de 100 colapsos de esta nueva tipología. Infartos que los cardiólogos relacionan directamente con el consumo de cocaína. En los historiales del Hospital Clínico de Santiago constan en los últimos meses 12 infartos en pacientes menores de 35 años, todos vinculados a esta droga. El último hace mes y medio.
Los manuales médicos definen el infarto como "la muerte de una porción del músculo cardíaco". El corazón se para, deja de latir, debido a la obstrucción de una arteria. Cuando esos tubos, que las enciclopedias dibujan en azul oscuro, encuentran un tapón, el aporte de sangre se interrumpe, y el corazón se queda sin oxígeno. Cuanto más tiempo dure el ataque, más sufre el tejido y mayor será el riesgo de muerte. Es la secuencia lógica de una angina de pecho que, según la bibliografía, rara vez llega antes de los cincuenta años. La cocaína ha empezado a acortar los plazos.
La noche de aquel sábado la ambulancia del 061 recorrió con las sirenas despejando la vía rápida do Barbanza, la hora escasa que separa la zona de bares de Boiro del sótano de urgencias del Hospital Clínico de Santiago. Dentro de la unidad móvil de urgencias un médico de guardia y un ATS intentaron reanimar al joven que horas antes bailaba en la discoteca del pueblo. Con el paciente ya fuera de peligro, la enfermera comprobó en el DNI que el chico sólo tenía 27 años. Su intervención le salvó la vida.
Agarrando la mano de su mujer, aún en la cama del hospital, a la mañana siguiente negó haber consumido cocaína. El cardiólogo no encontró ninguna otra explicación. Hasta que días más tarde el paciente regresó a la consulta para confesar: la madrugada del susto había salido con sus amigos y se había "metido un par de rayas". Su esposa no debía saberlo.
Guardar el secreto profesional es parte de las obligaciones deontológicas del médico, que ya no volverá a preguntar por el consumo de drogas a los pacientes ante sus familiares.
El cardiólogo González Juanatey aprendió la lección, pero desde entonces advierte a los consumidores de cocaína sobre la importancia de reconocer su hábito: "El joven que mintió intentaba salvar su matrimonio a costa de poner en peligro su propia vida". El tratamiento de una angina de pecho derivada del consumo de coca es diferente del que se aplica para otro tipo de infartos. La explicación médica es aplastante: la mayoría de paradas cardíacas se producen en pacientes con arterioesclerosis, "las coronarias azules que se van obstruyendo por la acumulación de grasas". En el caso del estimulante, hay una causalidad distinta, explica el cardiógo: "Cada raya libera sustancias, denominadas catecolaminas, que obstaculizan la arteria hasta provocar el colapso".
Tratamientos distintos
Ambos episodios requieren protocolos distintos: "No podemos administrar medicamentos en un caso de este tipo como si fuese una angina de pecho común, hay fármacos que no conviene mezclar con esa droga".
Los cardiólogos del Juan Canalejo de A Coruña llaman "niños" a los infartados menores de 40 años. En el último año atendieron 32, aunque los médicos no consiguen determinar cuantos tenían cocaína en su origen. José Angel Rodríguez, adjunto al departamento de Cardiología, recuerda el último "niño" que entró allí: "Era joven, de 30 años, y se asustó al escuchar que había sufrido un infarto. Reconoció haber esnifado cocaína la noche anterior".
No son episodios aislados. En el Hospital Meixoeiro de Vigo trataron el año pasado 11 infartos en treintañeros. El cardiólogo Andrés Iñiguez cree que aumentarán: "Es estadística pura, estas lesiones crecerán en la proporción en la que lo haga el consumo de coca".
Las perspectivas no son alentadoras. La última encuesta escolar sobre drogas revela que el consumo de cocaína se ha multiplicado por cuatro en la última década. Siete de cada diez adolescentes gallegos reconocían haber probado la cocaína en el último año. Los especialistas del corazón avisan a los consumidores sobre el riesgo que están corriendo con cada raya. Sean adictos o no, porque "el colapso puede llegar a la primera dosis, a mí nadie me saca de la cabeza que la mayoría de infartos en menores de 30 años está relacionada con la ingesta de este estimulante", dice González Juanatey. Y según este cardiólogo, esa realidad no tardará en abrirse paso en los diccionarios de Medicina.
Casos de muerte súbita no diagnosticados
Además del centenar de infartos prematuros registrados el pasado año en los hospitales gallegos (los que se han conseguido diagnosticar), Gonzalez Juanatey está convencido de que muchos de los fallecimientos catalogados como "muerte súbita" en jóvenes son, en realidad, infartos no diagnosticados derivados del consumo de esta droga. Según la hipótesis del catedrático de Cardiología del Hospital Clínico de Santiago, "a menudo los infartos en personas jóvenes tardan demasiado tiempo en llegar al hospital, precisamente porque nadie puede imaginar que se trata de una angina de pecho".
Después de seis horas sin recibir oxígeno, el corazón se para y la persona muere. Por eso, "ningún cardiólogo podrá atribuir ese fallecimiento a un infarto porque los efectos de la cocaína habrán desaparecido,", explica Gonzalez Juanatey.
Las arterias obstruidas por las catecolaminas que propiciaron el paro cardíaco habrán vuelto a su estado habitual y será imposible certificar la causa de la muerte", asegura.
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