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Las fusiones de empresas en el mundo alcanzan un récord de 2,4 billones

Europa ha sido escenario del 47% de las operaciones anunciadas durante este año

La fiebre de fusiones y adquisiciones en todo el mundo ha alcanzado una temperatura histórica. El volumen de las operaciones ha alcanzado ya este año los 3,1 billones de dólares (unos 2,4 billones de euros) y, con ello, se ha superado el anterior récord, alcanzado en 2000, en el pico del auge bursátil de la pasada década. A diferencia de aquella oleada, impulsada por la euforia tecnológica y de Internet, en esta ocasión los grandes instigadores de las adquisiciones son los fondos de capital riesgo. Geográficamente, el Viejo Continente ha sido escenario del 47% de las fusiones o compras.

La minera Freeport anunció ayer la compra de su rival Phelps por más de 20.000 millones de euros; Bank of America se hizo con US Trust por unos 2.500 millones; la rusa Evraz lanzó una oferta por la estadounidense Oregon Steel por 1.800 millones; la firma de capital riesgo KKR entró en la australiana Seven Networks y, en la mayor de todas las operaciones anunciadas ayer, Blackstone Group, el mayor fondo de capital riesgo del mundo, anunció la compra de Equity Office, la primera propietaria de edificios de oficinas de EE UU por 28.350 millones de euros.

Son ejemplos de la euforia de concentraciones que viven todos los mercados del mundo y de quienes mueven los hilos de las operaciones. Y es que los fondos de capital riesgo han llenado sus bolsillos hasta reventar tras haber recaudado cifras fabulosas entre inversores de todo el mundo, que les confían sus ahorros con la esperanza de que se los devuelvan con una rentabilidad muy superior a la que ofrecen los bajos tipos de interés.

Según datos recogidos por la agencia Bloomberg, los fondos de capital riesgo han lanzado este año ofertas de compra por un importe de 480.987 millones de euros en todo el mundo, frente a los 173.343 millones de 2005.

En EE UU, los fondos de capital riesgo han protagonizado el 25% de las fusiones y adquisiciones, una presencia un 150% superior a la de 2005, según datos de la firma de análisis financiero Thomson Financial. En Europa, según un estudio de la consultora Deloitte & Touche, las firmas de capital riesgo se acaban llevando el gato al agua en el 74% de las pujas por la adquisición de otras empresas, sencillamente, porque pagan más y toman las decisiones con mayor rapidez. Su negocio consiste en comprar una compañía, excluirla de Bolsa si cotiza, exprimir su estructura de costes hasta el mínimo y volver a vender su participación, al cabo de unos cinco años, con una rentabilidad sobre la inversión inicial notable.

Un negocio más repartido

Pero hay más diferencias con la oleada de fusiones y adquisiciones de 2000. Si entonces el protagonismo, casi exclusivamente, fue de las compañías tecnológicas y de Internet (eran los tiempos gloriosos de las start up y las empresas de telecomunicaciones), en esta ocasión las cartas están más repartidas.

Entre las diez mayores operaciones de fusión o adquisición vivas este año, el sector energético se lleva la palma con las ofertas de la eléctrica alemana E.ON sobre Endesa, de Gas Natural sobre Endesa también y de la francesa Gaz de France sobre Suez.

El sector financiero está doblemente representado, con la compra de Bank of America sobre la compañía de tarjetas de crédito MBNA y la oferta en curso de la Banca Intesa sobre el también banco italiano San Paolo IMI.

La compra de la siderúrgica europea Arcelor por la india Mittal Steel es un buen ejemplo de la pujanza de empresas de países en vías de desarrollo -especialmente India y China- que han adquirido dimensión suficiente para salir de compras al mercado mundial.

Pero quizás la diferencia más llamativa entre el boom de fusiones actual y el de 2000 sea la enorme diferencia de precios. Los 69.113,45 millones de euros que la compañía de telecomunicaciones estadounidense AT&T ofrece por BellSouth constituyen la mayor operación de este año. La cifra palidece ante los 142.071 millones de euros que ofreció AOL por Time Warner en 2000, una operación que se tornaría luego un sonoro fracaso y emblema de la enajenación en que se sumieron los mercados en los noventa.

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