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Entrevista:FRANCESCO ROSI | Director de cine | SEVILLA FESTIVAL DE CINE

"El neorrealismo fue una postura ética ante la vida"

Margot Molina

Francesco Rosi, napolitano de 84 años y uno de los grandes del cine europeo, transmite confianza. Todo en él, empezando por sus palabras en un castellano casi perfecto, es tan sólido y sincero como reales son las historias que contó en sus mejores películas: Salvatore Giuliano (1962), Manos sucias sobre la ciudad (1963) o El caso Mattei (1973). El director, que tras 18 filmes ha vuelto al teatro y ahora presenta en Roma Las voces de dentro, de Eduardo de Filippo, recibe un homenaje del Sevilla Festival de Cine que proyecta nueve de sus películas. Este reconocimiento por su trabajo lo comparte con el guionista Tonino Guerra, con quien ha trabajado en ocho de sus títulos; uno de ellos, La tregua (1997), es la última película que ha dirigido Rosi.

Pregunta. Hace 11 años que no se pone detrás de una cámara y ha vuelto a dirigir teatro, ¿ha dejado definitivamente el cine?

Respuesta. Cuando pienso en todas las películas que he hecho me doy cuenta de que he dicho todo lo que quería decir sobre criminalidad organizada, mafia, camorra, corrupción política, escasez de trabajo, crímenes de guerra, holocausto... Yo comencé mi carrera como director de teatro y hace tres años la retomé con Nápoles millonario y Las voces de dentro, ambas de Eduardo de Filippo. Hago en el teatro lo mismo que hacía en el cine: reflejar la realidad. Las voces de dentro es una comedia de 1948 tremendamente actual porque trata el tema de la violencia en el microcosmos que es la familia.

P. A su trabajo siempre le han colocado la etiqueta de cine político, ¿está de acuerdo?

R. A mí me gusta más llamarle cine de la realidad. Me considero un hijo del neorrealismo y soy un testigo de la realidad en la que vivo, lo cual no impide que la fantasía tenga un hueco en mi cine. Esa realidad lo comprende todo: problemas, esperanzas, conflictos; pero también el deseo de vivir en una dimensión poética donde tienen su lugar la fantasía, la poesía y el sentimiento.

P. Usted comenzó su carrera como ayudante de dirección de dos grandes del neorrealismo Visconti y Antonioni. ¿Qué ha quedado de esa época en el cine actual?

R. Siempre, antes y ahora, se puede llamar la atención a través de una película para recuperar los valores humanos. Todavía creo en la fuerza del cine y por eso siempre habrá un cine de la realidad. El neorrealismo no fue sólo un movimiento estético, sino una postura ética ante la vida. Surgió en 1945, en ese año todavía había guerra en el norte de Italia, pero en Nápoles ya habían entrado los soldados americanos. En ese contexto surgieron voces de intelectuales, directores y actores del cine como Rossellini, Vittorio de Sica o Visconti; pero también del teatro como Eduardo de Filippo que escribió entonces Nápoles millonaria, una obra completamente neorrealista. El neorrealismo nació porque una serie de personas querían participar en el renacimiento moral y material de un país que salía de una dictadura de 20 años y de la destrucción de la guerra.

P. ¿Y cuál era esa ética del neorrealismo?

R. Se trataba de superar el sufrimiento de la guerra, las matanzas, el hambre, la pérdida de la moral, y recuperar los valores humanos, la solidaridad, la belleza... Creo que el mundo está atravesando actualmente otro momento como el de esos años y, de vez en cuando, se hace una película que te devuelve la fe en la fuerza del arte para transmitir los valores humanos. Es como una llamada a la ética.

P. ¿A qué valores se refiere?

R. La libertad, la igualdad, la justicia y la belleza que, ciertamente, es un gran valor. El cine tiene la facultad de poder exprimir estos valores y acercarlos a los más jóvenes. El cine debería enseñarse en las escuelas porque es una buena forma de transmitir la ética que tanta falta les hace a los jóvenes.

P. Usted ha propuesto que la Unión Europea cree un satélite cultural europeo para que el cine de ayer y hoy pueda estudiarse en todas las escuelas, ¿qué ha ocurrido con esta iniciativa?

R. Lo propuse en unas jornadas de cine europeo y todos dijeron que era una idea formidable, pero nadie la ha puesto en marcha. Yo voy mucho a las escuelas en Italia a hablar de mi trabajo y me encuentro delante de chicos que no saben quién es Rossellini ni Visconti y mucho menos Antonioni. El cine debería ser una asignatura más a partir de los 11 o 12 años, las imágenes tienen una gran fuerza y pueden transmitir valores.

P. ¿Cómo ve actualmente el cine europeo?

R. Aislado. En Italia no se ven las películas españolas, pero tampoco las francesas o las alemanas. Lo más importante establecer una conexión entre el cine que se hace en Europa. Es un problema de distribución que hay que solucionar. Hace 10 o 15 años se hacían coproducciones, había movimiento de actores, directores, argumentos, pero todo eso ha desaparecido.

P. ¿Por la competencia del mercado americano?

R. El mercado americano es muy fuerte y siempre lo ha sido; pero no influye en la falta de comunicación cinematográfica que sufren los países europeos. América no sólo hace grandes producciones llenas de efectos especiales, también se preocupa del cine de la realidad con películas como Million dollar baby, que me ha gustado muchísimo, o también Mystic river, las dos de Clint Eastwood. El cine cambia, vuelve. No se puede decir que el cine que se hizo una vez esté totalmente olvidado. El posneorrealismo existe.

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Sobre la firma

Margot Molina
Ha desarrollado su carrera en El PAÍS, la mayor parte en la redacción de Andalucía a la que llegó en 1988. Especializada en Cultura, se ha ocupado también de Educación, Sociedad, Viajes y Gastronomía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado, entre otras, la guía de viajes 'Sevilla de cerca' de Lonely Planet.

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